Economíabanco-central-europeo
Manuel Funes Robert (13/2/2012)
El diputado Olabarría ha citado el viejo concepto de «Lucha de clases» para referirse a la situación actual de España, frase famosa que yo he recordado  en el último de mis libros. La ministra a la que iba dirigida la frase ha contestado «creí que usted era un hombre moderno y veo que utiliza conceptos de hace más de 100 años». Y lo que dice el diputado es que esa situación del pasado se está reproduciendo alarmantemente en nuestros días.

Despidos, bajas de salarios e impuestos al alza, la esencia común a todos los ajustes aumenta los déficits porque disminuye drásticamente y de modo directo e inmediato la capacidad contributiva de la población.

En la reforma laboral se ha puesto en el centro la idea de aliviar de cargas a la empresa esperando que ese alivio conduzca a una mayor contratación, idea que de entrada favorece a la empresa en apariencia. Y así, cuando un empresario observa que le sobra el 10% de su plantilla lo hace calculando que la demanda para él no va a cambiar por la facilidad que se le ha dado a la empresa en dicha reforma. Y aquí estamos ante un vicio oculto que nos lleva a la finalidad deseada, siempre y cuando al empresario que le sobra ese 10% tenga la misma demanda, que habrá disminuido. Pero al transformarse la medida en general, ocurrirá que tras la facilidad para despedir al 10% el empresario descubre que le sobra el 20%, puesto que la facilidad dada a todos disminuye la demanda para todos, incluida la empresa que se plantea la reducción de personal. Y esto lo ven claro los sindicatos, y si se me apura, casi lo ve el gobierno, pues afirma que el primer efecto de la reforma será el aumento del paro.

Pero en la reforma financiera hay otros fallos: se sigues sin citar al BCE al que España y los demás países transfirieron su soberanía monetaria, no para que el transferido la anulase sino para administrarla en beneficio del país o de la zona euro. El BCE se ha puesto al servicio de los mercados y por ello no es cierto que Grecia se salve si sale del euro, pues recuperaría lo que tenía antes de entrar. Y bajo esa tiranía de Bruselas, la deuda soberana no hace más que aumentar forzada por la insuficiencia de oferta del BCE y acuden a recoger en campos privados la liquidez que reciben a manos llenas del referido y secuestrado BCE.

El ajuste sigue vigente en las discusiones bajo forma radical desde el PP y matizada a medias desde el PSOE; y convertida en el alegato central de Rubalcaba cuando dice que «el ajuste no basta, hay que completarlo con medidas expansivas». Y no es que el ajuste sea insuficiente sino que sobra por ser contraproducente. Repito: no tenemos ajuste porque tenemos crisis; tenemos crisis porque tenemos ajuste.

El PSOE se ha quedado a medio camino al poner en el centro de su visión la débil formula de que «el ajuste no basta» cuando es lo que sobra. En cambio, UGT y CC OO ven el problema con total claridad y total conformidad con mi visión,  esto es, con mi visión monetarista de la Historia.