Sitia/Argelia/Marruecos
Ana Camacho (13/2/2012)

Ana Camacho
Ana Camacho

¿Qué repercusiones tendría la posible caída de Bachar el Asad en el Magreb donde el fenómeno de la llamada primavera árabe amaga pero no acaba de brotar?

Es evidente que tanto en Rabat como en Argel, el poder político, pese a los resultados electorales y los aspavientos de reforma, todavía no se sienten a salvo de un posible efecto contagio en sus respectivas poblaciones. Por ello siguen tomando medidas para evitar flancos débiles al descontento popular y, en esta tesitura podríamos situar los recientes gestos con que el Gobierno de Buteflika ha dado lugar a que en Rabat la prensa oficial pueda airear un posible deshielo en las relaciones argelino-marroquíes.

El viaje a Argel del ministro marroquí de Asuntos Exteriores, Saadedín al Otmani, el pasado día 23, el primero de un jefe de la diplomacia marroquí a Argel desde 2003, constituye una gran concesión de Argel a Marruecos. Argel es quien lleva la batuta en esta guerra fría entre vecinos que, desde hace 18 años, mantiene cerrada a cal y canto las fronteras comunes que suman nada más y nada menos que un recorrido de 1.560 kilómetros. Y ello por dos motivos: 1) porque fue Argelia la que impuso el cerrojazo en 1994, acusando a Rabat de propiciar el terrorismo islamista en territorio argelino para así hacer necesaria su «colaboración» antiyihadista a cambio de un abandono argelino de la causa saharaui del Frente POLISARIO; y 2) porque entre las dos partes, la más perjudicada por este cierre ha sido la población marroquí que se ha quedado sin una importante válvula de escape ante la deplorable situación económica marroquí, la del comercio y los beneficios del turismo argelino. Prueba de lo segundo es que desde 1994, quien ha presionado a favor de la reapertura ha sido Mohamed VI, mientras Argel decía que ni hablar.

No está claro que la visita del ministro marroquí a Argel desemboque ya en ese eje estratégico del que hablan con optimismo en Rabat. Pero, por de pronto, el nuevo Gobierno de Benkirane, muy necesitado de mostrar avances y cambios (no nos olvidemos que triunfó en unas elecciones donde sólo ha votado el 22,5% de la población), se apunta un tanto mediático a su favor. Argel, mientras, ha quedado bien con EEUU y, sobre todo, Francia, que en lo de presionar a favor de la reapertura de las fronteras, está haciendo causa común, una vez más, con Mohamed VI. Al Gobierno argelino también le viene bien en el plano interno porque, cuanto más impermeabilizado esté Mohamed VI ante eventuales tormentas desestabilizadoras, más posibilidades tendrán también ellos de librarse de un chaparrón.

A la hora de hablar de repercusiones de la rebelión siria en el Magreb, hay que valorar también los cambios y alineamientos en clave de geopolítica internacional que están aflorando con el debate de si hay que intervenir o no a favor de la oposición que lucha contra Bachar el Asad. Pero eso, lo dejamos para otra, que me voy al programa de radio de Javier Somalo (Debates en libertad) donde vamos a hablar de ello, entre otras cosas, en una sesión dedicada al conflicto sirio.

N. de la R.
Este artículo se publica con la autorización de Ana Camacho, periodista, activista intelectual y física, de los derechos humanos, además de secretaria de la asociación APPA (Asociación para el Progreso de los Pueblos de África), que también e puede leer en su página de Internet En Arenas Movedizas.


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