España
Aquilino Tejedo (28/2/2012)felipe-gonzalez-y-jose-luis-rocriguez-zapatero
El libro del doctor ingeniero y economista Roberto Centeno, «El Disparate Nacional»  (Planeta 2011), del cual ya nos hicimos anteriormente algún eco en este periódico digital, no tiene desperdicio. Sus datos sobre el saqueo del dinero acumulado para los pensionistas dejan petrificado a cualquier lector.

Veamos un resumen de lo que se destapa, referido básicamente a los catorce años  del gobierno socialista de Felipe González (1982-1996). Una parte importantísima del excedente generado por la abultada diferencia positiva entre cotizaciones y pensiones fue detraído por el gobierno de entonces y empleado fundamentalmente -¡agárrense con lo que sigue!- en la reconversión industrial, en la que el Estado se hizo cargo de costes que tenían que haber pagado las empresas, en la financiación de infraestructuras como el AVE a Sevilla, en los alardes del 92 y en la cobertura de la fuerte reducción de ingresos impositivos que supuso la exoneración para los más ricos del pago de impuestos. Está hablando Centeno «nada más y nada menos que de 243.000 millones de euros, que les fueron literalmente expoliados a los pensionistas». O sea, que los supermillonarios «pellones» (moneda concebida periodísticamente para calcular la corrupción de la Expo 92) y hasta el convoluto de aquel embajador alemán que hundió su carrera con los fraudes económicos en torno al AVE a Sevilla, fueron sufragados con fondos que debían ser de los pensionistas.

 El saqueo solo terminaría -puntualiza Roberto Centeno– cuando Aznar llevó a cabo, de acuerdo con lo previsto en el Pacto de Toledo, la constitución de la caja separada para conservar los excedentes generados.

La caja de las pensiones debería tener, a fecha de la elaboración del libro, 300.000 millones de euros en lugar de los 57.000 que se supone que tenía. Y siguen las cuentas del catedrático de la Escuela de Minas de la Politécnica madrileña, que avanza por la veta: «Sólo con los intereses de esos 300.000 millones de euros, bien gestionados, el sistema de pensiones podría ingresar anualmente cerca de 20.000 millones, lo que le permitiría sobrevivir casi indefinidamente por lo que lo primero que tendría que hacer el Gobierno es devolver a los pensionistas lo que les ha quitado, porque el excedente de las pensiones no era para financiar los gastos corrientes ni inversiones públicas como tampoco lo es hoy para comprar deuda del Estado o bonos basura de la Generalitat».

Este dinero tiene que devolverse por la sencilla razón de que es de los pensionistas, un dinero que los trabajadores aportaron para poder garantizar sus pensiones, no para que el Gobierno socialista pudiera exonerar de impuestos a los ricos, ni para financiar la reconversión industrial y todo lo que se les pasó por la mente.

el-disparate-nacionalEl expolio -prosigue describiendo un batallador Centeno– por su inmensa cuantía, dejó el sistema de pensiones, en 1996, al borde de la quiebra. Pero como todavía la situación era empeorable, apurando la suerte,  llegó Zapatero a echar más leña al fuego. «…en lugar de recortar -señala el autor del  libro- los infinitos despilfarros autonómicos o locales, o las ayudas a los tiranos, gais y lesbianas del Tercer Mundo, el recorte se ha hecho precisamente con funcionarios y pensionistas, y la intención es reducir las pensiones hasta una media del 30 al 40%, porque simplemente los números ya no salen. ¿Y cómo van a salir si el Estado no les devuelve los 243.000 millones que utilizó indebidamente en los años ochenta y noventa? ¿Y qué dicen de eso los sindicalistas de pesebre UGT y CC.OO.? Pues no dicen ni pío. Mejor dicho si dicen, y dicen que a cambio de recibir 1.500 millones de euros anuales, el sistema de pensiones es insostenible y en consecuencia hay que congelar primero y reducir después las mismas».

Parece de una elemental justicia dar a conocer «urbi et orbi» el tremebundo desaguisado, la obligación por parte del Estado -los gobiernos cambian pero el Estado permanece- y aplicar a los autores de estos desmanes las sanciones que deben corresponderles.