Sáhara occidental/España
espacioseuropeos.com (5/6/2012)
El joven saharaui Lafkir Kaziza, de 21 años, cumple hoy su quinto dÃa de huelga de hambre indefinida en Madrid, frente a la sede de la embajada de Marruecos en la capital de España. A pesar de su juventud, este joven saharaui ya conoce las terribles cárceles marroquÃes, la represión  la tortura: «No voy a comer hasta que liberen a los presos polÃticos saharauis detenidos tras el desmantelamiento de Gdeim Izik«, no deja de repetir a los medios de comunicación que le preguntan.
Su justificación para acometer esta huelga de hambre indefinida es clara: «Cuando veas las verdaderas torturas que hay en las cárceles marroquÃes, entenderás de donde saco la fuerza».
La solidaridad de los vecinos de la zona se hace patente dÃa a dÃa. Le ofrecen sus casas para que pueda ducharse y, si quiere, también un lecho para dormir. Algunos medios de comunicación se han hecho eco de las visitas que ha recibido de marroquÃes, aunque a nivel personal, pues que sepamos ninguna de las muchas organizaciones de súbditos de ese paÃs se han solidarizado con él. Claro, que la mayorÃa de esas asociaciones reciben jugosas ayudas del Ministerio de Asuntos Exteriores y de Cooperación de España, cuando no de Marruecos. El silencio es evidente en WebIslam.
Kaziza Lafkir tiene ya un largo historial como activista saharaui. Tras el desmantelamiento del campamento Gdeim Izik, llevado a cabo por el Ejército de Marruecos, fue de los primeros en padecer las torturas de los invasores de su territorio. Unos años antes, siendo estudiante, las fuerzas de ocupación de Marruecos le expulsaron del Instituto, negándole su derecho a formarse, por pedir la  autodeterminación del Sáhara Occidental.
Kaziza Lafkir fue de los primeros jóvenes en instalar su jaima en el campamento de Gdeim Izik , pero el 18 de noviembre de 2010, el ejército y la policÃa de Marruecos comenzaron a desmantelar de forma brutal las miles y miles de jaimas que se habÃan montado. Lafkir, como otros muchos saharauis, fue sacado del campamento, donde le golpearon. De hecho, un fuerte culatazo con un fusÃl  le ha dejado graves secuelas en su hombro izquierdo.
Junto a más de 40 saharauis, estuvo confinado en una, durmiendo en el suelo. A menudo le echaban cubos de agua mientras dormÃa y, según su propio relato, en la escasa  comida era frecuente encontrarse con cristales y astillas. Su estad fÃsico era tan lamentable, que las autoridades de ocupación decidieron dejarle en libertad provisional.
Al regresas a El Aaiún no pudo recibir atención sanitaria, pues los médicos habÃan recibido ordenes tajantes. Posteriormente, fue detenido en más ocasiones, hasta que decidió pedir asilo polÃtico en España…
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