Europa
Manuel Funes Robert (15/4/2013)

Merkel y Thatcher: foto BBC
Merkel y Thatcher: foto BBC

Por supuesto me refiero a Thatcher y a Merkel, cada una en su estilo. Thatcher, nos dejó esta semana y es el momento de reflexionar sobre su indudable influencia en las cuatro últimas décadas, dos de ellas en activo. En estas llevó a la práctica su política individualista y ultra liberal y con ella dejó al Reino Unido sin servicios públicos y benefició a las corporaciones en detrimento de los necesitados. Posteriormente y ya retirada de la política su filosofía e ideario político influyó en las desregulaciones financieras (“cada regulación es una restricción a la libertad; cada regulación tiene un costo”) que en última instancia han causado la crisis, pues ya nadie niega que la falta de control de las entidades financieras y la avaricia de las mismas, tanto más en España, pero también en el resto de Europa y EE UU, nos ha llevado a la recesión.

Otro error histórico es unir ideológicamente a Ronald Reagan y a Thatcher. Si bien tenían perfecta sintonía en el plano político, no podían estar más alejados en sus políticas económicas. Reagan adoptó en su primer año de mandato, 1981, una política monetarista que paró económicamente el país. Supo rectificar y comenzó una política de gasto público y expansiva que supuso el despegue económico de América de los 80, que ya había soportado la recesión durante el mandato de Carter y el final de NixonFord.

La dama de hierro, hizo gala durante sus mandatos de simplicidad en el discurso, terquedad infinita y dureza sin límites. Pero también gracias a ese discurso antieuropeo, relativo por otra parte, Thatcher tuvo el valor de enfrentarse a la burocracia de Bruselas que tanto estamos sufriendo en la actualidad. Thatcher nunca admitió la entrada del euro en el Reino Unido, y más de un país comunitario envidiará en la actualidad su clarividencia: “ no habrá parlamento ingles que sea capaz de decretar la desaparición de la libra esterlina”. Esta profecía no solo se ha cumplido sino que ha dejado paso a otro proyecto que empieza a fraguarse en el Reino Unido: el abandono de la UNION EUROPEA. Aun así flota en el aire el contenido básico de la obra de Thatcher que no era otra cosa tan actual como oponerse a la tiranía de Bruselas.

Otra dama en la actualidad, la señora Merkel, nos recuerda en su terquedad y su capacidad de hacer un daño infinito de modo consciente a la baronesa británica. Ya comentamos hace unos meses los paralelismos personales y de educación que las unen.

Pero si hay signos positivos en cuanto a la presión que se le hace al BCE y a la canciller alemana. Hasta un neoliberal como Rajoy nos sorprende gratamente pidiendo ya abiertamente y con la fuerza del converso, más medidas de estimulo financiero por parte del BCE, el único por otra parte que tiene capacidad para hacerlo. A sus voces se unen las de otros dirigente europeos como Hollande, sin que hasta el momento hayan obtenido resultados positivos. Pero por lo demás, su mensaje es confuso: piden estímulos pero admiten la bondad de las políticas de ajuste, lo cual simplemente es pedir una cosa y la contraria a la vez. Todavía no logran entender que ante la austeridad no hay que tener concesiones, pues toda austeridad acaba provocando una reducción de la demanda que es la causa de nuestros males. Portugal, país intervenido por la troika europea, comprueba con desesperación que las medidas de ajuste salvaje no consiguen la ansiada recuperación, sino todo lo contrario. Sin embargo la imposición de Bruselas es más y más ajuste. Eso es lo que envidiamos del Reino Unido, su capacidad de decir “no” a los dictados de Bruselas, a los que parece no poder oponerse ni siquiera el presidente francés.

Sin embargo, economías tan poderosas como la norteamericana y la nipona, aplican medidas en sentido contrario, demostrando que otra política económica es posible y que da mejores resultados que la terca política de Bruselas. Concretamente la semana pasada, Japón aplica con la impresión masiva de yenes para animar la economía y comprar deuda pública nuestro PRINCIPIO DE FINANCIACION CRECIENTE: «la financiación previa, abundante y barata es condición necesaria, y en general suficiente, para la abundancia y baratura de las cosas”.