España/Economía
Manuel Funes Robert (28/10/2013)
Al repasar mi obra extensa en doctrina y tiempo, llega el momento de observar los aciertos y también algún que otro desacierto en mi percepción de la industria turística y, concretamente, en lo que yo llevé a denominar «Renta de Situación». Es improbable que me hubiera dado cuenta de los mismos si no se observara en estos tiempos una situación parecida a la de finales de los cincuenta y principios de los sesenta.
Porque llegando más lejos que nadie en la valoración de ese nuevo fenómeno, aún me quedé corto como se está descubriendo con la actual crisis. Los políticos convencionales veían en el turismo un factor de corrección del gran déficit comercial que se había producido en aquellos años. Ciertamente la entrada de divisas compensó la balanza de pagos llegando España a tener las ayores reservas de divisas del mundo.
Parte importante de mi lucha de primeros de los sesenta es mi beligerante oposición al terrible plan de estabilización de finales de los cincuenta, que hizo sufrir a la población.
Ajustadores los ha habido siempre… Los economistas de entonces, a pesar de mis esfuerzos, no eran capaces de visualizar el tremendo potencial de la industria turística entonces en ciernes. Y cuando tuvieron que admitir la bondad de esta renta de situación quisieron justificar el ajuste perpetuo sobre la base de que el turismo «igual que vino se iría». Cosa del todo imposible, pues no hay país de nuestro entorno con la misma extensión de litoral, infraestructuras y sobre todo de tiempo cálido.
Desde el descubrimiento y definición de lo que yo, insisto, llamo “renta de situación”, nuestra economía, sometida a la tiranía, no solo de los economistas, sino de los ciclos tuvo sus subidas y bajadas, crisis y expansiones a lo largo de las siguientes décadas.
Lo que yo no pude prever entonces es que en la crisis más cruenta de los últimos 100 años, nuestro querido amigo el turismo volviera a salvarnos, pues en una economía en la que las cifras de económicas no dejan de ser negativas, con datos positivos últimamente, todo hay que decirlo, el turismo arroja las cifras más espectaculares de la historia.
Ciertos factores políticos, como la inestabilidad en los paraísos del Magreb, que se habían convertido en serios competidores, no hacen sino confirmar la robusta salud de nuestra primera industria, que será la que nos salve de nuevo, tal como hizo a primeros de los 60.