España
espacioseuropeos (11/3/2014)
Arrabal reclama decencia a los políticos del régimen
El dramaturgo Fernando Arrabal escribió hace 10 años una “Carta al Rey de España” dirigida a Juan Carlos que fue ocultada primero y desacreditada después por las élites mediáticas, políticas y financieras porque anticipaba el colapso que sufre actualmente el país. La catástrofe laboral y económica que están padeciendo sus compatriotas le ha llevado a esta entrevista, donde pone su grano de arena desvelando el contenido de esta desgarradora carta. En ella, su sentencia es tajante y fulminante: “los impuestos se pierden y aparecen luego en letrinas de corrupción”. Y en la carta al monarca le compara al Estado con una mafia: “Forma el Estado intervencionista, Señor, una asociación de personas indiferentes a la moral y sólo de acuerdo para llamar Estado a su asociación. De lo que se hace no deducimos lo que hacer debemos. No situamos nuestros deberes morales ni en el laberinto de las ideologías ni en el mapa de las doctrinas políticas. Los Estados intervencionistas son incapaces de conseguir la imposible misión de armoniosamente repartir la gigantesca masa de dinero que obtienen. Corrupción, despilfarro, prevaricación y malversación son los lodos forzosos del barro fiscal absolutista. Condenar a los infractores olvidando la causa es perpetuar la inmoralidad generadora inevitable de la corrupción. Los ciudadanos, Señor, abandonan cada día en mayor número el dogma tribal de la contribución obligatoria. Desean que los gobiernos reduzcan masivamente presupuestos y gastos de administración”. “Espía en el Congreso” publicará en tres partes esta larga reflexión del escritor español de teatro más representado fuera de España.
Comienza su carta con una sucesión de relatos sobre los despropósitos en la sanidad pública…
– Sí, una crónica de la periodista Inmaculada G. Mardones afirmaba que el turno para una operación de cataratas podía tardar siete años. Las listas de espera en Cardiología, Trauma y Otorrinolaringología eran parecidas. La consulta de Oftalmología del 12 de Octubre parecía un vomitorio de una plaza de toros en un día triunfante de Curro Romero. Y el ciudadano piensa: una operación con láser dura menos de media hora. Y puede costar en una clínica “extranjera” menos de 600 euros…
Después añade que los gobernantes de hoy no escuchan el mensaje de la ópera “La Tosca” y usted se lo transmite al rey.
– La carta dice así: “El Estado absolutista, Señor, acrecienta su intervencionismo sin compromiso “tosquiano” alguno. Sus feligreses pretenden que es de “derechas” o “reaccionario” o “fascista” anhelar un Estado mínimo, moderno, modesto… ¡desamortizador! ¿Puede imaginarse un Estado más absoluto que el fascista? Stalin escribió en “Anarquismo o Socialismo” que Engels ya había dicho: “El Estado no ha existido siempre. Ha habido sociedades sin él, sin la menor idea de Estado. Las clases desaparecerán como aparecieron y con ellas a su vez el Estado. En la sociedad socialista no habrá lugar para eso que llamamos Estado, para el poder político con sus ministros, sus gobernantes, sus guardias, sus policías y sus soldados”.
¿Como sustituímos al Estado?
– Vuelvo a Stalin y Engels: “El Estado toma posesión de todos los medios de producción en nombre de la sociedad, es el último acto propio del Estado. La intervención del Estado en las relaciones sociales se convierte en superflua en todos los campos y finalmente desaparece… El Estado no es abolido, sino que perece. La sociedad que reorganice la producción sobre la base de la libre e igualitaria asociación de los productores, enviará la máquina del Estado al lugar que le corresponde: al museo de antigüedades, al lado de la rueca para hilar y del hacha de bronce”.
¿Estado frente a sociedad civil? Y para salir de esta crisis: ¿valores morales o eficacia en su gestión? ¿Como se lo dijo al rey?
– “Hoy, Señor, el Estado pretende actuar “por el bien de todos”, pero la sociedad debería ser objeto de ciencia, relativa o indeterminada, y no objeto de fe, como la Iglesia-Estado en el Siglo de Oro. Es posible que los atletas suscriban la tan manida tesis que asegura que el siglo XXI será espiritualista o “no será”. Por ahora, el Estado advierte al ciudadano con este chantaje moral: “O acatas mi presupuesto y tu contribución o no serás”. El desdén de la moral hubiera sorprendido a todos los hombres de bien de la historia. Todos hubieran podido decir con los estoicos: “El conocimiento es como un huevo, la yema es física, la cáscara es lógica y la clara moral”.
El Estado es caro y derrochador, aún en tiempos de colapso, paro y miseria…
– ¿Por qué la estancia en un hotel de lujo de un ciudadano ordinario cuesta menos que la de un preso en una cárcel? ¿Por qué las cárceles son tugurios con menos higiene que el más barato de los albergues?. ¿Por qué, violando la ética, el contribuyente con una parte de su salario tiene que pagar tan pésimos servicios? Los Estados absolutistas se distinguen de usureros capitalistas en que no solo “prestan” servicios inconsistentes a precios desmesurados, sino que realizan semejante inmoralidad gracias a leyes que ellos mismos promulgan. Se comprende la razón por la cual la moral ha desparecido de los programas de enseñanza para ser sustituida por sucedáneos hueros. El Estado intervencionista de hoy, defiende en materia de “solidaridad” y “contribución social”, tesis parecidas a las del Estado intervencionista nacional-sindicalista de hace 40 años.
Habla en su carta al rey de cierta incapacidad humana para entender esto. ¿Con qué palabras exactamente?
– “El ser humano, Señor, pertenece a especie laberíntica y múltiple capaz de dar genios y cretinos, santos y miserables, mártires y verdugos. Sócrates y Pol Pot, Newton y Landrú, Cervantes y Stalin, Montaigne y el doctor Petiot, Shakespeare y Torquemada. Homero terminó sus días pidiendo limosna, Cervantes conoció esclavitud y cárcel, Dostoievski un simulacro de fusilamiento, Platón y Diógenes vendidos fueron como esclavos, y Pitágoras asesinado murió en un campo de habas… Sócrates, Jesús, Séneca… El Estado intervencionista, Señor, viola la dignidad individual al preferir eficacia a la moral… y esta virulencia es generadora de corrupción. La ética individual, en un principio supeditada a la duda, se afirma y confirma con el conocimiento, como moral”.
¿Y como defenderse del Estado?
– Contra el pillaje del Estado intervencionista, el individuo hostil a sus servicios no tiene defensa alguna. Las leyes “legitimizan” la violencia del Estado. Las cuadrillas de bandoleros proxenetas o mafiosos no delinquen amparadas por la ley: arriesgan cárcel o muerte. Darien reconocía en “El ladrón”: “Mi profesión es vil, pero tengo una excusa: la ejerzo con vileza”. Las pandillas más célebres de protectores están fuera de la ley y van de los proxenetas urbanos a los mafiosos agrupados en clanes. Por sus servicios, estos grupos de malhechores exigen de sus “protegidos” una contribución periódica. El individuo, no conforme con esta expoliación, tiene la posibilidad de recurrir a tribunales o policía. Este recurso no ampara al ciudadano frente al Estado. Y sin embargo, el dinero que de los contribuyentes el Estado recibe, fuente es de corrupción. Los servicios prestados por gobiernos mastodónticos son tan caros como ineficaces. Gran parte de la contribución obligatoria se pierde en laberintos de administración y aparecen luego en letrinas de corrupción.
A usted le encarcelaron en tiempos de Franco ¿le dijo al rey quienes lo hicieron?
– No, nunca, al contrario. Le dije: “No voy a tener el mal gusto, Señor, de, tirando de la manta del olvido, señalar quienes fueron los molineros de mi encarcelamiento. Maldicientes cargas me echaron, sin saber que llegaría el día en que virarían del azul del movimiento al rojo de receta. Cambiaron de chaqueta y de inspiración. Garrapatearon, mojando sus plumas en ponzoña, artículos vindicativos contra quien, yo, a la sazón encerrado en la cárcel de Carabanchel, no podía responder. El más vehemente, Señor, pedía que se me castrara. Necesario y ejemplar les parecía ver al individuo sacrificado al Estado absolutista… entonces nacional-sindicalista”.
Fuente: Un espía en el Congreso.
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