España
Javier Martínez (2/5/2014)
Los datos de la Encuesta de Población Activa (EPA) relativos al primer trimestre del año 2014 reflejan que la destrucción del empleo en España es de 2.000 personas al día, alcanzando los 184.600 trabajos desaparecidos. El nivel de empleo se situó en la cifra más baja desde el año 2002, alcanzando los 16.950.000 ocupados. La tasa de paro se ha incrementado en dos décimas hasta alcanzar el 25,9% de la población.
Y todo eso a pesar del “apaño” que se hizo desde el ministerio para rebajar las personas en edad y disposición de trabajar, reduciendo así la cifra en el último año en 424.500 ciudadanos y por ello rebajando los datos de la estadística del paro en 344.900 personas.
A pesar de esos “trucos”, el primer trimestre de 2014 ha arrojado la escalofriante cifra de 5.933.300 desempleados y el espeluznante dato de que los hogares con todos sus miembros en paro asciende ya a 2.000.000 de ciudadanos españoles. Los parados de larga duración que en el 2007 y 2008 se cifraban en torno al 21%, ahora alcanzan el 61,6%. Frente a estas cifras, nuestro presidente de Gobierno declara: “Estoy muy contento, las cosas van bien y van a ir mejor”. ¿Para quién señór Rajoy? En ese coro de alabanzas, el ministro Montoro resaltó “Que las cifras son esperanzadoras… y que estamos saliendo de la crisis…”
La simpleza, la necedad y el no querer rectificar en los errores es algo más que una prueba de ineptitud o de incapacidad mental y por ello de des-legitimación para gobernar.
Las llamadas políticas económicas neo-liberales son la causa de esta crisis y el empecinamiento en su línea es la causa del empeoramiento que sufrimos.
Estas políticas de recortes, austericidas y de clase han sido aplicadas en mayor o menor grado por el PP y por el PSOE, así como por los llamados partidos nacionalistas CIU y PNV, ya desde mucho antes de la crisis, desde finales de los años 90.
La des-regulación y el descontrol de los mercados financieros, las políticas de contención y rebaja salarial, la progresiva destrucción de los derechos económicos y sociales de los trabajadores, el incremento de la precariedad en el empleo y de los contratos basura, la aplicación de políticas fiscales regresivas favorecedoras de la evasión fiscal, del fraude de las grandes empresas, de la no tributación de las grandes fortunas y del déficit fiscal nos han llevado a donde estamos sumidos la gran mayoría de los ciudadanos.
Lo que se está jugando con esas decisiones, austericidas y de recortes para la mayoría ciudadana y de apropiación indebida de lo público por una minoría, son la vida y la salud de millones de españoles que han pagado y pagan sus impuestos, que han contribuido y contribuyen en la medida de sus posibilidades a la riqueza de este país.
Tantos años de luchas por construir una sociedad mejor, más justa, más democrática, donde se eliminasen las desigualdades extremas no pueden acabar en la instauración de un régimen oligárquico donde una “casta” viva por encima del bien y del mal, instalada en la corrupción, en el fraude y el delito fiscal y una mayoría, silenciada y atemorizada, acepte como algo inexorable con tal de “sobrevivir”, el ser maltratados, esquilmados, vapuleados, ignorados, despreciados e insultados.
Democracia no es sólo depositar una papeleta cada cuatro años, a candidatos no elegidos por las bases, con listas cerradas y bloqueadas, con programas que no se cumplen y no pasa nada, con un sistema electoral que discrimina que un voto vale más que otro y donde la excusa es que hacemos lo que nos manda Bruselas.
Digamos claramente ¡basta ya! y tomemos las riendas de nuestro propio futuro rompiendo con este sistema bipartidista. Las víctimas son a diario y pocas salen en los titulares de la prensa dócil y subvencionada.
Un hombre de 46 años murió esta semana a causa de un infarto tras robar comida en un Lidl de la zona sur oeste de la Comunidad de Madrid, comida por valor de 10 euros y en el forcejeo con los empleados y con los guardas de seguridad que lograron esposarle, se desvaneció en una crisis cardíaca.
No hace mucho otro ciudadano se cortó las venas para no ser expulsado de su vivienda.
Frente a esto veo publicado en el diario ‘El País’ la lista de 35 personas que en España ganan una media anual de 2,35 millones de euros, personas de una media de edad de 65 años, en activo y con sólo 12 años de media en el cargo, todos ellos (35) presidentes de Bancos y de grandes empresas.
Estas políticas neo-liberales son verdaderas armas de destrucción masiva que están bombardeando la salud, la sanidad, la educación, la vivienda y la alimentación de los ciudadanos.
A la destrucción de la llamada clase media se une la depauperación, el empobrecimiento y la precarización creciente de las clases trabajadoras; a todas estas víctimas actuales con sus respectivos “daños colaterales”, hay que añadir lo que vendrá después.
De la misma manera que tras el desastre económico que supuso la caída del muro para las ex repúblicas soviéticas, hizo que cayese en picado la esperanza de vida en casi tres años en estos países hasta situarse por debajo de 66 años. Caída de las expectativas de vida tan brutal que en tiempos de paz, no tiene precedentes. El único ejemplo reciente comparable habría sido la epidemia del SIDA en algunos países del África subsahariana.
La principal causa de esta disminución de la esperanza media de vida en esos países durante la llamada transición al capitalismo salvaje ha sido las llamadas terapias de choque neo-liberales.
En esta otra parte de Europa, que algunos llaman aberrantemente Occidente, pues mezclan las dos orillas del Atlántico como si se tratase de una unidad, las llamadas políticas de recortes y de austeridad están sirviendo para desmantelar las instituciones de la economía social de mercado, sin sustituirlas por nada que sea realmente justo y eficaz, al contrario.
Aquí en España, el estado social de derecho, que proclama nuestra constitución nunca llegó a realizarse plenamente, siempre fue un estado social deficitario, ahora ya no es ni el esqueleto de la parca.
Hay que perderle el miedo al miedo y optar por las opciones que claramente se oponen a estas políticas neoliberales y ver como en otras latitudes, por ejemplo en algunos países de Hispanoamérica, sólo los que se han apartado de estas políticas están saliendo adelante con crecimiento y disminución de las desigualdades.
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