Egipto
Alejandra Durrell (8/6/2014)
El militar golpista, Abdelfatah al Sisi ha jurado su cargo como presidente de Egipto. Estados Unidos, Israel y la unión Europea le han dado su apoyo tras avalar los resultados electorales obtenidos. Como era de esperar la mayoría de los medios de comunicación españoles (el Grupo PRISA sobre todo, a través del diario ‘El País’ y la Cadena SER) han lanzado, aunque sin mucho énfasis, han apoyado al nuevo presidente, obviando la escasa participación y el escaso control en los colegios electorales.
Al Sisi ha prestado juramento en el Tribunal Constitucional Supremo, en El Cairo, aunque para él no ha cambiado nada, pues ya venía ejerciendo como presidente del país tras el cruento golpe militar que dio.
“Juro por Dios guardar lealtad al régimen de la república, respetar la Constitución y la ley, proteger los intereses del pueblo en su totalidad y preservar la independencia de la patria, su unidad y la integridad de su territorio”, ha afirmado Al Sisi, sin el más mínimo recuerdo para los centenares de muertos que ha causado su golpe ni los miles de presos que permanecen en lúgubres cárceles.
Abdelfatah al Sisi resultó vencedor con el 96,9% de los votos emitidos, pero con una muy importante abstención, bastante más de la mitad del electorado. Eso, sin contar el escaso acceso a las mesas electorales que ha tenido la oposición que aún se encuentra en libertad.
La traducción que hacen las cancillerías occidentales es que el actual presidente ha evitado que Egipto caiga en manos de los Hermanos Musulmanes, opinión coincidente con los que le han votado. Pero la realidad es que Egipto regresa a los tiempos de la dictadura, algo que a las democracias europeas y anglosajonas les importa un bledo.
Las promesas del actual presidente de acabar con la zozobra en la que está inmerso el país desde hace tres años parece más bien, eso, una promesa. Se desconoce el programa con el que Al Sisi piensa afrontar los numerosos problemas de Egipto y, menos aún, qué planes tiene para tratar de recuperar ciertos niveles de convivencia en una sociedad muy enfrentada.
No hay que olvidar que el depuesto presidente, Mohamed Mursi, salió vencedor en unas elecciones donde participó el 52 % de la población. En esta ocasión, muchos colegios electorales estaban sin representantes en las meses electorales, otros cerrados por ausencia de las componentes de las mesas y los que había abierto, la ausencia de votantes era más que evidente. No había colas kilométricas como la dictadura militar propalaba y que una parte importante de la prensa occidental se encargaba de recoger.
La elección de Abdelfatah al Sisi no ha despertado el entusiasmo que pretendían los militares ni los países que le apoyan. En su haber, el actual presidente tiene más de 3.000 muertos a las espaldas, 41.000 presos y 1.200 penas de muerte desde que se produjo el golpe militar. Eso,, sin contar las condenas a cadena perpetua.
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