Vladimir Putin y Barack Obama

Internacional
Cordura (28/11/2015)
De septiembre para acá, la cuestión siria ha entrado en una nueva dinámica que abona la impresión de que Rusia está cayendo en una trampa como en su día la URSS en Afganistán (años ochenta).

A petición de Asad, Rusia entra en Siria a luchar contra el Daesh. Unos cuantos golpes eficaces, y enseguida pone en evidencia a Estados Unidos, que llevaba un año haciéndolo “inútilmente” (¿para provocar a Putin? Recuérdese esto). En Ankara una marcha por la paz es objeto de un extraño atentado que mata a unas cien personas. Un avión ruso de pasajeros sufre un ataque en el Sinaí (mueren 224). Atentados en París atribuidos al Daesh: 130 ciudadanos
muertos (además de siete presuntos terroristas).

Entonces el G-20 se reúne en Turquía, donde Putin señala implícitamente como cómplices del Daesh a gobiernos allí representados. Rusia y Francia acuerdan coordinar sus ataques al Daesh en Siria. La resolución 2249 del Consejo de Seguridad de la ONU autoriza de facto a las distintas potencias a atacar a los terroristas en Siria e Irak (sin exigir la autorización de sus gobiernos, frente a la voluntad inicial de Rusia). Cae otro avión ruso, esta vez militar y en suelo sirio, abatido por Turquía (necesariamente, con la anuencia de la OTAN).

Aunque Putin no tiene un pasado pacífico ni moralmente impoluto, nadie podrá negar que frente a Occidente viene combinando grandes dosis de mesura y prudencia con sus bien conocidas frialdad, firmeza e inteligencia estratégica. Sus pasos, tanto en Ucrania como en Siria, reflejan temple y coraje no exentos de cautela ante un adversario al que sabe más poderoso.

Tras lo de París, multiplicó los gestos de buena voluntad que ya venía mostrando en las semanas previas. Prueba de ello fue incluir el lema “Por París” en sus misiles o enviar a Francia un cachorro para reemplazar a la perra policía perecida en los atentados.

Además, el presidente ruso se aprestó a declarar al país galo aliado de Rusia. Con estas bases, es inconcebible que ningún caza ruso pretendiera provocar a la OTAN entrando en Turquía.

La OTAN conoce la debilidad rusa y la explota. El derribo del caza es un nuevo recado, como el del avión comercial a finales de octubre, contra el recién adquirido protagonismo de Rusia en Siria. El mensaje imperial es claro: “Putin, no olvides quién manda aquí. No creas ni por un momento que pasarás de tener un nivel subalterno en la actual geopolítica mundial. De lo contrario, atente a las consecuencias.”

Los medios del Sistema-Imperio falsean la pugna en torno a Siria reduciéndola, en el mejor de los casos, a un duelo de ambiciones entre potencias enfrentadas. Semejante planteamiento prescinde del hecho de que la fuerza agresora es Occidente, y de que Rusia, al defender a Siria, se defiende también a sí misma, consciente de cómo la OTAN lleva décadas cercando su territorio.

Si a eso se añade que el hijo del atlantista turco Erdogan controla el tráfico de petróleo sustraído por el Daesh (secreto a voces, por más que lo calle la prensa “libre” occidental), ¿realmente hemos de creernos que la dramática situación actual se reduce a una cuestión de fanatismo religioso violento, como dan a entender los gobernantes occidentales?

Esperamos poder seguir analizándola en breve.

N. de la R.
Este artículo se publica con la autorización de Cordura.


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