Pedro Sánchez-Albert Rivera.
Pedro Sánchez-Albert Rivera.

España
José Luis Heras Celemín (23/4/2016)
«Los acuerdos entre PSOE y Ciudadanos son como la dictadura de Primo de Rivera».

La frase, según el Catedrático de Historia del Pensamiento Político de la Universidad Complutense de Madrid, Antonio Elorza, es de Juan Carlos Monedero, un ideólogo de Podemos que tiene fama de ocurrente.

Parece una afirmación simple con un significado único que pretende ridiculizar a Sánchez encumbrando a Rivera para beneficiar a quien no participe en su acuerdo para buscar gobierno. Pero, si se entra en el contenido teniendo en cuenta el momento en que nos encontramos, la realidad histórica que recuerda y lo que significa el concepto “dictadura”, se ve que la frase tiene, o puede tener, tres interpretaciones distintas:

La que pretende Monedero cuando refiere la “situación pactista” actual a la dictadura del general Primo de Rivera y aclara que en los acuerdos de hoy Rivera dicta y Sánchez hace el primo, ensalzando al primero y relegando al segundo a la postura de “tontaina”.

La que resulta cuando, como hace un socialista en defensa de lo suyo, se introduce una simple modificación y la frase se troca en «Los acuerdos son la dictadura al primo de Rivera», que produce un cambio de papeles para dar a Sánchez el rol de “lumbrera” en perjuicio de un Rivera que se convierte así en “bobalicón pazguato”.

Y la que aparece cuando en los acuerdos se tiene en cuenta únicamente el contenido y se prescinde de actores y personas para expresarlos con sencillez al margen de Primo de Rivera, de Pedro Sánchez y de Albert Rivera: «Los acuerdos entre PSOE y Ciudadanos son como la dictadura».

Porque es importante y nos atañe a todos, también porque es posible, detengámonos en esta última, ya que, por lo que se ha visto hasta ahora, esos acuerdos son algo más que «la resolución premeditada de varias personas», Sánchez y Rivera; o «el convenio entre dos o más partes», PSOE y C’s.

Ocurre, que en los acuerdos establecidos (declarados y ocultos) y en los movimientos que se han producido en torno a ellos, hay al menos dos tipos de “acciones” (al acordar o previas al acuerdo) y “efectos” (después de acordar y como consecuencias del acuerdo) en los que conviene fijarse:

Uno de estos tipos es el que corresponde a las acciones que se explican y difunden. Éstas, las 200 acciones redactadas, son las que se han explicitado en las comparecencias de portavoces, actores, figurantes y acompañantes en busca de notoriedad. Los “efectos de acordar”, por su parte, distintos a los “efectos a acordar”, se reducen a uno solo: echar a Rajoy del Gobierno con las consecuencias que esto produce.

Pero hay otro tipo de «acciones y efectos de acordar» aún más importantes que tienen su origen en una interpretación torticera (contra derecho, razón o justicia) de la realidad surgida de las urnas y en innovaciones también torticeras, valga la redundancia buscada, que han inventado los que suscriben los acuerdos para dictar actividades arbitrarias que merecen reseña:

– La que interpreta el resultado de las urnas como «decisión electoral de echar a Rajoy del gobierno», sin entender, o desentendiendo en propio beneficio, que unida a esa consecuencia está la decisión electoral de «no hacer presidente a ninguno de los pretendientes a serlo».

– La que entiende que el resultado implica la necesidad de unos pactos indefinidos, que dicen imprescindibles aunque no lo sean; y que son supeditados a la definición e intereses de los que los establezcan.

Todo ello. en virtud de un interés nacional que tienen la osadía de definir, al margen de un electorado, al que hacen rehén de un voto que interpretan a su antojo. Y en virtud del cual imponen decisiones, explícitas y ocultas, tomadas en unas reuniones larguísimas de las que sólo se da cuenta de forma parcial.

Se podrían hacer, se han hecho ya, todo un conjunto de razonamientos en contra de unas pretensiones del PSOE y C’s que han dejado de ser generales y partidistas para convertirse en aspiraciones de la pareja SánchezRivera y de sus adláteres.

Uno de los más conocidos es el que surge de la publicación del resultado de una encuesta en la que a la pregunta, ¿Aprueba los acuerdos entre PSOE y C’s?, aparece una respuesta contraria y mayoritaria con independencia de la tendencia política de los encuestados y el sentido de sus votos.

Pablo Iglesias, Diputado Nacional
Pablo Iglesias, Diputado Nacional

Otros, más conocidos, han surgido de otras dos encuestas, con la aureola de consultas, hechas por el POSE y Podemos con intenciones distintas: El primero para justificar que la decisión del pacto PSOE-C’S obedece a los dictados de la afiliación socialista; y el segundo para justificar una decisión contraria siguiendo el criterio de los simpatizantes de Podemos.

Si esto se llevara a efecto, con el acuerdo entre el PSOE y Ciudadanos no aparecería la dictadura que anuncia como mofa Monedero, o la contraria, sino la dictadura del acuerdo entre PSOE y Ciudadanos.

Con ella, Pedro Sánchez y Albert Rivera, o Rivera y Sánchez, tanto monta monta tanto, se estarían colocando en una situación ambigua, a medio camino entre demócrata de plató grandilocuente y dictador furtivo silencioso que no beneficia a nadie, ni siquiera a ellos mismos.

Es posible que en la órbita de Ciudadanos ya se hayan dado cuenta de esto y de cómo influirá en el futuro personal de Rivera la dictadura de este pacto. Puede que ésta sea la razón por la que, previendo el fracaso, se apunte otro tipo de acuerdo: Una imposición, también dictatorial al margen del electorado y acaso mejor camuflada, con un dictador independiente para el que buscaban apoyos.

Es lo que se sugería hace unos días.