Pablo IglesiasEspaña
Alejandra Durrell (4/1/2016)
Ayer domingo, Pablo Iglesias, líder de Podemos, mantuvo una rueda de prensa improvisada antes de entrar en la sede de su partido, donde iba a reunirse el Consejo Ciudadano. Pablo Iglesias lanzó un mensaje a uno de los “dos PSOE” para iniciar un proceso de diálogo con el objetivo de formar un gobierno alternativo al del Partido Popular, encabezado por Mariano Rajoy. En su alegato, Iglesias resaltó el “inmovilismo” de Susana Díaz, a la que criticó por estar cercana al PP en su estrategia de derribo de Pedro Sánchez.

Pablo Iglesias insistió en su línea roja, trazada en torno a la consulta en Cataluña, a la vez que apeló a los «sectores” más “sensatos» a acercarse a su partido frente a quienes tienen «una idea de España y de la justicia social muy parecida al PP y Ciudadanos», en una clara alusión a la presidenta andaluza Susana Díaz y a los presidentes autonómicos de Castilla La Mancha, Emiliano García-Page, y al de Extremadura,  Guillermo Fernández Vara. Respecto a la unidad de España a la que ahora tantos socialistas acuden, el secretario general de Podemos dijo: “este país se tiene que construir desde el diálogo y desde el terreno de la democracia y no de los tribunales”.

Np hay duda que el discurso político del líder de Podemos está causando estragos en las dilas socialistas. En algo más de una hora –su intervención ante el Consejo Estatal Ciudadano- expuso  las líneas de actuación del partido, pero a la vez criticó a algunos barones socialistas –sobre todo a Susana Díaz– que están llevando a los socialistas a «gran coalición» de gobierno con el PP y Ciudadanos.

No dejó escapar las figuras de Alfredo Pérez Rubalcaba, Pere Navarro, Carmen Chacón y Francisco Caamaño, que apostaban claramente por la «vía de la consulta», ahora una línea roja en el PSOE para llegar a acuerdos con Podemos.

Con una estrategia sumamente medida, desde Podemos se trata de dividir a los socialitas más de lo que ya están. En esa línea, Pablo Iglesias consideró a u sector del PSOE como “sensato”, que quiere “revertir las políticas del PP”, al que, por supuesto, ha tendido la mano. Al otro sector, al que se forma al lado de la presidenta de la Junta de Andalucía, Susana Díaz, del presidente de Castilla-La Mancha, Emiliano García-Page y del extremeño, Guillermo Fernández Vara, a los que ha tachado de “inmovilistas”, y que se sitúan en una estrategia que ayuda al PP, además de tratar de acabar con Pedro Sánchez. Al primer PSOE le tiende la mano –algo que le ha negado a la IU de Alberto Grazón– para conseguir un “gobierno alternativo” al de Mariano Rajoy.

La situación política de España se encuentra con novedosos escenarios. Uno de ellos, Cataluña, donde con seguridad se convocarán elecciones. Y el otro, el nacional, donde todo parece conducir a que habrá también elecciones. La casi imposible Gran Coalición entre el PSOE, PP y Ciudadanos, va haciendo cada vez más agua; y el tercer escenario, el de un acuerdo entre Podemos, PSOE y el resto de grupúsculos partidos, no parece prosperar.

La convocatoria de elecciones generales podría beneficiar al PP y Podemos, pero sería un desastre para el PSOE y Ciudadanos, pues la polarización del voto así lo indica. De hecho, tanto Podemos como PP, están poniendo en marcha su estrategia de campaña de cara a esos eventos electorales.

En el PP cuentan con recuperar a gran parte de los votos que se fugaron hacia Ciudadanos, viendo la poca “gasolina” que Albert Rivera pone a su maquinaria, y los incumplimientos que lleva a cabo entre el “no pactaremos” y sus desesperados alegatos buscando apoyos para Rajoy. Los votantes del PSOE el 20-D podrían hacerlo ahora a Podemos.

El debate en las filas socialistas –más bien entre los barones- puede inclinar la balanza hacia uno u otro lado: abstenerse en la investidura, formar parte de la Gran Coalición o llegar a acuerdos con Podemos. A todo esto, Susana Díaz se pone histérica y arremete contra la “insensatez” de Pablo Iglesias respecto a un referéndum catalán.

Pedro Sánchez sólo se podría salvarse, aunque de momento, si pacta con Rajoy –harto difícil- o con Pablo Iglesias, operación menos complica aparentemente. Pero la maquinaria del poder ha comenzado y todavía falta mucho para llegar a la meta.