Madrid (España)
espacioseuropeos (11/7/2016)
La organización ecologista Greenpeace ha vuelto a protestar de nuevo en Madrid contra el TTIP (Acuerdo Transatlántico de Comercio e Inversión). En esta ocasión, seis escaladores de la organización se han colgado con una pancarta en el conocido edificio Metrópolis del centro de la capital de España.
En la pancarta se podía leer “Sí podemos parar el TTIP”, dirigido al presidente estadounidense Barack Obama. La pancarta, de 60 metros cuadrados ha sido “la bienvenida de la organización medioambiental a la visita que hoy realiza a la capital el principal defensor del TTIP en EE.UU”, afirma Greenpeace.
Hay que recordar que mañana lunes, 11 de julio, comienza en Bruselas la 14º ronda negociadora del TTIP, y “aunque el Sr. Obama querría tener un acuerdo firmado antes de acabar su mandato, las elecciones presidenciales son en noviembre, todo indica que esto no va a ser posible”, afirma la organización en su página de internet.
Todo indica que Obama no conseguirá en su mandato la firma de ese acuerdo entre su país y la UE, y eso le preocupa. Las razones de Greenpeace son las siguientes:
Obama sabe que el escenario ha cambiado. Numerosas organizaciones de la sociedad civil, entidades locales y regiones, partidos políticos, sindicatos, asociaciones profesionales, incluidas asociaciones del sector empresarial, etc. se movilizan en estos momentos contra la nueva generación de tratados comerciales (TTIP, CETA, TISA). La filtración y posterior publicación por parte de Greenpeace Holanda el pasado 2 de mayo de los documentos de la negociación del TTIP han sido un revulsivo que ha permitido aflorar el poderoso movimiento europeo que se ha venido construyendo en los últimos años.
No cuela. La ciudadanía y las organizaciones sociales se están informando y saben ya que no se están negociando “acuerdos comerciales”, sino verdaderos procesos constituyentes que buscan cambiar las reglas del juego democrático, la forma en la que se legislará en el futuro en materias que afectan directamente a nuestra forma de vida y que, además, dan más peso aún a esa justicia paralela hecha a medida de las grandes corporaciones, el denominado Sistema Judicial de Inversiones. De manera especial, los ciudadanos sabemos ya lo mucho que nos jugamos en esta batalla en la que bajo el TTIP se preparan nuevas relaciones de poder y se reduce la soberanía de los estados.
Los antecedentes no son buenos, y Obama lo sabe. El impacto sobre el empleo y la deslocalización del NAFTA (acuerdo entre US, Canadá y México) o el tratamiento de algunos aspectos en el TPP (el acuerdo transpacífico entre un amplio número de países que rodean este océano) no son aliados a la hora de vender este nuevo tratado. En lo que a los ecologistas nos incumbe, los compromisos y acuerdo en materia ambiental salen mal parados. En el caso del Acuerdo de Asociación del Pacífico (TPP), el ex Secretario General de Medio Ambiente en la primera legislatura de Zapatero, Antonio Serrano, afirmaba hace ya tiempo que el Capítulo Medioambiental del Texto Consolidado aparece como un “añadido amable del Acuerdo”. Vamos, que va de florero.
La estrategia de la Comisaria de Comercio Malstrom de enviar mensajes tranquilizadores y desmintiendo las evidencias de los textos filtrados no están funcionando. Por más que diga lo contrario los hechos recientes (Reglamento Reach, Directiva de Combustibles fósiles, pesticidas en frutas importadas de US) demuestran que el medio ambiente y la salud pública no están saliendo bien paradas de las negociaciones sobre el TTIP. Aún sin estar finalizado y firmado el acuerdo, ya estamos perdiendo. En este sentido, es revelador que ninguno de los capítulos filtrados haga referencia a la regla de Excepciones Generales de la Organización Mundial del Comercio (OMC), que permite a los estados regular las reglas de comercio “para proteger a los seres humanos, la vida animal y vegetal o la salud” o para “la conservación de los recursos naturales no renovables”. Tampoco se nombra el acuerdo sobre el Clima de París, la COP21, acuerdo firmado por la UE y EEUU, que dejaba claro que debemos mantener el incremento de la temperatura mundial por debajo de 1,5ºC. Ni los Objetivos de Desarrollo Sostenible de Naciones Unidas o los Convenios de la Organización Internacional del Trabajo.
Otra preocupación del Sr. Obama es el hecho de que los responsables de la Unión Europea, presionados por los movimientos ciudadanos, se ven en la “obligación” de defender el principio de precaución ante sus homólogos estadounidenses. Esto no estaba en el guión y no hace más que aumentar las contradicciones de los negociadores y permite focalizar la atención de europarlamentarios y organizaciones sociales durante las negociaciones. Hasta la fecha, el texto del acuerdo no hace ninguna referencia al “principio de precaución”, principio consagrado en el Tratado de la UE, pero que no se menciona en el capítulo sobre Cooperación Reguladora, ni en ningún otro de los 12 capítulos publicados. Si se impone el modelo regulador de US, pasaremos a depender de los poderosos lobbies industriales y su papel determinante en las decisiones en materia ambiental, de etiquetado, pesticidas, etc.
La nueva acción de Greenpeace contra el TTIP pretende parar ese acuerdo entre USA y la Unión Europea, y aduce –como eslogan- que No queremos carne hormonada, fracking ni un retroceso en nuestros derechos, y piden que se firme en su página de internet para exigir a los partidos políticos, con representación en el Congreso de los Diputados y en el Parlamento Europeo, “que se posicionen contra el TTIP y el CETA”.
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