
Mi Columna
Eugenio Pordomingo (28/9/2019)
La jornada de ayer fue un día de protesta en muchos de los países más ricos del mundo para defender el Planeta, para luchar contra la contaminación y en defensa del clima. Fue una jornada lúdica, también de lucha, pero sin identificar a nadie ni señalar los asuntos que deben preocuparnos. No obstante, lo de ayer debería ser un tirón de orejas, un toque de atención a las autoridades, nacionales e internacionales, para que tengan un mínimo de sensibilidad.
Se me hace un tanto hispido que determinados especímenes sociales posean algún grado de sensibilidad, pues cuando un ser humano pierde alguna de sus capacidades para percibir sensaciones a través de los sentidos, el cerebro se hace vago y no está en condiciones de recuperar esas emociones. La consecuencia es que esas personas llegan a tener menos sensibilidad que una almeja. Y eso les suele pasar a aquellos que desde sus poltronas egoístas y avariciosas nos dominan.
La duda que me invade es si esa denuncia –la de ayer- va a ser recogida por la clase política, institucional y empresarial. Mucho me temo que por un oído les entra y por otro les sale.
La Huelga Mundial por el Clima tuvo eco en casi toda España, aunque menos del que algunos esperábamos. La lucha en contra del cambio climático fue histórica –según se dice- porque se produjo a nivel mundial (yo creo que solo en los países ricos). En Madrid –quizás la ciudad europea que más personas congregó esa “huelga por el clima”-, se manifestaron miles de personas (más de cien mil), que marcharon desde la Plaza de Atocha hasta la Puerta del Sol, acompañados por eslóganes en defensa del planeta, cánticos, batucadas y miles de pancartas. Mucha juventud; y los yayo-flautas portando sus llamativos chalecos amarillos.
En general se pedía a la clase política y empresarial, luchar de forma decidida para evitar un tenebroso cambio climático, pues de lo contrario la herencia que dejaremos a las próximas generaciones será, además de nefasta, irreversible.
Como era de esperar los líderes emergentes se hicieron notar, ya se sabe, estamos en campaña electoral y hay que arañar votos de donde sea. Pero aquí no vamos a citar nombres, para eso tienen a los medios de comunicación habituales que, lamentablemente, son casi todos.
Mañana será otro día; mañana seguiremos tirando en medio del campo los escombros de las obras que hacemos en nuestras casas. Mañana seguiremos enfangando nuestras playas y ríos. Mañana seguiremos tirando pilas, baterías, muebles, colillas, plásticos y cualquier objeto, donde nos pille más cerca, los “puntos limpios” están algo lejos.
Mañana será otro día. Se seguirá edificando en cauces naturales para que cuando llueva se produzcan inundaciones. Mañana no se denunciará a un alcalde, diputado o funcionario, pues eso podría fastidiar a nuestra formación política y beneficiaría al contrario. Mañana los comités de empresa de grandes empresas no denunciarán a su compañía, pues de lo contrario se les acabó el chollo. Mañana los gobiernos occidentales y empresas multinacionales tratarán de camuflar la contaminación que causan y compraran su cuota de “contaminación” a países pobres.

Mañana darán el Premio Nobel de la Paz a la joven sueca, Greta Thumberg; y mañana olvidaremos –si es que lo conocemos- que a diario (sobre todo en Colombia y Brasil), mueren asesinados activistas que llevan años defendiendo y luchando por la Tierra. Pero esos no cuentan, no son conocidos, no salen en la prensa ni en la Tele.
Mañana, entidades farmacéuticas, seguirán tirando al mar, en las costas de la isla de Annobón (Guinea Ecuatorial), sus residuos tóxicos, pero eso no cuenta, nuestros hijos no lo padecen.
¡Mañana será otro día! ¡Vivan las batucadas!
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Etiquetas:
clase política, contaminación, Huelga Mundial por el Clima, medio ambiente, Salvar el planeta