Eugenio Pordomingo

Mi Columna
Eugenio Pordomingo (12/1/2020)
Poner titulo a un artículo siempre es complicado. Buscar la frase, a ser posible corta que resuma el contenido y además atraiga al lector, es harto dificultoso. Y más, cuando se tocan asuntos complejos, complicados. En un principio se me ocurrió titular el presente así: “¡Comportamiento poco digno!”; luego pensé otro, “¡Vergonzoso!”. Y al final me decidí por el que aparece aquí, que de alguna forma recoge, sintetiza, los dos anteriores. Pues vergonzoso e indigno me parece el comportamiento de los gobiernos españoles –de los anteriores y el de ahora-, de la clase política, de la mayoría de las instituciones internacionales, especialmente la ONU,  y de una parte importante de los medios de comunicación.

No voy a entrar ahora en el lacrimógeno recurso de la Madre Patria, de la Hispanidad, de los pueblos que hablan el español, ni de que Guinea Ecuatorial fue colonia y después provincia española. No. Ni tampoco trataré sobre el grupo de políticos-lobistas españoles. Pero, qué duda cabe, que todo ello va implícito en este modesto texto.

Dentro de unos días se cumplirán dos meses del secuestro de cuatro miembros del grupo opositor  MLGEIIR (Movimiento de Liberación de Guinea Ecuatorial III República),  llevado a cabo por orden del Presidente de Guinea Ecuatorial, Teodoro Obiang Nguema. Desde entonces, familiares, amigos y miembros de esa asociación política están manteniendo una frenética lucha por dar a conocer lo sucedido y, sobre todo, para evitar que sean asesinados. Así de claro.

Familiares, amigos y miembros del MLGEIIIR han acudido a las autoridades españolas y de otros países para denunciar la gravedad de lo sucedido y recabar su ayuda y amparo. Pero ni lo uno ni lo otro les ha llegado. Han tenido una Navidad triste y unos Reyes Magos pacatos, que ni siquiera les han contestado con el simple y preceptivo “recibido”.

La respuesta a esas peticiones ha sido nula. Ni el Presidente del Gobierno de España, Pedro Sánchez, ni la Mesa del Congreso de los Diputados, ni los diputados a título personal han tenido la más mínima delicadeza de ponerse en contacto con los familiares más cercanos de los secuestrados. Tanto cuesta haberles dicho “Sentimos lo que ha pasado. Estamos haciendo todo lo posible para que vuelvan a casa.

Los partidos políticos españoles y los medios de comunicación, a los que les han mandado misivas explicando lo acontecido, han hecho odios sordos y miran para otro lado. La Policía Nacional, Interpol, Ministerio de Justicia y Asuntos Exteriores –entre otras instituciones- están al tanto de lo que rodea a este secuestro, pues, como digo, han sido informados. A todos ellos les han pedido, suplicado, que hagan algo para evitar que les torturen y, sobre todo, que no les maten. Así de claro.

Silencio, silencio y más silencio. La sensibilidad no está de moda, no se lleva. Y parece que preocuparse por la vida de los secuestrados y del estado de sus familiares no es “políticamente correcto”.

De buena fuente sé que ha habido contactos con embajadores europeos afincados en Madrid, pero de momento, que conozca, sin resultados positivos. Los cuatro secuestrados siguen en una de las cárceles, más bien mazmorras, de la dictadura guineana. Llegan noticias desalentadoras, que dicen que han sido torturados. El hermetismo es total.

El Parlamento Europeo, ONU, FMI, Cruz Roja Internacional y otras instituciones también han sido contactados por familiares y el MLGIIIR. Pero el silencio, el mutismo, es la única respuesta.

A pesar de ello, hay síntomas de que algo se mueve entre bambalinas. Desde que se produjo el  secuestro, Teodoro Obiang Nguema, se ha dirigido en más de una ocasión a su íntimo entorno, abroncándoles por su cobardía y de dejarle solo ante los ataques que está recibiendo. En una de esas plañideras arengas –reunión a la que se sumaron preeminentes de Mongomo-, les espetó que se “encuentra viejo y enfermo, que ya no tiene muchas fuerzas para seguir”; que ellos –familia y amigos-políticos se han hecho ricos gracias a él, pero que no se lo agradecen lo suficiente.

Sin embargo, ese reconocimiento de lo que tiene lugar en lo más recóndito de las entrañas del régimen guineano, no se traduce en un cambio de actitud, en un arrepentimiento serio y  público, que conduzca a una verdadera mesa de diálogo. Más bien acontece todo lo contrario, deriva en más y más detenciones, encarcelamientos, torturas y muertes. La ira, la rabia, la desesperación y la venganza, es de tal calibre que nadie escapa a sus garras. Y en caso de sospecha, ni los más íntimos se libran.

Tras los secuestros de los cuatro militantes del MLGE IIIR –y un estadounidense de origen chadiano, Abdelkérim Affatimé Bachar-, una ola de represión se extiende por Guinea Ecuatorial. Retirada de pasaportes, destituciones y arrestos domiciliarios se producen a diario. Ahora les ha tocado también a los que han servido a la dictadura. La lista de gente de su entorno más cercano que es objeto de su ira va en aumento y en proporción directa al número de horas de tortura que sufren los detenidos.

Teodoro Obiang Nguema.

¿Cómo es posible que el secuestro de cuatro miembros del MLGEIIIR (dos de ellos de nacionalidad española y exmilitares profesionales del Ejército Español, y los otros dos residentes en España desde hace más de 15 años) no haya sido ampliamente recogido por la prensa española?

¿Cómo es posible que los dos partidos políticos, PSOE y Unidas Podemos –ahora coligados-, que tienen el progresismo por bandera, no hayan movido un solo dedo desde que se conoció ese secuestro? PP, Ciudadanos y VOX, otro tanto de lo mismo.

En esta ocasión sí se hizo eco, aunque varios días después, el diario El País –con un texto similar al que publicó Espacios Europeos el 21 de noviembre, y al comunicado de prensa del MLGEIIIR (24 de noviembre). El artículo, firmado por Miguel González, periodista con excelentes contactos institucionales, escribía el 25 de noviembre que “El Ministerio de Asuntos Exteriores [español] remitió este lunes una nota verbal a las autoridades de Malabo en la que reclama información sobre el paradero de los ciudadanos españoles y solicita realizar una visita en prisión para prestarles asistencia consular, según confirmó un portavoz del departamento que dirige José Borrell”.

El PDGE (partido político de Obiang Nguema) respondió molesto en su página de internet, mostrando el malestar del presidente guineano porque España no hubiera atendido su “llamado” sobre el supuesto intento de golpe de Estado de diciembre de 2017, a la vez que, de alguna forma, reconocía que los secuestrados se encontraban en Guinea Ecuatorial.

La dictadura se agota, se acaba. Las presiones empiezan a notarse. Un síntoma: la misma Unión Africana, tan proclive a la  dictadura guineana, ha enviado a un emisario para transmitirle a Obiang que debe liberar a los secuestrados, aunque para esa labor haya empleado el paraguas de los Derechos Humanos. El encargado de llevar ese mensaje ha sido el primer ministro de Etiopia. No hay duda que la UE ha sido la promotora de la gestión.

Otro indicio, el Grupo de Expertos TrialWatch de la Fundación Clooney para la Justicia, que en nombre del Centro de Derechos Humanos del Colegio de Abogados de los Estados Unidos, que estuvo presente en el macro-juicio celebrado en Bata en febrero de 2019, contra los acusados de intento de golpe de Estado, que en su día informó que hubo “violaciones y torturas previas” al juicio, y “degradación de imparcialidad y e independencia judicial”, al parecer ha denunciado en el Congreso de Estados Unidos el secuestro de Abdelkérim Affatimé Bachar ciudadano estadounidense.

Y más: los países que denunciaron el secuestro ante la Unión Europea (Portugal Suecia, Suiza y Finlandia), están a la espera de que se vote sancionar a la cúpula de la Seguridad del dictador guineano. Es un primer paso. No hay duda que el cerco se va cerrando.

Para que no se nos olvide, los secuestrados el 15 de noviembre de 2019 son Martín Obiang Ondso, Bienvenido Ndong Ondo, Feliciano Efa Mangue y Julio Obama Mofuman. Hay que recordar que otros dos guineanos fueron secuestrados hace unos meses en Togo, son: Francisco Mjcha Obama, refugiado político en España y Fulgencio Obiang Esono, refugiado político en Italia.+