Soldados rusos.

Mi Columna
Eugenio Pordomingo (7/3/2022)
Hace ahora ocho años, Estados Unidos mandó “a la mierda a la Unión Europea” por no seguir sus dictados en relación con la que podríamos llamar operación ´Ucrania para nosotros´. Por entonces publicamos un  artículo sobre ello, firmado bajo el seudónimo de Alejandra Durrell, titulado ´¿Aliados? Una diplomática de Estados Unidos manda “a la mierda a la Unión Europea”, por no seguir los dictados de su país´.

La autora de lanzar esa frase nada diplomática fue la entonces Secretaria Asistente de Estado para Asuntos Europeos, la señora Victoria Nuland.  No fue un “escape” verbal si más, pues esa funcionaria ha desempeñado cargos de responsabilidad en la Administración estadounidense, entre ellos el de Representante Permanente de los Estados Unidos ante la OTAN desde los años 2005 hasta 2008; más tarde fue nombrada portavoz del Departamento de Estado. La Wikipedia nos aporta más datos de ella: “de 2013 hasta enero de 2017 fue responsable de la política exterior para asuntos europeos y euroasiáticos. Fue directora ejecutiva del Center for a New American Security desde enero de 2018 a febrero de 2019. El 5 de enero de 2021 se anunció que el presidente electo Joe Biden nominaría a Nuland para servir como Subsecretaria de Estado para Asuntos Políticos en el equipo de Antony Blinken”.

Por su carrera profesional y los cargos ostentados vemos que es una persona que no habla por hablar, dice lo que “tiene que decir” de acuerdo con su gobierno. Y en aquellos momentos estaba muy molesta con la indecisión de la UE.

Veamos. En una conversación telefónica mantenida allá por 2014, con el embajador estadounidense en Ucrania, Geoffrey Pyatt, la tal Victoria Nuland, le espetó lo siguiente: “Así que sería genial, creo, ayudar a unir esto con la ayuda de la ONU y ya sabes, que la UE se vaya a la mierda”. La  frase la acompañó la funcionaria estadounidense con un que se jodan, refiriéndose a los europeos.

Queda claro que Nuland mostraba así su decepción por la postura mantenida por entonces por la Unión Europea ante la crisis política ucraniana. Una muestra del grado de implicación de su país en la crisis política ucraniana. Como vemos el asunto no es nuevo, viene de lejos.

Algunos de los párrafos de esa conversación muestran la injerencia de EE. UU., en los asuntos internos de Ucrania. Por ejemplo, Nuland dice: “Yo no creo que (Vitali Klitschko) deba entrar en el gobierno. No creo que sea necesario. No creo que sea una buena idea”.

Joe Bide.

La conversación entre los dos diplomáticos estadounidenses fue filtrada a través de Youtube (Julian Assange no estaba lejos) mientras Nuland se encontraba en Ucrania de visita. Primero se entrevistó con el presidente Viktor Yanukovych, después se dedicó a entregar alimentos a los manifestantes opositores, no sea que sus fuerzas decayeran.

La oportuna filtración provocó que la maleducada diplomática se viera obligada a pedir disculpas a sus colegas europeos. Entre tanto, la Administraci

ón del demócrata y Premio Nobel de la Paz,  Barack Obama, sugería que Rusia estaba detrás de la filtración, lo que dio lugar a que otro alto funcionario ruso afirmase que Estados Unidos estaba “interfiriendo crudamente” en los asuntos de Ucrania. Por su parte, el portavoz de la Casa Blanca, Jay Carney, en el transcurso de una conferencia de prensa diaria, se vio obligado a confirmar que el director de la CIA, John Brennan, estuvo en Ucrania (abril de 2014), pero negó las acusaciones de que hubiese alentado a la oposición ucraniana para que llevase a cabo “operaciones tácticas”, tal y como habían afirmado medios de comunicación rusos. Para la Administración Obama, la visita a Kiev del director de la CIA era un viaje rutinario, simplemente para «fortalecer la cooperación de seguridad«.

Las presiones de Estados Unidos junto con las de algunos países europeos junto a las manifestaciones de sectores ucranianos,  fueron de tal calibre que el presidente ucraniano, Viktor Yanukovych, ofreció el puesto de primer ministro al líder opositor Arseniy Yatsenyuk.

En las conversaciones filtradas entre  Nuland y el embajador estadounidense en Ucrania, Geoffrey Pyatt, a las que aludo anteriormente, en la primera le dice: “Klitschko deba formar parte del gobierno (…) no creo que sea necesario. No creo que sea una buena idea”.

Por si el número de actores en escena fuera escaso, se sumó el entonces secretario general de la ONU, Ban Ki-moon, que comunicó a Victoria Nuland que iba a nombrar a Robert Serry, ex embajador de Holanda en Ucrania, su representante en Ucrania.

Lógicamente, la noticia le pareció muy bien a Nuland, ya que de “esta forma tendríamos a la ONU ayudando a solucionar la situación”, dijo. Para seguir: Y sabes, que se joda la Unión Europea. Ban Ki-moon le rio la gracia.

Estados Unidos no pudo negar lo evidente de la filtración de esas conversaciones, pero eso sí, echo la culpa de ello a Moscú, faltaría más.

La intromisión de Estados Unidos en los asuntos europeos es más que evidente, como lo es el pertinaz enfrentamiento con Rusia en Ucrania, como en otras partes del mundo.

Vladimir Putin, Presidente de Rusia. Foto Sputnik.

Las “revoluciones de colores” (“Revolución Naranja” de Ucrania; “Revolución de las Rosas” de Georgia; “Revolución de los Tulipanes” en Kirguizistán, etc.), diseñadas, planificadas y puestas en práctica con toda seguridad desde Estados Unidos, no parece que den resultados óptimos para sus creadores.

En agosto de 2009 Cordura dejó escrito en este digital lo siguiente: “El esquema que siguen es bastante típico (ver, por ejemplo). Incluye movilizaciones supuestamente inspiradas en la no violencia (por lo cual a veces también se las llama “revoluciones de terciopelo”, como la de Praga de 1989), amplia participación estudiantil, de ONG y de sectores de la clase media, identificación del movimiento con un color o con un objeto colorista (flores), creciente presión internacional, etcétera. Como herramientas, se hace amplio uso de Internet y de los mensajes (y vídeos) procedentes de teléfonos móviles”.

Sigue Cordura con este argumento: “La apariencia que dan es la de tratarse de movimientos espontáneos, surgidos por lo general como reacción a la arbitrariedad de un régimen de corte autoritario. La realidad no coincide exactamente: la financiación y orquestación de estos “golpes suaves desde Estados Unidos es ampliamente reconocida hasta por la prensa del Sistema (incluidos no sólo el británico ‘The Guardian’, sino también ‘The Washington Post’ y ‘The New York Times’). No es extraño que cuando estas revoluciones triunfan, sus gobiernos sean tan afines a Occidente y sus políticas económicas tiendan a ajustarse a patrones propios del capitalismo neoliberal”.

La presión de la “revolución naranja” continuó hasta que más de 20.000 manifestantes concentrados en la Plaza de la Independencia de Kiev, lograron que el presidente Víctor Yanukóvich dimitiera.

Por entonces comentamos en este digital que “Se vislumbran posibilidades de reconducir la situación, pero no hay que olvidar que Estados Unidos persigue que Ucrania rompa sus ataduras con Rusia y se meta de hoz y coz en la UE. Rusia, sin duda, va a tratar –lo está haciendo ya- de que no sea así. En todo ese entramado de interese económicos y geoestratégicos, no hay que olvidar la actuación de Estados Unidos en la ex Yugoslavia y en Kosovo, recuerdos nada positivos para los ciudadanos europeos”.

De todo esto hace 8 años. La situación ha ido empeorando, con una diferencia, ahora la Unión Europea  se ha mostrado genuflexa ante las peticiones de Estados Unidos y no ha agotado la vía diplomática. Y Vladimir Putin se ha lanzado por el estrecho camino que le han dejado. La invasión de Ucrania, la guerra –como se quiera llamar-, con desastrosas consecuencias para miles de ciudadanos europeos, sobre todo rusos y ucranianos.

Estados Unidos no va a padecer las consecuencias de miles de muertos y heridos, destrucción de ciudades, deterioro de la economía, ni millones de migrantes. Eso ya  lo está sufriendo Europa. Y no las clases dirigentes ni las oligarquías –que también en Occidente las hay-, sino el pueblo llano, los ciudadanos.

En estos momentos, yo, humildemente, reclamo, pido, exijo, la presencia de la ex canciller alemana Angela Merkel, la única que al parecer tenía sentido común en esta Europa. ¡Vuelve Angela, yo te lo pido!