Sin Acritud…
Ángel Luis Martín (5/7/2024)
El conocimiento y el análisis de la Historia es ahora y dada la confusión reinante, apremiante. Son tiempos amenazantes, y aunque nunca existió la calma desde que el hombre empezó a caminar sobre la tierra, la angustia por el futuro, parece instalada dentro de nuestras cabezas.
El auge de un pseudofascismo en Europa, que no desea ser denominado así y que, por otra parte, no comparte con el fascismo histórico el refuerzo enorme del poder del Estado y las políticas de protección social: al contrario, es fanático defensor del libre mercado y de un capitalismo sin control, dejado a sí mismo, siguiendo las enseñanzas de Friedich Hayek y demás acólitos dogmáticos hasta el fundamentalismo. Son estas ideas, las imperantes en el mundo. Como una nueva religión desvelada en el nuevo monte Sinaí, que es Wall Street.
El retrato de Friedich Hayek, sin duda debe presidir el lecho de Javier Milei cual sustitutivo del Crucificado: un idealista rebelde y peligroso. Solo hay tres retratos que acompañan al gran profeta Hayek: un señor de largas barbas con apariencia de ser rabino; un retrato del propio Javier Milei, cantando y bailando sobre un escenario, con los ojos saliéndose de sus órbitas y el retrato dedicado de Isabel Díaz Ayuso, con largo vestido carmesí y sin novio o acompañante.
Se desea retornar al puro liberalismo del XIX. Karl Marx estaría descansado y lleno de optimismo: descansado, porque ya no sería necesaria una nueva investigación densa y profunda sobre los mecanismos del capitalismo; esperanzado, porque ese mecanismo que permanece inalterado en lo esencial, conduce, por las propias contradicciones del sistema capitalista, a su suicidio. Claro es, que algún empujón, ayudaría a la autoinmulación y acortaría los tiempos.
De igual manera, Rosa Luxemburgo, se siente descansada: ya no es necesario desenmascarar a una socialdemocracia, cómplice de la oligarquía. También ella sola, se ha suicidado en Europa. En España resiste Pedro Sánchez, ayudado por Yolanda Díaz pero Rosa Luxemburgo, viendo el panorama socialdemócrata europeo, no cree ya necesario el esfuerzo.
Pero existe un problema: la clase obrera no existe, carece de su propia conciencia.
Los largos años de liberalismo a ultranza y sus medios de comunicación de masas, han impregnado a la población. Todos piensan que son clase media.
El gran problema se ha presentado, con la a fiereza que tiene la cruda realidad del salario menguante; el precio de los alimentos, la vivienda etc. Sobreviene la frustración y ésta es como un muñeco sin cerebro: desarticulado, mueve brazos y piernas sin raciocinio.
En Argentina, el muñeco votó a Milei, que a su vez es un muñeco o títere del poder económico mundial.
Será interesante observar los acontecimientos argentinos, sin perder de vista a Rusia, a China y unos Estados Unidos con la peligrosidad que conlleva un animal poderoso, herido.
Argentina es un experimento: una mezcla explosiva de ultraliberalismo moribundo que no quiere morir y un autoritarismo cuya virulencia irá graduándose en virtud de las circunstancias, es decir de la capacidad de respuesta de una población al borde de la desesperación y de nuevo frustrada. Se verá, si es capaz de reconocerse en un espejo y deje de mirarse en las pantallas de los medios de comunicación.
La Historia nos dice que el fascismo y el nazismo fueron apoyados por el liberalismo político y económico. Abiertamente. Que auparon al poder a esas ideologías consistentes en mostrar como solución, a una población temerosa y en crisis, chivos expiatorios: minorías étnicas o de otro tipo, enemigos internos o externos.
Una población necesitada de que se abriera una puerta mágica, el fin de la frustración. Tras la puerta, aguardaban los monstruos.
Este actual ultraliberalismo que se tiñe de pseudofascismo, muy púdicamente, recuerda aquellos terribles tiempos, aunque se nos muestre con mesura calculada. La Historia nos dice que el liberalismo, el gran poder económico mundial, creyó tener bajo control a su criatura.
No fue así. Quizás no puedan darse las repeticiones o quizás sí o se produzcan de otra manera también nefasta.
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