los-mercados-frente-a-los-pueblosCordura (17/5/2010)
1º de mayo de 2010. En Times Square, una zona de teatros muy concurrida de Nueva York, es hallado un coche cargado de explosivos. Gracias al temprano descubrimiento se previene una masacre. El intento de atentado es pronto atribuido a un estadounidense de origen paquistaní y se vincula con los talibanes de este último país, a su vez asociados con la inevitable Al Qaeda. A raíz de los hechos vuelven a extremarse las medidas de seguridad y varios parlamentarios proponen endurecer la legislación antiterrorista. Los proyectos de ley incluyen reducción de las garantías para los sospechosos detenidos.

5 de mayo. Paralelamente, ya desde meses atrás, en Grecia las calles vienen bullendo de manifestantes contra las medidas del gobierno «socialdemócrata» de Yorgos Papandreu, dictadas al alimón por la Unión Europea (UE) y el Fondo Monetario Internacional (FMI). En el día indicado, durante una de las jornadas de lucha, mueren tres personas en extrañas circunstancias. Los sucesos se inscriben en el marco de la desconfianza de los mercados financieros hacia la capacidad financiera griega. Todo ello acontece, a su vez, sobre el fondo de la crisis sistémica (Niño Becerra dixit en su libro El crash del 2010) iniciada hace unos dos años y medio en el mundo «desarrollado», y que ha ocasionado una recesión masiva con el consiguiente recurso al endeudamiento público.

10 de mayo. En vista de que los especuladores, con sus movimientos en dichos mercados, vienen agravando las condiciones de la deuda griega (pero también de otros países, como por ejemplo España), la UE y el Fondo Monetario Internacional (FMI) comprometen 750.000 millones de euros para asistir a los estados en peligro.

Los mercados se fijan en España
12 de mayo
. Dos días después, ante la insistente comparación de Grecia con España, el presidente del gobierno español, José Luis Rodríguez Zapatero, anuncia la aplicación de unas medidas de ajuste económico impuestas por la UE, el FMI y su amigo-jefe Obama. Consisten en una rebaja de los sueldos de los funcionarios, congelación de las pensiones y otros recortes en gasto público y social. No parece que vaya a ser el único lote de medidas previsto.

La decisión resulta más llamativa por cuanto el gobierno español venía tratando de convencer al pueblo de que la recesión ya se estaba remontando. El 0,1% de aumento del PIB en el último trimestre indicaba que ya hemos recuperado la famosa «senda del crecimiento». Incluso el paro en abril, según los datos del Ministerio de Trabajo, había descendido por primera vez en muchos meses. ¿Por qué entonces esas drásticas medidas, inéditas en nuestra «democracia» y que más bien, según muchos observadores, pueden perturbar la consolidación de las tendencias positivas de la economía?

La respuesta está en «los mercados». Ya previamente se estaban ensañando con Grecia, señalando su alto déficit presupuestario y su elevada deuda pública. En tales condiciones, cunde la alarma porque -se afirma- el estado griego podría tornarse insolvente. Es una cuestión de (supuesta) credibilidad, fundamentada sobre todo en el subjetivismo de los mercados y de las agencias calificadoras. Éstas, básicamente estadounidenses (Standard & Poor’s y otras), y a su vez aliadas con el eco propagandístico de los medios del Sistema (Financial Times, Wall Street Journal…), son capaces de provocar de un día para otro una crisis de confianza respecto a la solvencia de una economía. Con mayor razón si éste ya lleva tiempo bajo sospecha.

Mbuitres-de-la-economiaenos grave era y es la situación española, pese al ataque que sufre también nuestro país. Pero el pretexto para intervenir aquí era que la economía hispana, aunque no tan «averiada» como la griega, es de una dimensión mucho más grande (PIB cuatro o cinco veces mayor). Un colapso de la misma podría tener efectos aún más dramáticos. Quedaría demasiado empañada la imagen del euro, lo que afectaría al conjunto de los países adscritos a esta moneda. Algo que no debe consentirse.

Lo curioso, y quizá muy grave, es que, al socaire de estas dudas sobre la economía española, los intereses pagaderos a los inversores que compran la deuda pública emitida por el estado español han ido creciendo, con la consiguiente ganancia para aquéllos. Además, como los bonos son negociables, va hinchándose una nueva burbuja, esta vez basada en la deuda, cuando aún nuestro país, como el resto de Europa y del mundo, no se ha repuesto de los efectos de la burbuja inmobiliaria. Esto significa que hay gente que está ganando un montón de dinero gracias a los apuros financieros (tal vez, sobre todo políticos) de la nación española.

La «protección» frente a los mercados
En las últimas semanas se ha escuchado y leído frecuentes alusiones a los «ataques [especulativos] de los mercados» contra el estado español. Los propios medios del Sistema han aludido reiteradamente a la necesidad de «defenderse» frente a ellos, llamándolos incluso «manadas de lobos». Quién lo iba a decir… Va a resultar que el mercado, el sagrado fundamento de nuestra economía libre y de nuestra prosperidad, se comporta como un enemigo del que hay que protegerse.

Pero, para que nuestro asombro sea completo, finalmente hemos sabido en qué consistía esa «defensa» o «protección» frente a los mercados: en rendirse a ellos. Eso es lo que han hecho los gobiernos griego y español con las medidas aplicadas (impuestas por instituciones internacionales, pero llamativamente coincidentes con los intereses de los operadores bursátiles, como lo prueba la positiva reacción inmediata de éstos a las mismas).

No por ello, sin embargo, la incertidumbre ha cesado. Tras una jornada, la del 13 de mayo, de inéditas ganancias bursátiles, los días siguientes volvieron a una realidad gris o incluso aún más oscura. El viernes 14, otro «viernes negro», la Bolsa española cayó como no lo hacía desde 2008. Y el euro, pese a los planes de ajuste, sigue cayendo frente al dólar (ya ha perdido un 12% desde comienzos de año).

Según algunos expertos, ahora resulta que el problema no es tanto la solvencia sino la escasa confianza en el crecimiento de las economías europeas. Un crecimiento que, ya lo decíamos arriba, ¡puede haber sido amenazado por los propios planes de ajuste! En palabras de Emilio Ontiveros, presidente de Analistas Financieros (el ripio no es nuestro), «los inversores están vendiendo euros no tanto por temor a la insolvencia de algún país del euro, sino por la previsión de que la actividad económica va a tardar más de lo previsto en repuntar. Los planes de ajuste han logrado dar seguridad a las finanzas públicas, pero hacen que planee un escenario contractivo. La frontera entre la austeridad y la anorexia es muy tenue».

En otras palabras: economías como la griega y la española, debido al estado de sus finanzas, parecían dudosamente solventes a ojos de los mercados. Éstos no veían claro que pudieran pagar sus deudas, emitidas para hacer frente a sus déficits presupuestarios. Para aumentar las garantías, los mercados impusieron a través de las instituciones que controlan unas medidas de ajuste amparadas por unos fondos internacionales para evitar la quiebra. Pero dichas medidas, aunque van en la «buena dirección» deseada por los mercados, pueden frenar la reactivación económica y, con ello, la recuperación de los ingresos del estado que garantizaría la devolución de la deuda. ¡Vaya lío!

Ahora bien, gracias a eso, los insaciables mercados siguen teniendo magníficas excusas (aunque nuevamente, al igual que la crisis sistémica, las hayan generado ellos) para exigir medidas aún más draconianas. Haciendo honor a su primer apellido, José Luis Malo de Molina, hablando como portavoz del Banco de España, consideró las disposiciones adoptadas por Zapatero positivas pero insuficientes. De hecho, el Banco de España lleva mucho tiempo insistiendo en la necesidad de proceder a una reforma del mercado laboral. En consonancia, por supuesto, con la prensa económica que representa a los intereses de los mercados, de los cuales ya hace años que son un mero reflejo las recomendaciones del propio Banco de España.

Czapatero-y-obamaontextualizando…
Aun siendo graves las dimensiones de la deuda griega (115,1% respecto al PIB al término de 2009) y, en menor medida, de la española (53,2% en 2009; 65,9% prevista para 2010), no parecen tan desmesuradas como se ha dado a entender cuando se comparan con las de otros países. Tampoco su déficit público (Grecia: 13,6% respecto al PIB; España: 11,2%). De hecho, otros países ricos y de mayor potencial económico tienen estadísticas comparables, o incluso peores, al menos en alguno de esos rubros. Es el caso de Reino Unido (62% actual de deuda; 11,4% de déficit en 2009), de Francia (77,6%; 7,5%), de Italia (115,8% de deuda)… y hasta de los mismísimos Estados Unidos (el FMI prevé que su deuda supere el 100% en 2010).

La solución impuesta, reducir drásticamente el gasto público, se ajusta a los modelos neoliberales dominantes. Pero, como recuerda el catedrático Vicenç Navarro, el gasto público español (y el portugués, y el griego…) son bastante menores que los de otros países europeos tradicionalmente más avanzados. El problema real, apunta la misma fuente, es la baja recaudación fiscal por parte del estado. Pero ésta empezaría a recuperarse con la reactivación de la economía (ya vislumbrada en el caso español), ahora de momento amenazada con las medidas de choque.

Preguntas que quizá merezcan atención
Tras este análisis, cabe formularse las siguientes cuestiones:

– ¿Cuál es la razón realmente determinante de las medidas impuestas a Grecia y, en particular, a España?

– En los últimos meses, frente a la tendencia de años previos, el euro viene perdiendo valor frente al dólar. Sabido es que las reservas de dólares en todo el mundo eran la garantía de la moneda norteamericana que permitía a ese país sobrevivir con boyantes déficits públicos. Pero de unos años a esta parte el euro había venido quitando mucho terreno al dólar como moneda reserva. Debilitar al euro y a la eurozona correspondiente, ¿no puede ser un modo de contribuir al reavivamiento del dólar?

– En este contexto cabe preguntarse por qué Obama llamó a Zapatero para «animarle» a aplicar las medidas de ajuste. Éstas, con el FMI por medio, nos hacen evocar los años noventa en un escenario muy distinto: los países iberoamericanos se vieron entonces obligados a aplicar medidas similares. Parecían «soluciones» propias de países en vías de desarrollo pero ahora se imponen a naciones desarrolladas. Entonces la mano de Estados Unidos siempre estaba detrás. Parece que ahora también… (Es interesante al respecto la reflexión del músico y activista griego Mikis Teodorakis en «¿Quién quiere destruir Grecia?»).

– Respecto a la libra, recordemos que el euro rozó la paridad con aquélla en diciembre de 2008, pero viene depreciándose desde febrero de 2010, en plenas operaciones especulativas, y hoy vale 0,85 libras. ¿Es mera casualidad que el Financial Times, el periódico de la City londinense, haya sido tan influyente a la hora de poner en duda la solvencia de la economía española? Recuérdese la visita a los responsables de ese diario que la ministra española de Economía, Elena Salgado, tuvo que efectuar en febrero pasado para convencerles de lo contrario. Pero ni por ésas…

– Y hablando de la poderosa City londinense, quizá sea interesante recordar que es su entorno el que, en la práctica, viene controlando el Banco de Inglaterra desde que en 1997 Gordon Brown, como ministro de Hacienda del laborismo recién retornado al poder, decretara la independencia de esa entidad respecto al gobierno de la nación. (Curiosamente los conservadores han venido cuestionando esa medida por ver en ella un factor de las crisis bancarias. Ya veremos cómo actúa David Cameron al respecto…).

– En su artículo «La religión de mercado», Eric Toussaint se pregunta por qué a «los mercados» «se les ha otorgado esta dimensión religiosa. Ellos no son ni desconocidos ni meros espíritus. Tienen nombre y domicilio: son los principales dirigentes de las 200 multinacionales más grandes que dominan la economía mundial con la ayuda del G7 y de instituciones tales como el FMI -que volvió al centro del escenario gracias a la crisis después de haber pasado un tiempo en el purgatorio-. También actúan el Banco Mundial y la Organización Mundial de Comercio».

Quizá también sería conveniente preguntarse cómo cabe calificar el hecho, ya descrito arriba, de que para protegerse de los mercados haya que complacerlos. ¿No tiene eso un nombre, relacionado con la celebérrima historia de El Padrino? (Aunque al menos éste solía garantizar una cierta prosperidad real a sus «protegidos»).

– En medio de todo esto, suenan cínicas las recientes declaraciones de Jean-Claude Trichet, el presidente del Banco Central Europeo. En ellas, con el mayor desparpajo, niega que el euro venga sufriendo ataques especulativos (algo que, como ya hemos visto, htio-sana reconocido buena parte de la prensa del Sistema). ¿A qué juega Trichet?

– Volviendo al ámbito nacional, ¿por qué no ha dimitido Zapatero? Demagogias opositoras aparte, lo cierto es que este hombre se hartó de prometer que para salir de la crisis no iba a tocar los gastos sociales. Pero ahora nos encontramos con que, escudado en la imposición externa, lo hace y además duramente, máxime por cuanto las medidas no han hecho sino empezar.

Es cierto que resulta tétrica la perspectiva de Rajoy en el poder. Con todo, lo más sano y lo más honesto hubiera sido la marcha de Zapatero antes de prestarse a este juego. Semejante paso habría supuesto un valioso testimonio moral. Pero parece obvio que prefiere la poltrona a la dignidad y a la coherencia. Como en las cuestiones bélicas (el antiguo adalid del «No a la guerra» es hoy un fiel esbirro del belicismo global), en el plano socioeconómico también renuncia a sus (supuestos) principios para seguir aferrado al cargo. Hablamos ya de un hombre que, al margen de que gane o no las próximas elecciones (si se presenta), que ha perdido completamente el norte y no merece credibilidad alguna.

– Todos insisten ahora que la clave es volver a la «senda del crecimiento». Pero son cada vez más los que se pregunta si no volverá a ser un crecimiento que beneficie sólo a unas minorías. Incluso si el tan cacareado objetivo es un fin deseable en sí mismo.

– El nuevo escenario que se instala ante nuestros ojos tiene mucho que ver con el temido desmontaje del Estado de Bienestar que llevaba décadas augurándose. La globalización aprieta hoy las tuercas a la vieja Europa recortando aún más su soberanía. No se para ante nada y ya algunos de los eslabones más débiles de la cadena (primero Grecia, luego España…) presencian experimentos sociológicos del Nuevo Paradigma. Se trata de ver los efectos de la anestesia social que la propaganda mediática lleva décadas aplicando a los pueblos (reflejados, p. ej., en la escuálida asistencia a las recientes manifestaciones del Día del Trabajo). Pero como, pese a aquélla, no se descartan revueltas frente a las medidas de choque, el Sistema viene activando a la vez otro tipo de medidas, represivas, para hacerles frente.

No parece descabellado, sobre esa base, asociar el coche bomba de Times Square con las respuestas populares a la crisis en Europa. Un vehículo casualmente hallado el Día del Trabajo…

 N. de la R.
Este artículo se publica con la autorización de Cordura.