Cartas a un amigo que nunca tuve.

España
José Luis Heras Celemín (25/5/2017)
Huyendo del ambiente político, la otra tarde, tras una siesta sin noticias ni telediario, fui a la presentación de un libro. Pero, caray, hay políticos de caramba y válgame Dios (José Manuel García Margallo) que cuando se unen con escritoras de cáspita y zambomba (Carmen Posadas) pueden destrozar cualquier cosa, hasta la presentación de un libro.

El título, “Cartas a un amigo que nunca tuve”, el autor, el arquitecto Mariano Gomá, y la editorial, Stromboli, me hicieron suponer que iba a disfrutar  con la presentación del libro intimista que sugería el título, escrito por un arquitecto maduro, y lanzado al mercado por una editorial sin otra preocupación que la edición de libros.

Leí la contraportada del libro. En ella, un texto prometedor: ‘… a pesar de la ausencia de tutelas morales, en la sociedad actual la cadena generacional sigue funcionando y hay algo en los mayores que puede ser de utilidad para los jóvenes. Las cartas de Gomá hablan del mundo, de la vida, de la infancia, la soledad, la arquitectura, el mar, los libros, la amistad…” Era interesante por sí mismo. También por el lugar elegido para su presentación. Un lugar que, por discreción, acaso convenga no publicitar.

La presentación, es un decir, podría ser la interesante exposición del  cómo y con qué resultado un arquitecto inteligente se mete en la harina de los sugestivos vericuetos que, como capítulos, se anunciaban en el índice: Bálsamo para una sociedad que sufre. Compartir intimidades. De filosofía. De arquitectura. De la inmortalidad. De la memoria. De valores. Del destino. El alma y los sueños. Jubilación y voluntariado. ¿Existe Dios? La envidia. Las horas del amor. Las piedras del camino y el lenguaje de las cosas. Los que se fueron. Moral y amor. Vientos a favor y en contra. Nuestra grandeza y nuestro drama. Política e inteligencia. Soledades. De naturaleza y evolución. Y Volvamos al arquitecto.

Pero, con el arquitecto, en el estrado aparecieron para presentar el libro, puede que sin intenciones de destrozarlo, los egos de un político maduro y de una escritora conocida. Él, José Manuel García Margallo, que fue ministro de Asuntos Exteriores y al que esa tarde le dio, caramba y válgame Dios, por, sin pasar de Exteriores, exteriorizar asuntos propios marineros y pormenores curriculares que saltaron a la palestra para regocijo de unos (pocos) y fastidio de otros (el resto). Ella, la uruguaya Carmen Posadas, por raro que parezca, se sumó a las citas marineras en un rol de escritora de cáspita y zambomba, alejado de su figura literaria y currículo: alumna fugaz en Oxford, autora de literatura infantil (El señor del Viento), ensayos (Yuppies, jet set, la movida y otras especies), novela (Pequeñas infamias) y más géneros literarios.

Entrambos dos, de espaldas al libro, al autor, a la editorial y a los convocados asistentes, establecieron una especie de complicidad absurda, driblaron el contenido del libro ante la estupefacción del autor y concurrencia, regatearon las ideas y reflexiones que podrían apuntarse en el texto. Y llegaron a una especie de acabose, con el arquitecto Gomá convertido en espectador de un acto en que debiera haber sido protagonista y primer actor.

El desaguisado literario fue de tal categoría que, llegado un momento, aquello, que se había anunciado como presentación de un libro, se convirtió en  un acto político trufado, con parada en las vivencias marineras del político en retirada, celebradas por la escritora en asueto; y fonda en unos egos enormes, descomunales y antipáticos (de ellos dos) que taparon a libro, arquitecto y audiencia.

‘Anda y que les den’ -dijo alguien, yéndose.

Aproveché el momento, salí, pedí un ejemplar del libro a la editora que los exhibía en la puerta y formulé un propósito, para desagravio de autor, respeto al libro y consideración al editor: Leer el libro.

Un par de día después, hoy, la actualidad me sorprendió tratando de leerlo. Acababa la Liga de Fútbol. Y los socialistas elegían Secretario General.

Dejé la lectura del libro porque un amigo, whatsAppeando, se ocupaba de una actualidad que llamaba destrozo político del día: El triunfo del Real Madrid, la posición catalana segundona. Y el escrutinio de las primarias socialistas que, cumpliendo pronósticos, mostraba resultados: Vuelta al enredo del enredoso Pedro Sánchez. La Sultana Susana Díaz, como la cerveza Cruz Campo, de Despeñaperros para abajo. Pachi López, como se esperaba, pachilopeceando…

Dejé el libro. Repito, pero sólo de momento. Para obviar el destrozo político de su presentación, y los quebrantos políticos que haya (haberlos hay-los) y los que vengan (que vendrán), acabaré de leerlo.