Sáhara Occidental/España
Ana Camacho (12/10/2013)Sahara firmeza española
El desenterramiento de las víctimas de la represión marroquí que se desató antes de que España saliese del territorio saharaui, está removiendo el pasado. Al fin y al cabo que el desierto está lleno de fosas comunes, no es una novedad en El Aaiún, donde hay barrios enteros generados por el chabolismo de los beduinos que se vieron obligados a fijar su residencia en la ciudad ante la política de tierra quemada practicada durante años por los invasores: se trataba de que en el interior del desierto, hostil y desconocido para las tropas marroquíes, no quedasen nómadas que sí dominaban el terreno y podían servir de apoyo a la guerrilla del Frente Polisario.

Lo que sí es nuevo es que ahora asoma la otra versión de la invasión, la de los saharauis, que nada tiene que ver con esa versión oficial que, entre otras milongas (como la de la falsa legalidad de los acuerdos de Madrid), aseguró a los españoles que el Gobierno había mantenido una actitud de firmeza ante las presiones marroquíes para apoderarse por la fuerza de la provincia española número 53. Esta, por ejemplo, es la narración de un activista de los derechos humanos que reside en El Aaiún, cuya identidad, por ahora, me pide no haga pública por motivos de seguridad:

Durante la invasión marroquí del Sáhara Occidental se cometieron muchísimas masacres. Se buscaba el exterminio del pueblo saharaui y esta operación tuvo el apoyo del Ejército español desde octubre de 1975 hasta finales de febrero 76. El apoyo español consistió en facilitar al invasor marroquí los mapas con indicaciones de las áreas donde tradicionalmente acampaban los saharauis, y de los puntos donde circulaban las guerrillas del Frente Polisario.

En esos mapas estaban también señalados los puntos donde hay pozos de agua. Además de esta ayuda, los helicópteros españoles sobrevolaron sobre las tropas marroquíes para guiarlas cuando comenzaron a entrar en el Sáhara por la parte noreste, mucho antes de los acuerdos tripartitos y la Marcha Verde, hacia las zonas más seguras. En un diámetro de alrededor de 50 kilómetros de las principales poblaciones de Haussa, Smara, Amgala, Hagunía, Guelta, Um Draiga, Bir Anzarán… vivían muchos pastores saharauis. Lo mismo ocurría en los alrededores de El Aaiún, Cabo Bojador y  Bu Craa.

En esas zonas, las tropas de ocupación mataron a miles de beduinos que nomadeaban con su ganado. Al mismo tiempo, envenenaron los pozos de agua o los cerraron introduciendo en ellos cemento. Los animales cabríos y camellares tampoco se libraron de esta matanza con el fin de impedir al Polisario benificiarse de ellos.

Los pocos campesinos que se libraron de las masacres huyeron o fueron trasladados a la fuerza en camiones militares a Smara y, sobre todo, a El Aaiún. Este proceso siguió por parte del invasor hasta mediados de 1978. En estas operaciones no se supo el número exacto de saharauis desaparecidos debido a que las familias que estaban bajo dominio del ocupante creyeron que sus hijos habían ido al Polisario, y los Polisarios creyeron que los desaparecidos se habían quedado en las zonas ocupadas. Como es normal, nada se supo de los desaparecidos debido a la inexistencia de los medios de comunicación. Además, nadie podía preguntar a otro sin temor a ser apresado y torturado por el ocupante marroquí.»

Por ahora, este es el fin de su relato. Se aceptan otros testimonios que puedan completarlo.

N. de la R.
Este artículo se publica con la autorización de Ana Camacho, periodista, activista intelectual y física, de los derechos humanos, que también se puede leer en su página de Internet, En arenas movedizas.