Mi Columna
Eugenio Pordomingo (14/2/2008)
El la etapa de Gobierno del General Francisco Franco, los enfrentamientos entre el Almirante Luís Carrero Blanco, Vicepresidente del Gobierno, y José María Castiella, ministro de AA.EE., condujeron a un silencio sepulcral todo lo que se relacionaba con Guinea Ecuatorial. Silencio que trataba de ocultar, entre otras cosas, los pingües negocios que hacían políticos, empresarios y hombres de negocios ligados al régimen. Pero esos usos y costumbres antidemocráticos se inculcaron y se grabaron, en las mentes de los jóvenes cachorros del sistema imperante en la época.
Pío Cabanillas Gallas, desde el ministerio de Información y Turismo, y Marcelino Oreja, desde el de Exteriores, hicieron otro tanto. Asuntos turbios, como el apoyo al llamado Golpe de Libertad, eufemismo del Golpe de Estado que llevó a cabo el entonces Teniente Coronel Teodoro Obiang Nguema, mantuvieron la filosofía de ocultamiento de todo lo concerniente a la ex colonia española. Desde entonces, todo lo que rodea a Guinea Ecuatorial es de facto «materia reservada». ¡Que el pueblo no se entere de nada! El de acá y el de allá…
Turbios y oscuros asuntos, como todo lo que ha envuelto a la cooperación española, el «descalabro» del Banco Guinextebank, los apoyos, nada desinteresados, de Focoex a supuestos empresarios-inversores, sin excluir la presencia de Francisco Paesa, en la zona, han jalonado unas inciertas relaciones entre los dos países.
Más cercano en el tiempo, en pleno gobierno de José María Aznar, tenemos el affaire de dos barcos de guerra españoles, que se encontraban cerca de Guinea Ecuatorial en misión hasta ahora desconocida. Asunto todavía sin aclarar. Como sin explicar está, también, la condonación de la deuda que el Gobierno de Obiang Nguema, tenía con España.
Si a esto unimos la explotación de ingentes yacimientos de gas y petróleo, la trama se complica aún más. En la etapa en que Oscar Fanjul era presidente de REPSOL, el crudo de Guinea Ecuatorial fue despreciado porque -según se afirmó- era de «mala calidad». Ahora, varios años después, REPSOL-YPF, con la inestimable ayuda, en su momento, del Secretario de Estado José Ramón Gil Casares, y la visita a Malabo de Alfonso Cortina (por esos días presidente de la multinacional española), la recompensa ha llegado: REPSOL-YPF se ha visto beneficiada en el reparto de cuota de la extracción petrolífera. Además, estoy convencido que sus relaciones de negocio llegan a Gepetrol (empresa del Gobierno de Guinea Ecuatorial).
Sin lugar a dudas, el nuevo Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero, ha seguido en este asunto los pasos de sus antecesores en el cargo. Estos pasos son los de no «presionar» a Obiang, no sea que se moleste. Y con esa filosofía bajo el brazo no nos extraña nada lo que está pasando.
Un auténtico «encaje de bolillos» ha sido necesario. En esa tupida red se han entremezclado las reiteradas visitas a Guinea del senador Juan José Laborda (PSOE), de los diputados del PP, Gabriel Elorriaga (hijo), primero, y después, Gustavo de Arístegui, además de dos comisiones parlamentarias, sin excluir las de Adolfo Fernández Marugán (ASODEGUE) y la abogada Magdalena Rodríguez Ladreda, que ha aportado su granito de arena. Aunque, más bien diría que forman parte del engranaje. Entre unos y otros, el régimen ecuatoguineano ha tratado de mostrar cierta verosimilitud en los sucesivos eventos electorales.
En ese entramado de intereses no se pueden obviar, también, las reiteradas «gestiones» en apoyo de Obiang Nguema, que han llevado a cabo, en distintas etapas, los diplomáticos Manuel Fernández Alabart y José Ramón Gil Casares. Es curioso reseñar como la institución San Pablo-CEU colaboró en esos menesteres, ofreciendo su infraestructura (locales, profesorado y nombre) para, con la excusa de unas jornadas socioculturales, tratar de convencer a ciertos opositores de que «había que apoyar a Teodoro Obiang». El profesor Agregado de Estructura Económica de esta Universidad, Javier Morillas -destacado militante del PSOE no hace mucho y ahora militando en el PP-, colaboró activamente en la organización de ese evento, aparte de impartir alguna que otra charla sobre el «desarrollo» de la economía ecuatoguineana. Su cargo de Presidente de la Cámara de Comercio Hispano Ecuatoguineana parece ser le dota de amplia información. Aunque, la verdad sea dicha, tal cámara ni existe ni existió.
En el transcurso de esas jornadas, Gil Casares mantuvo encuentros a hurtadillas con los más propensos a participar en esa estrategia. Uno de ellos, Jeremías Ondó, por entonces ministro de Obiang, trataba de convencer a sus correligionarios del partido Unión Popular, grupo opositor al régimen de Teodoro Obiang Nguema. La realidad fue que la «operación» no fructificó y Ondó fue cesado. Hace pocos días hemos asistido a la defenestración “manu militari” –por parte del ministro del Interior de Guinea Ecuatorial- del actual presidente electo de ese partido.
Bajo ese prisma, Gobierno y medios de comunicación españoles se afanan en ocultar las innumerables atrocidades que lleva a la práctica el régimen guineano. Y no se ocultan sólo las que padecen los ecuatoguineanos, sino las de los mismos españoles. ¿Acaso nuestras autoridades han hecho algo por esclarecer las muertes de la monja Carmen Samaranch Kimer, acaecida en 1983; o la del empresario Antonio Martínez Lister en 1995; o, la más reciente, de la cooperante Ana Isabel Sánchez Torralba en 2003? ¿Acaso, los sucesivos gobiernos españoles, han hecho algo acerca de las reiteradas denuncias de expolios y agresiones habidos contra intereses privados españoles en Guinea?
No, ningún gobierno ha hecho nada; como tampoco lo ha hecho porque los derechos humanos se implanten en la ex colonia. Felipe González, quizás, fue el único presidente del Gobierno que presionó a Obiang, pero al parecer éste tiene apoyos muy influyentes en nuestro país.
Como prueba de este «apagón informativo», de esta «materia reservada», recogemos un botón de muestra: el «atropello» y muerte del doctor Elías Maho Sicacha, que fuera Presidente de la Cruz Roja Guineana, acaecida en julio de 2004. Todas las instituciones españolas, incluida la Cruz Roja Española silenciaron este «accidente» y los actos que se organizaron en su memoria.
Otra muestra la tuvimos en marzo de 2004, con ocasión de las declaraciones que realizó el Presidente del Gobierno en el Exilio de Guinea Ecuatorial, Severo Moto, ante los medios de comunicación. En esa ocasión Moto hizo acusaciones muy serias y fundamentadas sobre quién y por qué le quisieron asesinar en Croacia. Nadie le acusó ni investigó…
Obiang Nguema ha “decretado” elecciones presidenciales y generales para mayo de este año, convencido que la mayor parte de la oposición va a aceptar su ofrecimiento de diálogo. Para esa operación cuenta con “agentes” importantes en España, más concretamente en Madrid. Además de los reseñados anteriormente, y del Gobierno de España, especialmente su ministro de Exteriores, Miguel Ángel Moratinos, ha creado “su” equipo personal, teledirigido a base de dólares, amenazas y promesas de devolución de patrimonio y de olvido de “algunas afrentas personales”.
Toda la maquinaria del Gobierno de España (Exteriores, CNI, Partidos Políticos, Sindicatos, San Egidio, Asodegue, medios de comunicación, etc.) se está volcando en la operación.
Pero Obiang Nguema tiembla nada más recordar aquel fatídico 5 de diciembre, cuando unas docenas de africanos arribaron a las playas de Bata, armados hasta los dientes, y “asaltaron” algunas sedes bancarias y otros edificios, para marcharse después sin que el Gobierno haya dado hasta ahora la más mínima explicación.
En este caso, se impuso en España, también y por supuesto, la “materia reservada”…
Menos mal, que nuestros hermanos argentinos le están dando un rapapolvo informativo al dictador, y de paso a sus amigos de Exteriores en España.
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