guinea-ecuatorial-independenciaGuinea Ecuatorial/España
Espacios Europeos.com (18/2/2005)
El la etapa de Gobierno del General Francisco Franco, los enfrentamientos entre el Almirante Luis Carrero Blanco, Vicepresidente del Gobierno, y José María Castiella, ministro de AA.EE., provocaron un silencio  en todo lo que envolvía a Guinea Ecuatorial. Silencio que trataba de ocultar, entre otras cosas, los pingües negocios que hacían políticos, empresarios y hombres de negocios ligados al régimen. Pero esos usos y costumbres antidemocráticos se inculcaron, se grabaron en las mentes de los jóvenes cachorros del sistema imperante.

Pío Cabanillas Gallas, desde el ministerio de Información y Turismo, y Marcelino Oreja, desde el de Exteriores, hicieron otro tanto. Asuntos turbios, como el apoyo al llamado Golpe de Libertad, eufemismo del Golpe de Estado que llevó a cabo el entonces Teniente Coronel Teodoro Obiang Nguema, mantuvieron la filosofía de ocultamiento de todo lo concerniente a la ex colonia española. Desde entonces, todo lo que rodea a Guinea Ecuatorial es de facto «materia reservada». ¡Que el pueblo no se entere de nada!

Turbios y oscuros asuntos, como todo lo que ha envuelto a la cooperación española, el «descalabro» del Banco Guinextebank, los apoyos, nada desinteresados, de Focoex a supuestos empresarios-inversores, sin excluir la presencia de Francisco Paesa, en la zona, han jalonado unas inciertas relaciones entre los dos países.

Más cercano en el tiempo, en pleno gobierno de José María Aznar, tenemos el affaire de dos barcos de guerra españoles, que se encontraban cerca de Guinea Ecuatorial en misión hasta ahora desconocida. Asunto todavía sin aclarar. Como sin explicar está, también, la condonación de la deuda que el Gobierno de Obiang Nguema,  tenía con España.

Si a esto unimos la explotación de ingentes yacimientos de petróleo, la trama se complica aún más. En la etapa en que Oscar Fanjul era presidente de  REPSOL, el crudo de Guinea Ecuatorial fue despreciado porque -según se afirmó- era de «mala calidad». Ahora, varios años después, REPSOL-YPF, con la inestimable ayuda, en su momento, del Secretario de Estado José Ramón Gil Casares, y la visita a Malabo de Alfonso Cortina (por esos días presidente de la multinacional española), la recompensa ha llegado: REPSOL-YPF se ha visto beneficiada en el reparto de cuota de la extracción petrolífera.

Sin lugar a dudas, el nuevo Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero, ha seguido en este asunto los pasos de su antecesor en el cargo. Estos pasos son los de no «presionar» a Obiang, no sea que se moleste. Y con esa filosofía bajo el brazo no nos extraña nada lo que está pasando.

Un auténtico «encaje de bolillos» ha sido necesario. En esa tupida red se han entremezclado las reiteradas visitas a Guinea del senador Juan José Laborda (PSOE) y del diputado del PP, Gabriel Elorriaga (hijo), sin excluir las de Adolfo Fernández Marugán (ASODEGUE). También la abogada Magdalena Rodríguez Ladreda ha aportado su granito de arena. Entre unos y otros, el régimen ecuatoguineano ha  cierta verosimilitud en los sucesivos eventos electorales (municipales, legislativas y presidenciales).

En ese entramado de intereses no se pueden obviar las reiteradas «gestiones» en apoyo de Obiang Nguema, que han llevado a cabo, en distintas etapas, los diplomáticos Manuel Fernández Alabart y José Ramón Gil Casares. Es curioso reseñar como la institución San Pablo-CEU colaboró en esos menesteres, ofreciendo su infraestructura (locales, profesorado y nombre) para, con la excusa de unas jornadas socioculturales, tratar de convencer a ciertos opositores de que «había que apoyar a Teodoro Obiang«. El profesor de Agregado de Estructura Económica de esta Universidad, Javier Morillas -destacado militante del PSOE no hace mucho y ahora en militando en el PP-, colaboró activamente en la organización de ese evento, aparte de impartir alguna que otra charla sobre el «desarrollo» de la economía ecuatoguineana. Su cargo de Presidente de la Cámara de Comercio Hispano Ecuatoguineana parece ser le dota de amplia información. Aunque, la verdad sea dicha, tal cámara ni existe ni existió.

En el transcurso de esas jornadas, Gil Casares mantenía encuentros a hurtadillas con los más propensos a aceptar participar en esa estrategia. Uno de ellos, Jeremías Ondó, por entonces ministro de Obiang, trataba de convencer a sus correligionarios del partido Unión Popular, grupo opositor al régimen de Teodoro Obiang Nguema. La realidad fue que la «operación» no fructificó y  Ondó fue cesado.

Bajo ese prisma, Gobierno y medios de comunicación españoles se afanan en ocultar las innumerables atrocidades que lleva a la práctica el régimen guineano. Y no se ocultan sólo las que padecen los ecuatoguineanos, sino las de los mismos españoles. ¿Acaso nuestras autoridades  han hecho algo por esclarecer las muertes de la monja Carmen Samaranch Kimer, acaecida en 1983; o la del empresario Antonio Martínez Lister en 1995; o, la más reciente, de la cooperante Ana Isabel Sánchez Torralba en 2003?  ¿Acaso, los sucesivos gobiernos españoles, han hecho algo acerca de las reiteradas denuncias de expolios habidos contra intereses privados españoles en Guinea?

No, ningún gobierno ha hecho nada, como tampoco ha hecho nada porque los derechos humanos se implanten en Guinea Ecuatorial. Felipe González, quizás, fue el único presidente del Gobierno que presionó a Obiang, pero al parecer éste tiene apoyos muy influyentes en nuestro país.

Como prueba de este «apagón informativo», de esta «materia reservada», recogemos un botón de muestra: el «atropello» y muerte del doctor Elías Maho Sicacha, que fuera Presidente de la Cruz Roja Guineana, acaecida en julio de 2004.

Todas las instituciones españolas, incluida la Cruz Roja Española silenciaron este «accidente» y los actos que se organizaron en su memoria.