Eduardo Paz Rada (13/7/2009)
La tradicional ingerencia de la oligarquía y el gobierno chilenos en las relaciones internacionales de Bolivia y su influencia, desarrollada largamente sobre los sectores tradicionales de poder económico y político en Bolivia, se han vuelto a manifestar ahora a través de los actuales responsables de la Cancillería Boliviana e inclusive sobre sectores de las Fuerzas Armadas.
No solamente por lo que está aconteciendo actualmente en relación al fuerte entredicho entre los Presidente de los gobiernos de Lima y La Paz, sino por una serie de temas pendientes en las relaciones trilaterales y bilaterales entre todos los actores regionales de la política internacional, es imprescindible la mayor serenidad y prudencia.
Por supuesto que la matanza de indígenas en la región de la selva peruana es una acción criminal del gobierno de Alan García, sin embargo esto no debe, de ninguna manera, llevar a Bolivia, sobre todo con un gobierno de origen popular, a alejarse del Perú y acercarse peligrosamente a Chile.
La diplomacia chilena, por demás altamente sistemática, organizada y de acción precisa a nivel regional e internacional, ha realizado desde el siglo XIX una permanente acción de «guerra de posiciones» frente a sus vecinos, es decir una práctica diplomática diseñada para controlar e influir, aunque sea a la distancia y sin relaciones oficiales, en las acciones y determinaciones de los gobiernos de Bolivia.
Desde la época de los grandes mineros está claro que los intereses y capitales chilenos aliados a los ingleses estuvieron muy interesados en controlar los recursos naturales de Bolivia, lo hicieron a través de la Guerra del Pacifico para contar con el guano y el salitre, tan importante en ese tiempo y después de los recursos mineros por medio del control del puerto de exportación e importación y de empresas y capitales posicionados en el país.
No es nada extraño, por lo tanto, que la diplomacia chilena de Portales, la política exterior diseñada por el Ministerio de Relaciones Exteriores, haya dado pasos muy importantes en Bolivia tanto con gobiernos militares como civiles y de distinta tendencia política. Lo seriamente lamentable es que el gobierno de Evo Morales se haya convertido en prácticamente una vía muy importante de la influencia chilena a nivel interno y también en el contexto regional.
El enfrentamiento frontal en las relaciones con Perú debe entenderse como un hecho totalmente coyuntural y de vínculo de gobiernos temporales, en tanto las relaciones de fondo que no solamente se remiten a la existencia de raíces culturales precoloniales comunes, sino que pasa por el esfuerzo unitario llevado adelante por el Mariscal Andrés de Santa Cruz y Calahumana que logró avanzar con la Confederación Perú Boliviana y fue combatido por las oligarquías de Chile, Perú y Bolivia. No es ni puede ser ajena a nuestra historia y a nuestro destino la alianza boliviano-peruana frente a la invasión chilena en la Guerra del Pacífico.
Además, el uso pragmático y de interés geopolítico de la mediterraneidad boliviana por parte de los distintos gobiernos chilenos, que han convertido a Bolivia prácticamente en un país sometido a sus estrategias comerciales y económicas y al uso de los recursos mineros que se encuentran en el occidente boliviano, condiciona nuestro destino.
Habrá que recordar que la principal consigna movilizadota en la rebelión popular de octubre de 2003 para expulsar a Gonzalo Sánchez de Lozada y con él a toda la partidocracia tradicional pro oligarquía chilena, fue la negativa radical a la venta de gas a Chile, precisamente porque en la memoria histórica del pueblo boliviano esta presente el rol de los grandes negociantes chilenos en el control y la dependencia de nuestra economía.
Las relaciones tripartitas están muy condicionadas y Bolivia en la mayor debilidad, porque Chile no cede a la reivindicación marítima en tanto Perú tiene el poder de veto a cualquier avance en las negociaciones entre Santiago y la Paz.
La actual disputa político-diplomática entre Perú y Chile además de provenir de la Guerra del Pacifico, habrá que recordar que las Fuerzas Armadas chilenas ingresaron hasta Lima, se proyectan a la delimitación de derechos sobre aguas marítimas en un diferendo no solucionado y que se encuentra en disputa en tribunales internacionales.
En las relaciones bilaterales Bolivia-Chile las cosas son muy claras, en el análisis histórico y en la actualidad internacional, especialmente por la visión geopolítica chilena que implica el control de los recursos naturales y los mercados bolivianos y en su perspectiva expansionista y belicista nunca negada (¿para qué servirán los tanques que está adquiriendo ahora mismo?). Ahí está su constante pugna con Argentina, Perú y Bolivia.
Finalmente, en este contexto, las relaciones coyunturales boliviano-peruanas se encuentran en su peor momento y podrían convertirse en aún mas problemáticas si continúan las provocaciones mutuas: No es posible, sin embargo, dejar de lado, sino con graves consecuencias estratégicas regionales, la necesidad de mantener una relación armónica con Perú y encontrar espacios comunes para desarrollar el proyecto bolivariano y andino de la integración en el contexto de la unidad del socialismo nacional latinoamericano.
N. de la R.
Este artículo se publica gracias a la gentileza el autor y de la web, «Patria Grande».