Mariano Rajoy reaparece correa en mano fustigando al Gobierno
Mi Columna
Eugenio Pordomingo (19/10/2009)
Mariano Rajoy, presidente del Partido Popular, está que no se puede abrochar el cuello de su camisa, mientras en la correa que le sujeta los pantalones ha tenido que hacer un nuevo agujero debido a los kilos que ha perdido. Mariano Rajoy ha estado ausente, desaparecido, como si el mago David Coperfield le hubiese pasado una sabana por su cuerpo para hacerlo desaparecer.
Desde el pasado mes de abril, Mariano Rajoy no había dejado ver su blanquecina barba en rueda de prensa alguna. El “caso Gürtel” y lo que le rodea se lo han impedido. Él lanzaba a sus ninfas, Soraya Sáenz de Santamaría y María Dolores de Cospedal, a los medios de comunicación, como los emperadores romanos echaban a los cristianos a los leones para que los fagocitasen entre sus fauces.
Agazapado, escondido, atrincherado, esperaba el resultado de esas comparecencias mediáticas. Gospedal, en una de los “cafés” de la “Mañana de Nacho Villa“, en la Cadena COPE, anunció que Ricardo Costa, el Portavoz y secretario general del PP valenciano, sería cesado… A la mañana siguiente en la ejecutiva de los populares valencianos, un Costa hundido, y no por el peso de su valioso reloj de 24.000 euros que la trama financiera le había regalado, musito lloriqueando a Francisco Camps, “¡Basta ya, por favor!”.
Mariano Rajoy se sintió aliviado. Esta odisea era mucho para él. No tenía nada que ver con las que había pasado hace años en Galicia; por ejemplo, las entrevistas mantenidas con el senador Reigada, que amenazado por los “narcos” gallegos, pedía árnica a su partido tras entregar mil y un informes acerca de las actividades de las “planeadoras”; o las peleas con el fallecido -otrora enriquecido- conselleiro de Obras Públicas con Manuel Fraga en la Xunta, Xosé Cuiña Crespo. Por no mencionar algunas otras con un alto dirigente gallego por asuntos personales. La plaza del Obradoiro y algunos compañeros del partido son testigos de ello…
La “expulsión temporal” de Costa -nos imaginamos que negociada entre bambalinas como la que hace años se mantuvo con José María Peña, ex alcalde de Burgos- y la manifestación del pasado sábado en contra del aborto -a la que Rajoy no asistió- le han dado nuevas fuerzas como las que da un caldo de gallina a un griposo.
Mariano Rajoy, mientras espera otros 20.00 folios de la tercera entrega y, posiblemente última, del sumario de la trama “Gürtel”, ha anunciado que esta semana pedirá la retirada de la ley del aborto para que “sea devuelta al Gobierno y no se tramite”.
El tufillo y la intuición me dicen -no las encuestas ni la prospectiva sociológica- que el liderazgo de Mariano Rajoy está de capa caída. Remontar su descrédito va a ser tarea harto difícil hasta para el “gurú” Pedro Arriola.
Mariano Rajoy no es ni mucho menos Leónidsa I rey de Esparta, que defendió el paso de las Termópilas con trescientos guerreros. No, él se agazapa en Génova 13 con Ana Mato, que no sabía que Jesús Sepúlveda, por entonces su marido (obligado a dimitir como alcalde de Pozuelo de Alarcón por Esperanza Aguirre y recogido en la sede central del PP), recibía dádivas de Francisco Correa y de “Bigotes”, Álvaro Pérez. Mariano Rajoy se encierra en su despacho de Génova 13, mientras en el piso de abajo está el ex tesorero del PP, que ocupa el mismo despacho desde hace la tira de años. Y así…
Lo del “caso Gürtel” va a ser como un tsunami caribeño, que arrastra todo lo que pilla a su paso. De la Justicia ya sabemos, por desgracia, que nadie espera nada -está más desprestigiada que el “Monchito”, un asesino de los años cincuenta-, pero yo si espero la reacción de los ciudadanos, sobre todo porque estamos en plena crisis, que es cuando se suelen producir los conflictos sociales.
La corrupción que nos tiene embadurnado como el cuerpo de los voluminosos luchadores del sumo japonés cuando se aceitan sus abundantes carnes, lo abarca todo, todito, todo. Hemos visto espectaculares operaciones contra las mafias de “cuello blanco”, contra el narcotráfico y blanqueo e dinero, operaciones “urbanísticas” a mansalva; hemos sabido de cientos y cientos de millones de pesetas y euros que se llevaban a Andorra y a distintos paraísos fiscales, hasta en los colchones de las camas de algunos ediles aparecían escondidos millones… Pero, nada. Las numerosas “gescarteras” pasan sin pena ni gloria por los juzgados. Siempre hay un paganini, que está un tiempo en el trullo. Pero después, si te he visto no me acuerdo, y a disfrutar…
Pero, eso sí, la política arrasa como una apisonadora, pues el sistema tiene que aparentar lo que no es. Y Mariano Rajoy empieza a escuchar el ruido de los motores de la maquina que tira la gravilla y el alquitrán…
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