J.M.G.T. (29/11/2009)
La mano que mece la cuna del Estatuto de Cataluña y los problemas derivados del mismo es la del frívolo presidente Rodríguez Zapatero, según el diagnóstico de Pedro Jota Ramírez, ante el auditorio reunido en un desayuno informativo del Foro de la Nueva Comunicación.
El ponente era Antonio Fernández Galiano, consejero delegado de Unidad Editorial, la empresa del grupo «El Mundo»; pero cuando, durante el coloquio, alguien formuló una pregunta sobre el adocenado editorial, impreso literalmente en doce periódicos catalanes, la pelota del diálogo y el micrófono pasaron a Pedro Jota. Este añadió que otro texto difundido por radio, en catalán, se traduce por «Excelentísimos cabrones».
En la misma mesa que el director de «El Mundo», y casi al lado -por medio, sólo la humanidad de Elvira Rodríguez, presidenta de la Asamblea de Madrid- desayunaba la delegada del Gobierno en la Comunidad madrileña, Amparo Valcarce. Esta leonesa, amiga de los Zapatero, encajó con el mutismo de un cartujo, lo que escuchaba sobre el inquilino de La Moncloa, con el disgusto -es de suponer- propio del caso; antes de que, con los aplausos finales, se levantara la sesión, Amparo Valcarce salió con rapidez, sin dirigir ni una mirada al director de «El Mundo».
El pasaje descrito, ganó las candilejas de la escena y dejó en segundo plano todo lo demás.
Fernández Galiano fue presentado por Carmen Iglesias, presidenta de Unidad Editorial, que mencionó la experiencia docente de aquel, como profesor de Derecho Civil, así como su paso por UCD.
El ponente reconoció que la crisis provoca que estemos mucho peor que hace un año, algo que, sin embargo, no impedirá que haya vida cuando la propia crisis quede superada.
En concreto, el sector de la Comunicación, por otro lado, tiene que enfrentarse a un cambio de modelo. La tecnología ha transformado muchas cosas, pero una adecuada explotación transversal de la información representa, en su opinión, una gran oportunidad.
Considera necesario también llegar a vencer la gratuidad en la Red.
Sobre la adquisición del grupo Recoletos, aceptó como un hecho que todo el que compró activos el año 2007 se equivocó porque, entonces, todo estaba sobrevalorado.
La intervención de Fernández Galiano, correctamente articulada, hubiera quedado algo sosa; sin embargo, con la anécdota que abre la croniquilla, el sabor del acto resultó mejor sazonado.