Mi Columna
Eugenio Pordomingo (20/1/2011)mohamed-vi-y-zapatero
La información se nos acumula de forma vertiginosa y la mayoría de las veces queda guardada en el baúl de los recuerdos. Yo he recuperado un artículo del catedrático de Ciencia Política, Antonio Elorza, titulado ´Nuestro amigo el Rey´, que publicó el diario El País el domingo 4 de este mes. Y lo he hecho, en el convencimiento de que, como dice Umberto Eco, «toda información es importante si está conectada a otra».

El artículo de Elorza,  nos ha devuelto en parte la esperanza pedida en que los saharauis puedan recobrar algún día su tierra, y los españoles nos percatemos de la psicología que envuelve al personaje que se aposenta desde el 11 de marzo de 2004 en La Moncloa.

Veamos las razones. Elorza toma como ´percha´ periodística las filtraciones de Wikileaks. En cuanto a España afirma que «Otra cosa es que la nueva documentación resulte irrelevante. Así, por lo que concierne a España, los servicios exteriores de Obama manifiestan una lógica continuidad con los de Bush en cuanto a la salvaguardia de los intereses del imperio o la protección de los suyos por encima de cualquier criterio de justicia (caso Couso); en cambio, pocos podíamos esperar que las altas instancias de la justicia española, tales como el fiscal general del Estado o el fiscal de la Audiencia Nacional, señor Zaragoza, iban no solo a respetar esos intereses, sino a convertirse en serviles correas de transmisión de los mismos, lo cual, por lo que concierne al segundo, pone indirectamente de manifiesto una animadversión personal hacia su colega Garzón explicativa de lo sucedido en los inicios de la caza y captura del hoy encausado».

El texto sigue así: «El episodio, dada la dependencia de ambos respecto del Ejecutivo, remite a una cuestión más amplia y de mayor calado: la doblez sistemática de Zapatero y de su hombre de confianza Moratinos en una política exterior mucho más guiada por un utilitarismo ramplón que por los valores progresistas exhibidos».

El doble lenguaje de Zapatero se evidencia en este párrafo: «La confesión al vicepresidente Biden de que cada vez que Bush hacía algo, él hacía lo contrario ganando así votos, permite explicar ese permanente doble juego de antiamericanismo formal y servilismo efectivo ante Washington, de defensa proclamada de los acuerdos de Naciones Unidas compatible con una actuación dirigida a minarlos».

Se refiere Elorza a la «política promarroquí» del presidente Zapatero y al silencio  del PSOE, de la que dice que antes era «adivinable» y ahora «comprobada hasta la saciedad con los documentos» de Wikileaks: «El respeto proclamado a los acuerdos internacionales era literalmente pisoteado para propiciar la integración del Sáhara en Marruecos bajo el barniz aparente de una autonomía imposible». Y menciona «maniobras» para apoyar de «forma encubierta» al régimen de Rabat; y de «maniobras» para desvirtuar la «protección de la ONU a los saharauis».

¿Sarcasmo o estupidez?, se pregunta Elorza ante la propuesta española de que aquello –Zapatero se refiere al Sáhara- podría ser «como Cataluña en España«.

La apuesta (evidente) de Zapatero -afirma el catedrático de Ciencia Política- «consistió en conjurar, mediante esa actitud de subordinación (más cuantiosa ayuda económica), el riesgo de una presión creciente de Marruecos por la «liberación» de Ceuta y Melilla». Para añadir que el «fracaso no puede ser más espectacular».

«Por mucho que Moratinos intentase encubrir los desmanes de la política saharaui de Rabat, somos un país democrático y aquí no cabe cerrar el espacio de la información, con la consiguiente irritación del monarca. Y esa actitud reverencial produce además un efecto bumerán en alguien que hereda de su padre una concepción autocrática del poder. Cuanto más zalameros han sido ZP y Moratinos, por ejemplo durante la visita de don Juan Carlos a las ciudades reclamadas, mayor fue la sensación de debilidad transmitida. Por no hablar de los lapsus en que nuestros gobernantes aludieron a las «ciudades de Marruecos», comparable al lamentable debut parlamentario de Ramón Jáuregui reconociendo la soberanía marroquí sobre el Sáhara. Lo cual, con el apoyo de Francia a Rabat, configura un escenario desfavorable para España».

Las expectativas que generó Mohamed VI en Occidente, acerca de un reinado democrático se vieron pronto desvanecidas: «Todo quedó claro cuando en las primeras elecciones, la USPF, el antiguo partido socialista de Ben Barka, asesinado en su día en el exilio francés por los servicios secretos estatales, fue apartado de la dirección del Gobierno después de ganarlas. Comenzó la era de los amigos del rey, con los partidos tradicionales, Istiqlal y USFP, literalmente domesticados. Bocas cerradas en la opinión con graves penas para toda crítica dirigida al palacio: Juan Goytisolo no tiene así ocasión de ensuciar su nido de residencia, por usar el título de uno de sus mejores libros. El único riesgo viene de un islamismo en ascenso, también atenazado en las últimas elecciones, cuya ala radical, igualitaria, tiene sobrados motivos para afirmarse con la creciente desigualdad. Mohamed VI es no solo centro indiscutible del poder político, sino el propietario de medio reino, con su Omniun Norteafricano como centro de una tela de araña capitalista en ascenso, corrupción mediante, según Wikileaks confirma».

Finaliza Elorza su análisis aludiendo al «irredentismo» del rey alauita que «constituye así el único factor de cohesión nacional, y su voluntad personal de poder hace el resto», sin olvidar que «las señales del riesgo han sobrado en estos últimos meses».

¿A qué riesgos se refiere Elorza?

A mi entender le ha faltado a Elorza tratar de explicarnos el por qué de esa sumisión de la política española al rey Mohamed VI, así como la actitud pusilánime de la Unión Europea. Tampoco aporta Elorza algunas de las posibles «respuestas» que nuestro gobierno podría dar a Marruecos, que son muchas, tanto en el terreno de la inmigración ilegal de los súbditos del monarca hacia España, como en soluciones judiciales a las decenas de miles de los que llenan nuestros centros penitenciarios. Sin dejar de lado las cuantiosas subvenciones que recibe nuestro vehemente vecino.

A tenor de estas reflexiones, de las revelaciones de Wikileaks, y de la servidumbre demostrada, voluntaria o no, ni Miguel Ángel Moratinos debe dirigir la FAO ni Cándido Conde-Pumpido debe ir al Tribunal Constitucional, lo contrario seria una burla para los españoles.