España
Rafael Permuy (6/6/2015)
¡Maldito mes de abril…! Hoy, mi cabreo, es de antología,… es mayúsculo… Se ha filtrado el resultado del informe oficial de la “investigación”, realizada por Israel, acerca de le muerte de nuestro compatriota, y mi compañero de armas, el cabo de Infantería Francisco Javier Soria Toledo, cumpliendo con su deber en el Líbano, se debió a un “error de cálculo”… eso sí, achacable al escalón mas bajo del personal de la batería de obuses de 155 milímetros que efectuaba los disparos. Nada de responsabilidad, como mínimo, del capitán o de los oficiales subalternos da la unidad. La culpa, de los soldaditos, como siempre. Como oficial superior de Artillería que soy, no dudo que puedan producirse errores durante el tiro, pero en este caso, la torre de vigilancia donde se hallaba el cabo Soria era un punto de coordenadas conocidas y debería estar en una zona de exclusión, perfectamente marcada, en los mapas israelíes. El problema radica en que el “informe”, es interno, es de parte, sin la necesaria y neutral investigación externa. El resultado final, por supuesto, es de autoexculpación.
¿Por qué será que esto me recuerda, dolorosamente, otro informe emitido por el gobierno de los Estados Unidos, sin participación imparcial externa, acerca del asesinato de mi sobrino, el periodista José Couso Permuy, en la planta 15ª del Hotel Palestina de Bagdad, hace doce años? Este informe determinaba que el hecho se debió a otro “error de identificación”. ¿Por qué será que no hubo responsabilidad alguna, ni siquiera del jefe del carro de combate M-60 “Abrams” o del jefe de la compañía, cuando se trataba de un lugar de coordenadas conocidas, ocupado por la prensa internacional, incluidos periodistas estadounidenses?
En aquella ocasión, el gobierno español, encabezado por un adusto señor con bigote, llamado Aznar, secundado por su vicepresidente, un tal Mariano, y una ministra de Asuntos Exteriores apellidada Palacio, dieron por muy buenas las sucesivas —y contradictorias— explicaciones de los Estados Unidos y se lavaron las manos. Llegaron a decir, cuando nuestra familia mostró una frontal discrepancia, que la muerte de mi sobrino “no tenía entidad” y que no éramos “patriotas”, ya que no “tragábamos” sumisamente las mentiras “oficiales”.
Hoy, la Justicia española, tras interminables vaivenes, ha determinado que se trató de un crimen de guerra y la causa sigue abierta, con tres militares estadounidenses imputados; es la única en el mundo.
Pero me temo que en el caso del cabo Soria Toledo, el gobierno español, presidido por un tal Mariano —¡Oh, casualidad!—, con un ministro de Exteriores llamado Margallo y otro de Defensa denominado Morenés, va a hacer tres cuartos de lo mismo, tragar, tragar, tragar, y dar por bueno el informe “independiente” de los sionistas.
Ni tú, mi buen cabo Soria, ni tu familia, tendréis acceso a la Justicia, ya que el gobierno del que forman parte los antes nombrados personajes, ha promovido una Ley para que no tengáis derecho a la Justicia Universal; ésta, ha sido derogada.
Nuestro gobierno, en realidad, es la voz de los “amos” USA e Israel. Nuestro país no es, verdaderamente, aliado de sus socios, en realidad, los españoles somos súbditos de los grandes imperios militares y económicos. ¡Así nos va…!
N. de la R.
El autor es militar retirado, historiador y periodista en activo. Ha publicado numerosos libros sobre diversas materias.
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