Uxue Barkos
Uxue Barkos

Navarra (España)
José Luis Heras Celemín (25/7/2015)
Con una pone en riesgo su salud personal. Con otra compromete la identidad de Navarra y lo que supone.

Ocurrió en la calle Jovellanos, a la puerta de Casa Manolo, una taberna antigua cerca del Congreso de los Diputados. La mañana era fría y llovía. Me llamó la atención que Uxue estuviera en la calle mojándose y fumando. Me cambié de acera y le espeté:

– Uxue, por Dios. Fumando. Qué temeridad.
– Tienes razón. No debo fumar, -contestó.

Después dio dos caladas al cigarrillo, lo tiró en el cenicero de la puerta y echó a andar conmigo. Nos despedimos en la Calle de Floridablanca, cuando ella entró en el edificio de la izquierda, hacia el hemiciclo del Congreso. Me quedé mirando el pañuelo de cabeza con el que cubría la alopecia producida por el tratamiento contra el cáncer de mama que combatía.

La sensación que el hecho me produjo quedó ahí, resguardada en el recuerdo: Una mujer valiente enfrascada en su vida política, peleando contra la adversidad de una enfermedad dura, tirando para adelante y aceptando razones para apagar un cigarrillo nocivo.

Esa misma sensación volví a tenerla, cuando conocí que la misma mujer, Uxue Barkos, al acceder a la presidencia del Gobierno de la Comunidad Foral de Navarra, se disponía a perpetrar lo que la mayoría los medios de comunicación entendía como una temeridad.

Me sumergí en las novedades navarras y me detuve en lo que algunos calificaban como un hecho noticiable y peligroso: la cesión de competencias delicadas a Bildu.

No tenía a Uxue cerca, pero la sentí mojada con la lluvia, calabobos, de los nombramientos, que motivaba la crítica. Ciertamente, parecía una temeridad poner en manos de la coalición abertzale las competencias de Justicia e Interior. Aunque menos, también parecía temerario ceder Desarrollo Rural, Administración Local, Medio Ambiente y Ordenación del territorio.

Pero, con ser importante, las cesiones que se anunciaban para ceder poder a Bildu y distribuir la autoridad no era lo principal y de más valor. Todas ellas, podían controlarse desde el Estado manteniendo un control como el que ya se apuntaba para las instancias policiales y de la Guardia Civil.

Lo realmente importante, desleído entre las alarmantes noticias de cesiones de competencias y autoridad a Bildu, no son esas noticias que, como cigarrillos alarmantes acaparan la atención del que teme por el tratamiento de un cáncer como el que combate la navarra.

Lo que importa no es el cigarrillo, que se deja en un cenicero para que se consuma, éste sólo llama la atención por lo que puede producir en razón con los carcinomas en los que influye. Lo temerario, lo peligroso, lo realmente comprometido es el cáncer y donde esté.

En el caso de la actualidad política navarra, los nombramientos a Bildu parecen unos simples cigarrillos, que son peligrosos pero que pueden ser controlados. Pero el cáncer para Navarra es la puesta en cuestión de su propia identidad, disimulada tras el cigarrillo de las competencias cedidas a Bildu.

Lo que importa, silenciada y puesta en peligro, es la identidad de una región libre que parece estar conducida, aún no condenada, a una inmersión sin especificar en otra entidad distinta: El País Vasco o Euskadi.

Y eso ya no es un simple cigarrillo que puede producir un carcinoma, bulto o acceso. De lo que se trata ahora es de saber a qué tipo de inmersión se enfrenta Navarra, qué quieren hacer los que mandan allí presididos por Uxue Barkos, que están dispuestos a tolerar los que no estén de acuerdo con lo que se pretende. Y lo que, en última instancia, puede hacer el Estado y está dispuesto a llevar a cabo el Gobierno de la Nación.

Porque, comprometida la identidad de Navarra, lo que viene a continuación abre un abanico de posibilidades y consecuencias en el que cabe todo, desde una revolución sangrienta de una parte de los navarros no dispuestos a transformarse en vascos de segunda clase hasta todo un conjunto de eventualidades en el que la imaginación, por larga y complicada que sea, siempre puede quedarse corta.

Por eso el “Uxue, por Dios. Fumando. Qué temeridad”, que produjo que un cigarrillo fuera al cenicero, hoy debe convertirse en un aviso urgente de emergencia:

Uxue, ¡Qué temeridad!

 


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