Barack Obama y Yahya Jammeh.

Mi Columna
Eugenio Pordomingo (25/1/2017)
El dictador de Guinea Ecuatorial, Teodoro Obiang Nguema, acoge con los brazos abiertos a Yahya Jammeh, expresidente-dictador de Gambia. De esta manera la llamada comunidad internacional resuelve el engorroso problema creado en el país africano. No se sabe a ciencia cierta si España ha metido “la mano” en esa expatriación, aunque tenemos fundadas sospechas de que así ha sido.

Este asilo me recuerda al que, en su momento, buscaron personas tan aparentemente  lejanas y diferentes en lo político, como el otrora banquero metido a político-alquimista, Mario Conde, al exministro José Barrionuevo o al exsecretario de Estado, Rafael Vera. El primero, pretendía, supuestamente, obtener un pasaporte diplomático, para así librarse de lo que no se libro: el trullo. Y los dos jerifaltes socialistas, embrollados entre los GAL y los fondos reservados, osaban -intrépidos ellos-, ayudar a dar un golpe de Estado en Guinea Ecuatorial, para así disponer de un alojamiento más cómodo y libre que el que les deparaba el Centro Penitenciario de  Soto del Real.

Ya comenté en otra ocasión que en febrero de 2003, Rafael Vera, Secretario de Estado de Seguridad y José Barrionuevo, Ministro de Interior durante los gobiernos de Felipe González, trataron de librarse de ir a prisión, y lo hicieron, supongo, de muchas maneras. Una de ellas, fue irse a vivir a un país donde no hubiera posibilidad de que les pudieran extraditar. Y, al parecer, debieron encontrarlo en Guinea Ecuatorial. En ese trajín de buscar ayuda, alguien les propuso que lo mejor sería derribar a Obiang Nguema, colocar a un amigo, aunque fuera circunstancial, e irse a vivir a Malabo o Bata.

Para llevar a buen fin ese proyecto hubo varias reuniones con algún que otro líder opositor guineano, en las que participaron españoles, entre ellos, el abogado Emilio Rodríguez Menéndez. En un chalé de éste último, entre animales exóticos, mucho muslamen femenino y costosos caldos, se dieron los últimos retoques a la operación. Pero Rafael Vera, más frío que Vladimir Putin, analizaba en silencio y cabizbajo los pros y contras. Y al parecer, optó por inclinarse por la duda. Y el golpe ni se inició. Alguien se ahorró los 500millones de pesetas que iba a costar la operación. Y algunas decenas de mercenarios ucranianos se quedaron sin trabajo.

El caso de Barrionuevo y Vera finalizó así de simple: los dos gozan de plena libertad. Los dos abandonaron pronto su encierro. Vera, tuvo la inmensa suerte de que un tribunal dio por buena la versión de que su esposa se encontraba mal de salud, al parecer padecía depresión. Y se le concedió la libertad. Había muchos presos con esos mismos problemas, pero ellos no tenían la posibilidad de “tirar de la manta”.

Rafael Vera no abraza a Felipe González antes de entrar en prisión.

Ahora Obiang acoge –sin necesidad de que le obliguen por expeditivos métodos- al expresidente de Gambia, Yahya Jammeh, tras su renuncia obligada por las circunstancias de haber perdido las elecciones. Dura ha sido la batalla en estos dos últimos meses para que acepte abandonar el poder tras 22 años gobernando con mano de hierro.

Como es habitual en estos casos, Jammeh no se ha ido con una mano delante y otra detrás, vamos que se ha llevado, entre otros muchos enseres, 500 millones de dalasi  (moneda local), que equivalen a unos 10,2 millones de euros, más los que tenga en paraísos fiscales. Eso, aparte de un avión de carga con dos de sus lujosos coches y repleto de valiosos enseres.

En el exilio de Jammeh ha jugado un papel importante la ONU, la Unión Africana y la Comunidad Económica de los Estados del África Occidental (CEDEAO), que conjuntamente han hecho una declaración comprometiéndose a evitar la confiscación de activos del expresidente, de su “familia y leales”. En una palabra, inmunidad para el dictador gambiano que, no olvidemos, está acusado por varias organizaciones internacionales de torturas y asesinatos a opositores.

¿Habrá que esperar a que el presidente Donald Trump, lleve a cabo su anunciada decisión de acabar con todos los “líderes africanos corruptos”, como ha anunciado en su primer discurso oficial desde la Casa Blanca?

A mí, sinceramente, me cuesta creerlo. De momento, tiraré de la cadena del wáter, a ver si con un poco de suerte se va este olor nauseabundo.