Juicio limitar en Guinea Ecuatorial.

Mi Columna
Eugenio Pordomingo (1/4/2020)
Me llama la atención que desde que se hizo pública la sentencia del Tribunal Militar de Guinea Ecuatorial (juicio sumarísimo) contra los cuatro secuestrados en Sudán del Sur, no ha habido una respuesta contundente  del MLGEIIIR (Movimiento de Liberación de Guinea Ecuatorial III República) o del resto de los grupos opositores  guineanos. Me refiero, a una respuesta no violenta, sino a través de artículos, notas de prensa, escritos colectivos de denuncia, empleo de las redes sociales.

Como es sabido, los procesados, en esta ocasión, han sido Fermín Abeso Mba, Julio Obama Mefuman, Feliciano Efa Mangue, Bienvenido Ndong Ondo Eyang, Martín Obiang Ondo Mbasogo, Pablo Ondo Nguema Mangue, Pelayo Enrique Nvo Nsono Andeme, Fructuoso Owono Nguema Mangue, Bachard Kerim Afatik, Abdel Mahit Mahamed. A todos ellos se les acusa del delito de rebelión, traición, “delito contra el Jefe de Estado y contra la forma de Gobierno; espionaje; injurias al Jefe de Estado y al Vicepresidente de la República”.

La sentencia relata que “todos ellos –y otros no presentes- decepcionados por el fracaso sufrido en su intentona citada anteriormente, se dieron cita en Madrid, capital del Reino de España, donde se concentra la mayoría de los miembros integrantes del grupo golpista y todos convinieron en la necesidad de crear el Movimiento de Liberación de Guinea Ecuatorial, Tercera República, movimiento que se encargaría de impulsar acciones tendentes a cambiar por la fuerza el régimen político instaurado actualmente en la Republica de Guinea Ecuatorial, para lo cual, se estructuró la dirección del movimiento con las siguientes asignaciones de responsabilidades entre sus cabecillas”:

Asimismo, en la sentencia se solicita “la repatriación de Rubén Clemente Nguema Engonga; Salomón Abeso Ndong; Filiberto Mabale; Luis Akogo; el llamado Antonio; la denominada Cristina con residencia en Londres. Y para conducir a nuestro país a los extranjeros Norbert Gazier, de nacionalidad francesa; el Coronel Chadiano Haroun; el apodado Ramadan y el médico beninés Aoumar, a fin de que todos ellos puedan responder por sus actos ante las instituciones judiciales de Guinea Ecuatorial, país víctima de sus actuaciones voluntarias y antijurídicas”.

El relato de los contactos que mantuvieron los secuestrados, ahora juzgados y sentenciados, queda reflejado en esa sentencia, lo cual no quiere decir que sea cierto.

Patética es la parafernalia montada por la televisión pública guineana, la única existente en el país: los desteñidos-secuestrados, vestidos con un mono rojo, saliendo de uno en uno del recodo de un pasillo, con las manos a la espalda (como si estuvieran esposados), que  al sentarse las ponen con sumo cuidado encima de sus rodillas.

Las declaraciones, producto de los largos meses de torturas e interrogatorios, dan su fruto; a algunos de ellos –Martín, por ejemplo- se le nota las marcas de las ligaduras en sus muñecas. Las peticiones de clemencia y perdón, son debidas, no nos cabe duda, a la dureza de los interrogatorios. “He estado en un sitio muy malo” dice Martín Obiang al principio de su declaración, tomada por la televisión, para su divulgación.

Más de tres meses pasaron hasta que las delegaciones diplomáticas de Estados Unidos, Francia y España se interesaron por los secuestrados. Pero la dictadura guineana no respondió, al menos eso transmitieron los escasos medios de comunicación españoles que se hicieron eco del caso. Por entonces, la actividad del MLGEIIIR hervía: comunicados de prensa, cartas a parlamentarios europeos, españoles e instituciones internacionales, concentraciones ante el Ministerio de AAEE de España y Embajada de Guinea Ecuatorial en Madrid.

Me extraña que los servicios de inteligencia de España y Francia no estuvieran al corriente de lo que sucedía desde antes de la salida desde el aeropuerto de Barajas, destino Alemania,  de los cuatro militantes del MLGEIIIR. Así cuenta esa peripecia el periodista Miguel González en el diario El País: Los dos españoles y los dos ecuatoguineanos residentes en España fueron capturados en noviembre pasado cuando, bajo engaño, viajaron a Sudán del Sur. Durante meses, las autoridades ecuatoguineanas evitaron informar de su paradero y tampoco permitieron que la Embajada española les prestase asistencia consular”.

Tribunal Militar del MLGEIIIR.

 

Desde que la Embajada española en Malabo se interesó por los secuestrados hasta que éstos fueron “presentados” ante la televisión, pasaron intensos días de trabajo de los médicos para restablecer sus deteriorados cuerpos y mentes. El resultado fue la sumisión al verdugo, la petición de clemencia y perdón.

No hay duda que la duda que la dictadura guineana ha conseguido, al menos de momento, acallar la actividad de ese movimiento opositor. Desde que se hizo pública la sentencia ha habido un manto de silencio aterrador, del que es difícil sacar conclusiones. No se puede negar que ha habido, y hay, discursos particulares (videos, escritos, etc.) en las redes sociales), pero no de forma colectiva e institucional.

Los demás grupos opositores han seguido, más o menos, el mismo camino. Los hay que no han podido disimular su complacencia con lo sucedido. El escenario es como el de una carrera pedestre, en este caso hacia el Poder. Ya se sabe, cuantos más obstáculos desaparecen, más expedito queda el camino.

El Centro Internacional de Toledo para la Paz (CITpax), organizador de la cumbre, conciliábulo o como se quiera llamar, está detrás de no se sabe qué, un nuevo proyecto, intentando –eso dicen- una transición en Guinea Ecuatorial. Si vemos el CV de esta organización “sin ánimo de lucro”, estaremos en condiciones de hacer un ejercicio de prospectiva y ahondar en sus objetivos: “Para ello colabora con organizaciones de la sociedad civil, con gobiernos y políticos en activo, así como con el sector privado. Sus principales zonas de actuación son Oriente Medio, el Mediterráneo y América Latina, con una destacada presencia en Colombia. Ha intervenido asimismo en el Cáucaso Sur y cuenta con una amplia experiencia en el Sáhara Occidental”.

Nada más leer lo de su “amplia experiencia en el Sáhara Occidental”, un frio recorre mi espalda y me echo a temblar.