Sáhara Occidental
Espacios Europeos (11/5/2022)
Varios medios de comunicación han cuestionado en sus editoriales al presidente del Gobierno después de suspender Argelia el Tratado de Amistad, Buena Vecindad y Cooperación con España, además de ordenar a sus bancos congelar las operaciones de comercio exterior con España, tras reafirmar Pedro Sánchez su giro sobre el Sáhara Occidental y apoyar la soberanía marroquí.
Para ABC, que titula El caos diplomático de Sánchez, no hay precedente, en la historia de la democracia española, “de un episodio diplomático tan perjudicial para España como el protagonizado personalmente por Pedro Sánchez con Marruecos y Argelia”.
Afirma que se trata de “un caso imputable al presidente del Gobierno, autor de una iniciativa unilateral e individual -la de reconocer la soberanía de Marruecos sobre el Sáhara Occidental- que ha desarbolado la política exterior de España en el Magreb, el frente más sensible y peligroso para los intereses españoles”.
Tras señalar que «Marruecos gana todo lo que España pierde”, escribe: “Sin la baza del Sáhara, España se ha desapoderado de un argumento de peso para reequilibrar unas relaciones bilaterales siempre tensas, pero necesarias para ambas partes. Aguas jurisdiccionales, pesca, Ceuta y Melilla, inversiones, emigración y antiterrorismo son capítulos de una agenda común secular con Marruecos, en la que la posición de España sobre el Sáhara era un factor corrector del expansionismo nacionalista del reino alaui. Ahora, con el Sáhara entregado a Marruecos, el gobierno de Rabat juega con las fronteras, explota aguas jurisdiccionales y asienta su posición sin tener que decir media palabra sobre emigración y amenaza yihadista, porque no le hace falta. Se le entiende todo”.
“Sánchez ha jugado con los intereses de España y aún no ha dado una explicación siquiera verosímil. Todo lo contrario. Y esta opacidad solo alienta especulaciones sobre la relación que ha podido haber entre la carta claudicante al rey de Marruecos y la información -mucha información- extraída del teléfono móvil del presidente del Gobierno”, concreta.
El Español, con el titular “Argelia reduce aún más el peso de España en el Magreb”, afirma que “la súbita ruptura del Tratado de Amistad evidencia que Argelia no iba de farol cuando amenazó con represalias contra nuestro país”, para agregar que “el nuevo contratiempo en la estrategia del Gobierno con Marruecos evidencia lo indeseable de una política exterior errática y aparentemente improvisada, o no lo suficientemente meditada y trabajada” y que “Marruecos ha marcado los tiempos para la reapertura de las fronteras de Ceuta y Melilla y ha impuesto sus propias condiciones de tráfico de personas y mercancías. También ha retomado las prospecciones petrolíferas frente a las aguas de Canarias”.
Opina que “a la vista de las vagas garantías que dio Rabat en relación a la integridad territorial española en el acuerdo firmado entre Mohamed VI y Pedro Sánchez, parece ya obvio que el ‘partenariado’ acordado está claramente desequilibrado en favor de Marruecos”, para concluir que “la cacareada recuperación de la ‘buena vecindad’ con Marruecos ha sido un espejismo. Y se ha roto la que existía con Argelia. La debilidad de España como potencia regional en el Magreb es ya un clamor. España ha hecho un negocio pésimo”.
“Argelia nos cobra el giro temerario de Sánchez”, titula El Mundo, que considera que la inconsistencia en política exterior de este Gobierno es una triste evidencia y argumenta:
“Del caso Ghali a Pegasus, pasando por las embajadas separatistas o la voz cacofónica de la coalición en vísperas de la cumbre de la OTAN, es imposible encontrar alguna estrategia coherente a la actuación de un ministerio que ya purgó a su anterior titular por exigencia de Marruecos. Sea por el exitoso chantaje de Rabat mediante la utilización de miles de inmigrantes arrojados contra la frontera de Ceuta, sea por el no aclarado robo de datos del móvil del presidente, lo cierto es que Sánchez imprimió un giro unipersonal y sorpresivo a la postura tradicional de España en el Sáhara, avalada por la ONU y por todos los partidos, también el PSOE”.
“Albares -prosigue– aseguró entonces que Argelia había sido informada. Este miércoles, tras el pleno en el que Sánchez explicó su nueva posición con Marruecos, Argelia replicó fulminantemente. Primero, por la tarde, al suspender el Tratado de Amistad con España. Después, por la noche, ordenando a sus bancos bloquear las relaciones comerciales. A nadie se le ocultan las previsibles consecuencias de este portazo en la factura del gas, que depende en buena medida del suministro argelino. Si se logra restablecer la amistad será a un alto precio, en mitad de una escalada inflacionista y una guerra de la que no se ve el final. El coste del cesarismo irresponsable de Sánchez lo vamos a pagar todos los españoles”.
El País, por su parte, asegura que “desde el primer momento, la gestión del cambio de posición en relación con el Sáhara Occidental ha estado dominada por la opacidad y por un posible error de cálculo” y que “la aceptación de la posición de Marruecos sobre la antigua colonia sigue sin estar explicada con claridad y con los detalles que exige la relación emocional de buena parte de la sociedad española con el pueblo saharaui. Los 47 años que dura el conflicto evidencian la dificultad de resolverlo, pese a la activa participación de la ONU, pero esa no es razón suficiente para renunciar a seguir buscando fórmulas capaces de garantizar mejores condiciones de vida para la población del Sáhara Occidental”.
Finaliza con que “Sánchez aseguró que las resoluciones sobre el Sáhara Occidental han de ser consensuadas y aceptadas por las partes, incluido el Frente Polisario, y en el marco de la ONU, pero hoy la solución del conflicto parece alejarse un poco más”.
Sobre “La ruptura hispano-argelina”, La Vanguardia expone que para Argelia es ‘inaceptable’ el cambio de posición de España y su giro político promarroquí respecto al Sáhara por significar una violación de ‘sus obligaciones legales, morales y políticas’ , y dice que “el enfado argelino resulta más preocupante si cabe, puesto que enturbia unas relaciones comerciales que en los últimos dos decenios han sido en líneas generales satisfactorias y han tenido en el gas argelino –que representa el 30% de las importaciones españolas de este combustible– un objeto de comercio principal”.
Concluye que “España debe actuar con cautela, con el ánimo de limitar los efectos inmediatos de su desencuentro con Argelia, y con el propósito a medio plazo de recomponer las relaciones bilaterales. Eso es lo deseable si aspiramos a mantener el suministro de gas, a relanzar las exportaciones españolas y a mimar la colaboración en materia de inmigración y seguridad”.
Fuente:
Contramutis.
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