espacioseuropeos.com (28/12/2009)jomeini
Los enfrentamientos entre manifestantes y las fuerzas de seguridad del régimen iraní han causado, hasta ahora, 16 muertes, entre ellas la del sobrino del opositor iraní, Mir Husein Musavi. El joven falleció en la capital iraní, a consecuencia de un disparo en el corazón, probablemente efectuado por un agente de seguridad en el transcurso de los violentos incidentes.

Los enfrentamientos entre grupos de manifestantes y las fuerzas gubernamentales  han sido muy violentos y, que sepamos, continúan todavía. Los enfrentamientos, que llevan ya tres días, tienen como escenario Teherán, y por primera vez los medios de comunicación estatales dan cuenta de ellos.

El inicio de estos conflictos se remonta a los comicios del pasado 12 de junio, en los que fue reelegido el actual presidente, Mahmud Ahmadineyad. Nada más conocerse la victoria de Ahmadineyad, centenares de personas mostraron en las calles su disconformidad.

La Ashura, fiesta religiosa de los musulmanes, fue el motivo para que la oposición iraní se manifestase contra el régimen, pero no hay que olvidar que tras estos incidentes se juega una importante baza estratégica del mundo occidental, especialmente de Estados Unidos.

Petróleo y posición geoestratégica
Con una población cercana a los 70 millones de habitantes y 1.648.000  kilómetros cuadrados, y una posición geoestratégica muy importante, Irán  ha sido siempre un bocado muy exquisito para las grandes potencias. Ya los británicos controlaban la producción de petróleo iraní a través de la empresa Anglo-Iranian Oil Company, actual British Petroleum.

Tras las sucesivas intervenciones británicas y estadounidenses para poder controlar el petróleo,  en 1979 las dos potencias decidieron dar por terminado el régimen del Sha Reza Pahlevi y tras varias dudas colocaron al chiíta Jomeini, que rápidamente impuso una república islámica. De nuevo, las dos potencias, Reino Unido y, sobre todo, Estados Unidos, han decidido alterar la situación en Irán, y lo hacen con el nuevo modelo de «revolución de los colores», ya ensayada con éxito en algunos países del Este de Europa (naranja en Ucrania; rosa en Georgia y tulipán en Kirguizistán).

Que quede claro, para los que les gusta «apuntar con el dedo» acusador: No somos partidarios del actual régimen iraní; no nos gustan las dictaduras, sean del signo que sean. Pero, tampoco somos partidarios de que por intereses meramente económicos, se incite a conflictos interesados que, como la historia nos demuestra, aparte de no alterar sustancialmente la relación de poderes, suelen terminar en derramamientos de sangre.