Nigeria (África)
Ana Camacho (23/1/2012)ana-camacho
Suele ser un principio universalmente aceptado en análisis geopolítico que lo que mueve las intervenciones de Estados Unidos en el mundo es principalmente las ansias de la superpotencia por apoderarse de las fuentes del petróleo o, en general, su avidez de materias primas. El reguero de muertos (al menos unos 160) que ha vuelto a dejar en Nigeria este fin de semana el Boko Haram un movimiento terrorista antes de Navidades completamente desconocido, tiene todos los elementos para demostrar que la relación petróleo=conflicto podría funcionar no sólo para señalar con el índice al avieso imperialismo americano.

El movimiento islamista del Boko Haram no está actuando en el escenario donde se encuentran los grandes yacimientos de petróleo y gas que han convertido a Nigeria en una gran potencia productora de hidrocarburos. Pero el recrudecimiento de los enfrentamiento con trasfondo aparentemente religioso (el sempiterno conflicto entre musulmanes del norte y cristianos del sur), ha obligado a 90.000 nigerianos a convertirse en refugiados en su propio país y amenaza con arruinar esa mediación norteamericana que, como ya contamos, puso proa a otra amenaza de seísmo político que asomó tras la muerte del presidente Yar’Adua.

Entonces, tanto republicanos como demócratas de EEUU se volcaron en un todos a una Fuenteovejuna en Nigeria para apagar el conato de incendio y asegurar la sucesión y permanencia del actual presidente Jonathan Goodluck. La razón de tanto interés es política (el proceso de reformas gestionado por Goodluck en una zona clave para la política estadounidense en África) y económica: Nigeria, segundo productor de petróleo africano, es el quinto país en la lista de principales proveedores del oro negro importado por EEUU al que Nigeria le vende el 40% de su producción.

La creciente instabilidad además, podría afectar a la puesta en marcha del  Transahariano, el gasoducto más largo del mundo cuyo recorrido, a partir de Nigeria, deberá atravesar el vecino Níger (país que hace frontera con el estado Yobe afectado por el terrorismo supuestamente yihadista). Con sus 4.128 kilómetros, el TSGP, (según sus iniciales en inglés), debería transportar a partir de 2015, entre 20.000 y 30.000 millones de metros cúbicos de gas de los yacimientos nigerianos, convirtiendo la alianza nigeriano-argelina en la gran alternativa a la excesiva dependencia europea del gas ruso.

El ambiente de preguerra civil abonado por este nuevo brote de yihadismo africano, pone en peligro las inversiones extranjeras que requiere este colosal proyecto y siembre dudas sobre la buena salud de la producción petrolera del Golfo de Biafra. Y puestos a ponernos en clave conspirativa: qué casualidad que el Boko Haram haya hecho su aparición coincidiendo con el apretón de tuercas americano-europeo a Irán y la forzosa búsqueda de fuentes de abastecimiento alternativas a los suministros del Golfo Pérsico…

 N. de la R.
Este artículo se publica con la autorización de Ana Camacho, periodista, activista intelectual y física, de los derechos humanos, además de secretaria de la asociación APPA (Asociación para el Progreso de los Pueblos de África), que también e puede leer en su página de Internet En Arenas Movedizas.