Internacional
Espacios Europeos.com (10/8/2009)
Los medios de comunicación han recordado muy «de pasada» lo que aconteció el 6 y el 9 de agosto del año 1945. Hoy, 9 de agosto s se cumplen 64 años del aquel fatídico día en que Estados Unidos lanzó su segunda bomba atómica sobre una ciudad japonesa, Nagasaki.
Tres días antes, los Estados Unidos habían lanzado otro infernal objeto metálico de casi 5.000 kilos sobre la isla de Hiroshima. El hombre que dio esas órdenes fue el presidente Harry S. Truman.
La mortalidad en la isla de Nagasaki fue algo menor, debido al perfil rugoso donde se asentaba la población. Algunos de los distritos de la ciudad, que se encontraban más bajos que otros, fueron protegidos por esos otros barrios menos afortunados y un mayor número de habitantes logró sobrevivir a la hecatombe, según recogió Eduardo M. López en un artículo publicado en espacioseuropeos.com.
La primera bomba atómica, apodada «Little Boy» («Muchachito»), pesaba unos 5.000 kilos, fue lanzada desde un bombardero B-29, el «Enola Gay», nombre de una heroína de novela que le había sido impuesto en el bautismo a la madre del coronel Paul W. Tibbets, Jr., piloto y jefe del avión que transportaba la primera bomba atómica que se iba a lanzar sobre una población civil.
La destrucción fue de tal magnitud, que es difícil describir lo que allí aconteció. Más del 60 por ciento de la ciudad de Hiroshima fue literalmente borrado del mapa. Un 80 por ciento de los edificios fueron destruidos totalmente, y el 20 por ciento restante, quedaron severamente dañados.
Aproximadamente, 100.000 japoneses murieron en el acto, y una cifra similar resultó herida de gravedad, la mayoría de ellos con terribles quemaduras. Todavía hoy, después de 64 años, sigue falleciendo gente a causa de las radiaciones.
Los terribles efectos que causó esa primera bomba atómica no fueron suficientes para disuadir a Estados Unidos de lanzar una segunda. Y tres días después, otro artefacto atómico era lanzado contra la ciudad de Nagasaki, con resultados similares.
Unos días después, el 14 de agosto, Japón decidió capitular, aunque ya nadie puede ocultar que mucho antes quiso negociar su rendición. El 15 de ese mismo mes, el Emperador Hirohito se dirigía por primera vez a su pueblo a través de la radio.
Los efectos colaterales, como siempre, fueron numerosos. Casi el 80 por ciento del uranio empleado en esas bombas procedía de África, concretamente de Katanga, Congo Belga, de la mina de Shakolobwe. Los trabajadores (todos nativos) que se dedicaban a extraer el mineral eran tratados de forma cruel e inhumana por la Administración belga. Tenían que trabajar gratis para ese gobierno durante seis meses al año, y lo hacían en unas condiciones laborales más cercanas a los esclavos de otras épocas.
Hoy esos métodos no existen aparentemente, pero se lucha a muerte con ejércitos poderosamente armados por el control de esas riquezas…
Noticia de referencia:
* Un seis de agosto… ¡Feliz cumpleaños, Mr. Truman!, esté donde esté
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