Japón/Estados Unidos
espacioseuropeos.com (9/8/2011)bombardero-b-29-que-transporto-la-bomba-atomica
Hoy se cumplen 66 años de aquel fatídico día en que el Gobierno de Estados Unidos mandó lanzar una bomba atómica sobre la ciudad de Nagasaki.  Tres días antes, otro artefacto atómico destrozó la ciudad de Hiroshima.  Japón conoció horrorizado el efecto de la energía nuclear utilizada para la guerra, para matar.

Las bombas atómicas no cayeron por efecto de la gravedad, las lanzó Estados Unidos. Y es que desde hace varios años, los medios de comunicación vienen recordado muy «de pasada» lo que aconteció el 6 y el 9 de agosto del año 1945. Pocos medios de comunicación, al menos en Occidente, son los que dicen a las claras que fue Estados Unidos la nación que lanzó esas poderosas y mortíferas bombas atómicas.

Tres días antes del 9 de agosto de 1945, los Estados Unidos habían lanzado otro infernal objeto nuclear de casi 5.000 kilos de peso sobre la isla de Hiroshima. El hombre que dio esas órdenes fue el presidente estadounidense Harry S. Truman.

La mortalidad en la isla de Nagasaki fue algo menor, debido al perfil rugoso donde se asentaba la población. Algunos de los distritos de la ciudad, que se encontraban más bajos que otros, fueron protegidos por esos otros barrios menos afortunados y un mayor número de habitantes logró sobrevivir a la hecatombe, según recogió Eduardo M. López en un artículo publicado en espacioseuropeos.com, hace ahora tres años.

La primera bomba atómica, apodada «Little Boy» («Muchachito»), pesaba unos 5.000 kilos, y fue lanzada desde un bombardero B-29, el  «Enola Gay», nombre de una heroína de novela que le había sido impuesto en el bautismo a la madre del coronel Paul W. Tibbets, Jr., piloto y jefe del avión que transportó la primera bomba atómica que se iba a lanzar sobre una población civil.

La destrucción fue de tal magnitud, que es difícil describir lo que allí aconteció. Más del 60 por ciento de la ciudad de Hiroshima fue literalmente borrado del mapa. Un 80 por ciento de los edificios fueron destruidos totalmente, y el 20 por ciento restante, quedaron severamente dañados.

Aproximadamente, 100.000 japoneses murieron en el acto, y una cifra similar resultó herida de gravedad, la mayoría de ellos con terribles quemaduras. Todavía hoy, después de 66 años, sigue muriendo gente a causa de las radiaciones.

Los terribles efectos que causó esa primera bomba atómica no fueron suficientes para disuadir a Estados Unidos de lanzar una segunda. Y tres días después, otro artefacto atómico era lanzado contra la ciudad de Nagasaki, con resultados similares.

El 14 de agosto, Japón capitulaba, aunque  mucho antes quiso negociar su rendición. El 15 de ese mismo mes, el Emperador Hirohito se dirigía por primera vez a su pueblo a través de la radio. Hasta entonces su voz no era conocida por los japoneses.

Hoy, 9 de agosto de 2011, todavía siguen muriendo japoneses  a cusa de aquel horror.