España
José Manuel González Torga (23/9/2012)
Un amigo común, que yo le había presentado, me dio la fatídica noticia del fallecimiento de Roberto Soravilla. Un cáncer le minó y ha acabado con su vida, a la edad de 67 años. Un óbito prematuro para las expectativas de vida del presente y, sobre todo, para lo que aún cabía esperar de él.
Deja un escaño en el Congreso de los Diputados, donde era portavoz en la Comisión Mixta para la Unión Europea. Había sido senador por Madrid en tres legislaturas y diputado en otras tres. Perteneció en determinados periodos a las Comisiones de Asuntos Exteriores y de Defensa.
A veces le tocaba aguardar a que corriera la lista de espera, porque en la candidatura de Madrid por el Partido Popular no había ocupado un lugar seguro para salir elegido la noche del recuento. En las últimas elecciones el plazo de retorno al hemiciclo resultó corto, dado que su partido había de gobernar y, por lo mismo, menudeaban los electos que renunciaban al puesto en el legislativo por nombramientos para altos cargos, que les exigían optar, por la incompatibilidad legal para acumularlos.
Madrileño por nacimiento y chamberilero por vecindad, conocía bien el Madrid tradicional, que incluso enseñó repetidamente, como cicerone «gratis et amore», a grupos de personas próximas.
Era licenciado en Derecho y manejaba con soltura el idioma inglés. Su mirada azul le aportaba un cierto aire cosmopolita. Encajaba, pues, tanto en la Europa central como en su barrio de la Villa y Corte.
Personalmente le conocí, hace muchos años, antes de su lanzamiento a las tareas políticas. Era un pintor con vitola artística y estilo no convencional. Llegó a hacerme, tras un bosquejo previo, un retrato al óleo, con ropaje creado por su imaginación y el gesto que le petó. Pienso que trató de evitar el presente de entonces para buscar un aire intemporal. En la parte inferior del cuadro lleva un texto, que es más que una firma: «José Manuel González Torga, natural de la ciudad de León, pintado en Madrid por su amigo Roberto Fedz. de Soravilla. MCMLXXXIV».En cuanto al conjunto de su obra pictórica, ha de tenerse en cuenta que, durante buena parte de su vida, los apellidos de Roberto fueron Fernández Soravilla, hasta que eligió alterar el orden por la vía legal.
Durante unos meses compartimos horas de trabajo, en aras de la cultura. Comprobé así, codo con codo, sus capacidades y su rigor, evidenciados sin menoscabar un talante de expresividad comunicativa.
Persona culta y eficaz, Soravilla puso de manifiesto la amplitud de sus registros. Dominó facetas de la Estética, sin verse limitado por ello para participar en cometidos políticos tan específicos como los relativos al ámbito militar.
Su memoria perdurará con el carácter dúplice de sus principales dedicaciones profesionales. Méritos hizo para ello.