Hillary Clinton y Abdelaziz Buteflika. Foto Embajada de EEUU en Argel.
Hillary Clinton y Abdelaziz Buteflika. Foto Embajada de EEUU en Argel.

Internacional
Ana Camacho (1/11/2012)
Hillary Clinton estuvo el lunes en Argel donde se entrevistó (por segunda vez desde que es ministra) con el presidente Abdelaziz Buteflika. Según la agencia France Presse (AFP), y la prensa española y marroquí que reprodujeron esta versión,  la visita de la secretaria de Estado norteamericana tuvo como objetivo presionar al Gobierno argelino para que de su apoyo a la intervención internacional en Malí. ¿Hubo realmente presión de los EEUU en Argel como ha aireado la agencia pública de noticias francesa? 

En realidad, decir que se insta a Argelia a que apoye la intervención da por implícito que este país se sigue oponiendo a la intervención, lo cual no es cierto. El Gobierno argelino ha acatado en sus recientes declaraciones la resolución 2071 aprobada por el Consejo de Seguridad de la ONU el pasado día 12 que toma en consideración la propuesta francesa para que se intervenga en el país vecino con el que Argelia comparte una frontera de unos 1.400 kilómetros. Otra cosa, es que en Argel sigan mostrándose escépticos sobre una intervención militar que, dicen allí, podría empeorar la situación, en lugar de mejorarla, si antes no se resuelve el problema que dio origen al conflicto: el de las reclamaciones de la comunidad tuareg que declaró la independencia del Azawad.

En cualquier caso, un repaso a los comunicados del departamento de Estado no refleja que haya graves discrepancias entre Washington y Argel en relación a la cuestión de Malí, ni que Clinton fuese en son de bronca a su encuentro con Buteflika, como da a entender la AFP, para dar un enérgico respaldo a la posición de Francia, potencia instigadora de la intervención africana.

En la nota que el departamento de Estado publicó sobre este encuentro, se subraya que tanto el presidente argelino como la secretaria de Estado estuvieron de acuerdo en que es necesario trabajar en el marco de la cooperación que EEUU y Argelia vienen desarrollando en la lucha contra el terrorismo para ayudar al Gobierno de Malí a hacer frente, con la ayuda de la ONU y la Unión Africana y la Cedeao,  a los peligros contra la seguridad, es decir los grupos terroristas que han proliferado a raíz de la secesión tuareg del norte de Malí.

Lo más interesante, sin embargo, es que el departamento de Estado también ha subrayado que ambos estuvieron de acuerdo sobre «la necesidad de asegurar que el proceso político dentro de Malí resuelva la legítimas demandas de las fracciones más moderadas de los tuaregs con el fin de que puedan ver su futuro dentro de un estado democrático y unitario de Malí y se reduzca el espacio de acción de los extremistas». Es decir, Clinton ha dado un buen espaldarazo a las tesis de Argelia frente a la tajante negativa de Francia que no distingue entre los grupos tuaregs que declararon la independencia del Azawad y que rechazan el yihadismo, de las bandas adheridas a Al Qaeda.

El encuentro entre Clinton y Buteflika abría ayer la web del Departamento de Estado como evento destacado con un epígrafe en el que la propia secretaria de Estado, subraya su agradecimiento a la oportunidad que el presidente argelino le dio de conversar «a fondo» sobre la cuestión maliense y alaba sus análisis al respecto «basados sobre su larga experiencia y los muchos y complicados factores que hay que tener en cuenta para hacer frente a la inseguridad interna y la amenaza terrorista en Malí».

Si nos atenemos a los comunicados oficiales, no sólo  no hay rastro de la versión de France Presse sino que, por el contrario, parece que haya sido Buteflika el que ha convencido a Clinton, y no lo contrario. Tanto, que hoy en la prensa argelina celebraban con optimismo que quizás los franceses no vean cumplidos sus previsiones de que «habrá intervención en Malí en unas semanas».

P.D.
Un apunte sobre el Sahara. Otro dato a tener en cuenta sobre el juego de EEUU en el norte de África: a diferencia de la anterior visita de Clinton a Argel, esta vez, la secretaria de Estado no ha hecho escala en Rabat, ni siquiera de forma simbólica. Mientras en Argel, Buteflika recibía el reconocimiento de Washington a su sabiduría y cooperación en la lucha contra el terrorismo, en Rabat el lunes tenían que tragar el sapo del comienzo de la visita del embajador norteamerana-camachoicano, Christopher Ross, el enviado especial del secretario general de la ONU para el Sáhara Occidental con el que intentaron, sin lograrlo, la misma jugada que hicieron con su antecesor estadounidense en el mismo cargo (el exsecretario de Estado James Baker), al que obligaron a dimitir. Tras haber sido cuestionado por Rabat, Ross ha salido tan airoso que hoy iniciaba una visita en el Sáhara ocupado. Los saharauis tienen  planeado darle un gran recibimiento  en El Aaiún, especialmente en el emblemático (para la lucha por la independencia) barrio de Maatala, desafiando el miedo a las posibles represalias de las fuerzas de ocupación marroquíes.

N. de la R.
Este artículo se publica con la autorización de Ana Camacho, periodista, activista intelectual y física, de los derechos humanos, además de secretaria de la asociación APPA (Asociación para el Progreso de los Pueblos de África), que también e puede leer en su página de Internet En arenas movedizas.


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