Sáhara Occidental
Diego Camacho (28/4/2013)

Cristopher Ross y Mohamed VI
Cristopher Ross y Mohamed VI

El 25 de abril Ban Ki-Moon, Secretario General de la ONU, presentaba al Consejo de Seguridad (CS) el informe que había elaborado su enviado personal Cristopher Ross después de visitar numerosos países. El informe es decepcionante pues no responde a las expectativas que había despertado. No abre ningún camino que permita dar cumplimiento, de una vez, a las numerosas Resoluciones de la Asamblea General y del CS, que reconocen el derecho que asiste al pueblo saharaui para decidir sobre su destino, en su lugar desenfoca la causa del problema y centra su preocupación en el control que debe ejercerse para proteger los Derechos Humanos, asunto sin duda importante pero que no puede sustituir al tema de fondo y por lo tanto prioritario como es la convocatoria de un Referéndum que restituya la legalidad internacional al Magreb y a los saharauis un derecho que les ha sido arrebatado por la fuerza con el concurso de las grandes potencias.

En los párrafos 17, 20, y del 25 al 28, constata el SG por medio de su enviado personal de existir “dos partes y no hacen concesiones”. Es tendencioso admitir la existencia de dos partes. Marruecos no tiene sobre el territorio la soberanía, la administración ni ningún otro título que legitime su presencia en el mismo. Por lo tanto Marruecos es un país invasor que se ha aprovechado de los intereses geopolíticos de EEUU y Francia para establecer nuevamente una colonia en el norte de África. Por su parte la pequeña población saharaui ha sido capaz de resistir la imposición de la fuerza y revindicar su derecho. Estos párrafos evidencian que la ONU, una vez más, intenta desarrollar una falsa mediación en lugar de imponer su propia legalidad internacional.

En el párrafo 32, Ross lanza tres ideas para desbloquear y avanzar hacia una solución. La primera es alentar las relaciones bilaterales Marruecos y Argelia. Es decir, volver a un planteamiento de guerra fría, como si la violación de la legalidad internacional por parte de Marruecos fuera debida a un problema bilateral. La segunda es alentar a ACNUR en la ampliación de programas de educación en territorios y campamentos, lo que viene a ser un reconocimiento explícito del abandono y descuido llevado a cabo por la potencia invasora sobre la población autóctona. La última idea es la de alentar a la Unión del Magreb Árabe (UMA) para hallar una solución para el Sáhara Occidental, es decir el SG ignora a su propia organización regional la Organización para la Unidad Africana (OUA) que reconoce el derecho que asiste a los nómadas, para encomendarle a la UMA, controlada por Francia, esa tarea. En resumen, todo menos obligarle a Marruecos a cumplimentar las Resoluciones de la ONU existentes.

Claro que Ban Ki-Moon, en el párrafo 17, da una clave esencial al relatar como Mohamed VI le retira a Ross su confianza en el mes de mayo de 2012 hasta que el 25 de agosto recupera esa confianza gracias a una conversación telefónica que mantiene el SG con el sultán “le aclaré los mandatos de mi enviado personal y de la MINURSO”. Lo que se olvida informar el SG al CS son las garantías que ha tenido que dar para que el Rey de Marruecos de marcha atrás a su decisión.

Se constata en el párrafo 14 las condenas, 19 cadenas perpetuas, a 25 saharauis, del Tribunal Militar por los hechos de Gdem Izik. El SG no parece dar demasiada importancia al hecho de que civiles sean juzgados por una Corte Marcial, lo cual resulta lógico que sea un tribunal de estas características quien juzgue si se acepta la existencia de una invasión militar del territorio.

En el párrafo 20 el SG riza el rizo al afirmar que la comunidad internacional esta dividida respecto al Sáhara Occidental “por ello el capítulo VI de la Carta no permitía la imposición de ninguna solución a ninguna de las partes”. La insistencia de otorgarle a Marruecos el status de parte es escandalosa pero así se puede soslayar la verdadera naturaleza de nuestro país vecino: nación invasora y colonialista. Es extravagante que Ban Ki-Moon afirme la división de la comunidad internacional cuando ningún país, incluidos EEUU y Francia, han reconocido después de 37 años la soberanía de Marruecos y para la ONU la potencia administradora sigue siendo España. Quizás piense que cuando se prolonga en el tiempo una violación del Derecho Internacional este hace el efecto del bálsamo de Fierabrás y la convierte en legal.

En el párrafo 21 salimos de dudas, Cristopher Ross está completamente desorientado pues confiesa “no tener una idea clara de si existe más apoyo a la autonomía o a la independencia”. Es evidente que si los saharauis optaran por la autonomía habrían de ser ellos quienes la solicitaran, no el sultán concediéndola pues no puede concederse una autonomía si no gozas de la soberanía. Por otro lado parece mentira que este diplomático norteamericano no caiga en la cuenta que para salir de su duda funcional hay un camino, la convocatoria del Referéndum. De esa manera podría saber cual es el apoyo que gana.

Diego Camacho, Bucharaya Beyún, Eugenio Pordomingo y Eugenio Sánchez
Diego Camacho, Bucharaya Beyún, Eugenio Pordomingo y Eugenio Sánchez

He dejado para el final el párrafo 3º que es la mayor vergüenza de todo el informe. En el se relata la entrada de cinco saharauis en las oficinas de MINURSO de Smara “a los que se les convenció para que se marcharan”. La realidad fue muy diferente, estas cinco personas fueron convencidas por el asesor personal de Cristopher Ross y su jefe de seguridad para que abandonaran la sede de Smara y se trasladaran a la sede de MINURSO en el Aaiún, donde se entrevistarían con Ross, para lo que se les proporcionó dinero para pagar el taxi. Llegados a la sede de MINURSO en Aaiún serían secuestrados por varias personas de paisano, trasladados otra vez a Smara donde se les dio una paliza para después ser abandonados por separado en el desierto. Es decir, dos altos funcionarios de la ONU faltan a la palabra dada, con su colaboración cinco personas son secuestradas y torturadas, y encima, a la hora de redactar el informe engañan al Consejo de Seguridad. Después de esto ¿alguien cree que vale la pena darle vueltas a si a la ONU le preocupa el seguimiento de los Derechos Humanos en el Sáhara Occidental?

Considero que con esta iniciativa el SG ha pretendido dar a Marruecos un estatus de parte lo que viene a reconocer implícitamente su derecho a permanecer allí. Además de desenfocar el tema de fondo y desplazar hacia la vigilancia de los Derechos Humanos el asunto esencial. Hacer respetar sus propias Resoluciones no parece importarle, como botón de muestra: ni una vez menciona el Referéndum de autodeterminación.

N. de la R.
El autor es coronel del Ejército, diplomado en Operaciones Especiales, licenciado en Ciencias Políticas y escritor.