Internacional
Miguel Ángel Barrios (8/7/2016)
Hemos observado que desde el 23 de junio, día del BREXIT, que es una abreviatura de dos palabras en inglés, Britain (Gran Bretaña) y exit (salida) que significa si el Reino Unido quería o no seguir siendo integrante de la Unión Europea y de la cual, el resultado resultó favorable a la salida de Inglaterra de la misma, hemos visto infinitos análisis desde diferentes perspectivas y enfoques, todos muy enriquecedores.
Aquí nosotros realizaremos o trataremos de brindar una perspectiva histórica y geopolítica. En el fondo, es la dinámica del poder desde el movimiento de la historia .Y teniendo en cuenta que los espacios nunca son neutros.
Primero, ratificamos una vez más la hipótesis de Alberto Methol Ferre, en la cual los únicos Estados con capacidad de soberanía en el sistema mundo, de una interdependencia asimétrica sin igual, son los Estados continentales industriales, cuyo primer teórico y político del continentalismo como lo demostró Methol, fue Juan Domingo Perón.
Un Estado continental industrial implica un poder que reúna cinco dimensiones: política, científica-tecnológica, industrial, militar y cultural en un espacio continental. Esto significa el agotamiento del Estado Nación industrial clásico como sujeto soberano y ni que hablar de los Estados agrarios agro exportadores como los latinoamericanos. Desde esta lógica geopolítica, únicamente son Estados continentales industriales: EEUU, China, Rusia e India, y por lo tanto, los que poseen la musculatura para ser Estado continental.
Esta conclusión definitiva del «orden» mundial aunque es tan nítida, parece no obvia en el campo de los especialistas en relaciones internacionales, que definen a los Estados con generalidades como superpotencias, potencias, potencias regionales, países intermedios, pequeños Estados, que en sí mismos no dicen nada o muy poco. No ocurre con los grandes estrategas, porque, por ejemplo, el último libro de Henry Kissinger denominado «Orden Mundial», habla claramente de la decadencia del «orden westfaliano» europeo de los Estados Naciones y de la coexistencia de otros «ordenes» concomitantes con Estados regiones de culturas no occidentales. Y trabaja toda la investigación partiendo del hecho de que son Estados continentales sin nombrarlos y del rol que le debe toca a EEUU en un sistema mundo de un nuevo reequilibrio de poderes. Paul Kennedy, Zigmunt Brzezinski, Robert Kaplan, Robert Kagan y Samuel Huntington, entre otros, trabajan esa idea, como el ruso Alexander Duguin y la cuestión de los grandes espacios.
La idea de Europa aunque tiene su largo itinerario histórico nunca se consolidó geopolíticamente.
- El Imperio Romano que se terminó dividiendo y resquebrajando;
- El Imperio carolingio; y
- El Sacro Imperio Romano Germánico;
Tres experiencias históricas que sirven de antecedente geopolítico pero que no fueron sustentables y siempre desde un centro o poder imperial.
La cuarta experiencia es el Pacto del Carbón y el Acero, o sea el Tratado de París de 1951, dio nacimiento a la futura Comunidad Económica Europea y a la actual Unión Europea de 28 Estados. La unidad continental franco alemana es el parto de la Unión Europea con un concepto ampliado de soberanía -esto es lo central- que venía de Robert Schuman y Konrad Adenauer, a los que se sumaron otros como Jean Monnet y Alcide de Gasperi.
La causa central de la nueva Europa fue la de crear un Estado más fuerte y unido luego del desastre de las guerras mundiales que en verdad fueron guerras civiles europeas. Era una integración que tenía como fin lograr un Estado confederal fuerte ante las dos superpotencias emergentes creadoras de la bipolaridad -EE.UU y la URSS-, que además eran extra europeas por primera vez desde el nacimiento de la política mundial en el 1500, y que en verdad eran Estados continentales industriales –Perón lo vio claramente-, y también Schuman y Adenauer. Europa solo se salva si se crea un Estado continental europeo.
Hasta ahora se estudiaba en las universidades y en los ámbitos políticos académicos a Europa desde dos enfoques: un enfoque institucionalista (es decir las instituciones que componen la Unión Europea) o economicista (la moneda común, es decir el euro, como culminación de la integración), dejando de lado las relaciones de poder en la política internacional. La realidad hizo crujir todo de golpe.
Inglaterra desde la Britania como provincia del Imperio Romano, siempre tuvo una particularidad. Está en Europa, pero no forma parte de Europa, porque su condición geopolítica insular es más fuerte que su condición «continental”. Churchill siempre distinguió a Inglaterra por ello, y no nos olvidemos que recién en 1973 ingresaron a la Comunidad Económica Europea.
«En una disertación de julio de 1904 habló Mahan sobre las posibilidades de que los EEUU de América e Inglaterra se unieran de nuevo. Lo decisivo, a su juicio, era la necesidad de mantener el dominio anglosajón en el mar, y eso solamente podía lograrse sobre una base insular, mediante la unión de las dos potencias angloamericanas. Inglaterra se ha hecho demasiado pequeña, a consecuencia de los últimos adelantos y por ello ya no es una «isla» de los nuevos tiempos. Debido a su extensión -dice Mahan– no se ha tenido hasta ahora conciencia de ello; pero corresponde, sin embargo, a las proporciones y medidas de hoy en día. El carácter insular de los EEUU debe conseguir que el dominio de los mares pueda ser reservado y ejercido en adelante sobre bases más amplias. América es la Gran Isla desde la que deben ser perpetuadas la conquista inglesa en los mares y continuada en gran escala la hegemonía marítima que los angloamericanos ejercen en el mundo.»(Carl Schmith.«Tierra y Mar». Madrid. Instituto de Estudios Políticos. 1952. Pag.106).
Aquí está el otro núcleo estratégico de nuestro análisis. Inglaterra juega el rol de aliado subordinado en la dimensión militar de los EEUU. Por eso Europa nunca pudo dirimir entre los fundamentos de la Eurozona -de la cual Inglaterra no forma parte-, la OTAN -alianza militar dirigida por EEUU, alianza atlántica europea, donde está Inglaterra-, y la Unión Europea -compuesta por 28 países, pero que no todos están en la OTAN ni en la Eurozona-. O sea es un gigante económico pero un enano político. Y por más que Inglaterra tiene cierta libertad para firmar convenios con China, o formar parte del Banco de Desarrollo e Inversiones de China, la que define la razón de Estado, es la OTAN.
Brzezinski dice de Inglaterra «nuestra jubilada privilegiada» y su función geopolítica la estableció el geopolítico de la supremacía de la República Imperial, Nicolás Spykman cuando sostuvo que Inglaterra era uno de los rimlands de los Estados Unidos, es decir uno de los bordes para controlar la isla mundial, o sea Eurasia.
O sea, lo ocurrido es una crisis de identidad de la Unión Europea que deberá decidirse de una vez por todas qué tipo de sujeto u objeto será en el sistema mundo del tercer milenio, pero sin tocar para nada la supremacía de los EEUU, porque, repetimos en lo que respecta a Europa, lo decide la OTAN. Basta con repasar los acontecimientos mundiales de los últimos años.
Las Malvinas es una base militar de la OTAN, no de la Unión Europea que no tiene brazo armado. Eso debe quedar clarísimo, para no confundirnos.
Por ahora, en Europa nada se mueve, excepto el racismo y la xenofobia.
N. de la R.
Miguel Ángel Barrios (Argentina) es doctor en Educación y en Ciencia Política, y autor de reconocidas obras sobre América Latina.
Este artículo se publica con la autorización de alainet.
En algunos de los puntso tratados por el autor estamos de acuerdo, pero como reflexión o conclusión final decir que “Por ahora, en Europa nada se mueve, excepto el racismo y la xenofobia”, nos parece de una pobraza intelctual, impropia del autor, que quizás se deba a desconocimiento, a odio o vaya usted a saber. ¿Tratan mejor en su país a los inmigrantes? ¿Tienen en su país acceso a la Sanidad, escolaridad y otros beneficios los inmigrantes? Antes de escribir o hablar, querido Miguel Ángel Barrios, hay que meditar lo que se dice, al menos por lo que respecta a España.
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