Eugenio Pordomingo
Eugenio Pordomingo

Mi Columna
Eugenio Pordomingo (2/7/2016)
Hace varias semanas, me enviaron uno de esos cientos de archivos que, a través de Internet, nos llegan a diario. La curiosidad me picó y con cierto riesgo de que fuese un “virus informático”, lo abrí. ¡Coño!, me dije, si es Beatriz Talegón, la socialista que denunció el tren de vida que llevan los gerifaltes de la Internacional Socialista (incluidos los suyos, los españoles). Talegón aireó, en su momento, que la jerarquía internacional socialista se alojaba en hoteles de cinco estrellas y ahí engullían viandas, caldos y copas de elevada calidad gastronómica, mientras ejercían la “responsabilidad que tienen  en los problemas mundiales”.  Sobre otros quehaceres no dio detalles, pero nos los imaginamos. Esas declaraciones y otras muchas contra el PSOE, le costaron su salida del partido en el que ha militado más de una década. Parece que sigue deambulando en busca de nuevas siglas.

Pero a lo que vamos, en una cadena de TV, de las muchas que visita –más bien visitaba-,  dijo que “en España hay muertes sospechosas durante las campañas electorales, pero no son portada. Si revisamos las muertes en los dos, cuatro años, de fiscales y todas las personas relacionadas con la investigación del caso Gürtel, nos echaríamos la mano a la cabeza (…) El problema es que estas noticias salen en periódicos pequeños».

Recogí esas declaraciones, pensando escribir algo al respecto.  Pero la vorágine de asuntos noticiables, me obligo a aparcar el tema.

Pero hete aquí, que el asesinato de la diputada británica del Partido Laborista, Jo Cox –hecho que tuvo lugar pocos días antes de que los súbditos de Su Graciosa Majestad votaran en el referéndum que, posiblemente, les lleve a perder una gran batalla.

La diputada Cox, defensora a ultranza de permanecer en la Unión Europea, recibió varias puñaladas y disparos. El ejecutor de ese horrendo crimen fue un tal Tommy Mair, que al grito guerrero de «Gran Bretaña primero», segó su joven vida. Los partidos políticos británicos cesaron un día en sus diatribas, y el premier David Cameron se vio obligado a suspender su campaña en Gibraltar, la colonia que ese país mantiene en Europa.

El asesino de Jo Cox, supuesto militante de un grupúsculo de la extrema derecha –sin embrago, su familia lo niega tajantemente- y, como suele ser habitual en casos parecidos, con sus facultades mentales en serio deterioro. La activa diputada laborista estaba dando fin a un amplio informe sobre ese tipo de extremismo político.

La noticia me llamó la atención, pues no se qué maldita casualidad, es que siempre que se dilucidan cuestiones que pueden alterar el equilibrio, a favor de unos, otros “actúan”, tratando de alterarlo. Casi siempre esas muertes representan un “punto de inflexión”, un cambio en lo político, económico o geoestratégico.

¿Quién está detrás del primer asesinato político en el Reino Unido en 26 años? Esa es la pregunta que en nuestro interior muchos nos hacemos. Pero sin obtener respuesta.

Volvamos a España y analicemos algunas de esas extrañas muertes, y tratemos de indagar en ellas. Por ejemplo, la del fiscal jefe de Lugo, Juan José Begué, de 44 años, que llevaba el ´caso Pokemon´ y la ´operación Carioca´, y que apareció muerto en su casa.  Las últimas noticias que se tienen de ese fallecimiento, es que el fiscal se había quitado la vida. Hay que recordar que el ´caso Pokemon´ investiga la supuesta red mafiosa de políticos y empresarios a la “busca y captura” de contratos públicos. Por cierto, que en este asunto PSOE y PP cerraron filas, formando un solo cuerpo.

Talegón aludió en el programa de televisión que menciono antes,  a las muertes habidas de personas relacionadas con el ´caso Gürtel´. En este caso de corrupción, por los cuatro costados, ha habido, hasta ahora, cinco muertes, digamos raras o sospechosas. Son las del periodista, Isidro Cuberos, jefe de prensa de Javier Arenas. Cuberos había revelado poco antes de  morir,  la existencia de dos pisos francos de la trama. El periodista apareció muerto en una cuneta junto a su motocicleta.

Mar Rodríguez, la esposa del senador Tomás Burgos (PP), imputada también en la Gürtel, dejó este mundo, supuestamente, de forma voluntaria. Francisco Sánchez Arranz, concejal del PP en la localidad madrileña de Boadilla –conocía al dedillo todos los viajes turísticos que la trama corrupta pagaba a políticos-, que estaba colaborando con la Fiscalía Anticorrupción, nos dejó también de forma imprevista.

- ¡Uf como cheira a difunto! (Dibujo de Castelao).
– ¡Uf como cheira a difunto! (Dibujo de Castelao).

José Martínez Núñez, más conocido como ´Don José’, ‘El padrino’ o ´ El General´, del que se habló, y mucho, de que había tratado de sacar de este mundo a José Cuíña Crespo, poderoso conselleiro de Fomento en la etapa en la que Manuel Fraga Iribarne dirigía los destinos de la Xunta de Galicia. Cuíña murió el 28 de diciembre de 2007 –día de los Santos Inocentes- a causa de un shock séptico; llevaba dos semanas ingresado a causa de una neumonía. Anoto que el empresario Martínez Núñez  fue investigado por intentar que “alguien” le quitara a Cuíña de en medio. Y en ese acontecido hubo alguna muerte más.

Otra muerte -quizás natural-, pero extraña po0r las conexiones que tenía el fallecido, fue la de Francisco Yáñez, ex gerente de la Em0presa Mixta de Servicios Funerarios de Madrid, que compraron al Ayuntamiento madrileño por 0.6 euros los hermanos Juan Antonio y Ángel Valdivia, amigos de Javier Arenas. Francisco Yáñez, padre de Iván Yáñez, al que el ex tesorero del PP, Luis  Bárcenas, nombró apoderado de todas sus cuentas en el Dresdner Bank de Ginebra.

Otros asuntillos de esta índole, sobre los que voy a tratar, se remontan a los últimos años de la dictadura, y, metidos en harina de otro costal, a la etapa de la llamada Transición. Uno de ellos –robo escandaloso con muertes a callar- aconteció en la década de los 70 en la ciudad de Vigo, donde desaparecieron más de cuatro millo­nes de kilos de aceite de la Comisaría de Abastecimientos y Transportes.

Eran tiempos en los que la dictadura, para tratar de que los precios de ciertos productos (leche, trigo aceite, etc.) no subieran, contrataba a empresas para su almacenamiento. En el caso que nos ocupa, fue REACE, de donde volaren miles y miles de litros de aceite.  Años después, el caso se cerró sin que se encontraran culpables. El Ministro de Información y Turismo, Pío Cabanillas Gallas, no podía permitir un escándalo similar y, además él era pontevedrés.

Las investigaciones comenzaron y el director de REACE apareció muerto en un piso de su propiedad en Sevilla,  junto a su mujer e hija.  Asimismo, dos empresarios y un taxista murieron también en aquellos aciagos días de 1969, relacionados todos ellos con el mismo suceso.

Sobre la Audiencia de Pontevedra cayó la labor de juzgar a los acusados, entre los que se encontraba Nicolás Franco Bahamonde, en esas fechas embajador de España en Portugal. El tribunal lo presidía don Mariano Rajoy Sobredo, padre de Mariano Rajoy Brey. La defensa corría a cargo de José María Gil Robles. Pero, algo lamentable, el sumario de más de 5.000 folios se esfumó a causa de un incendio, obras en el juzgado, etc. Cosas del destino…

Seguiremos…