Los Reyes de España, Sofia y Juan Carlos, visitan Guinea Ecuatorial.

Guinea Ecuatorial
Xavier Montanya (8/5/2017)
En 1957, Juan Carlos de Borbón se graduó en la Academia Militar de Zaragoza, con los títulos de teniente de infantería y de aviación y alférez de navío. Pasado un tiempo prudencial para que los profesores se recuperaran del esfuerzo, en 1963 aterrizó en aquellas sobrias aulas el joven Teodoro Obiang Nguema, para asistir a un curso ‘militar acelerado para guineanos’, del que salió alférez de la Guardia Territorial de Guinea Ecuatorial. El primero no ejerció nunca de militar, porque su destino era ser rey. El segundo trazó una contundente y sanguinaria carrera ascendente para todos los cuerpos armados de la colonia española, hasta que en 1979, cuando el país ya era independiente, por vía de un golpe de estado, derrocó y ejecutar su tío Francisco Macías. Desde entonces, él es el jefe supremo.

De los manuales de la Academia, el rey blanco y el rey negro, debieron aprender que, para ellos, los elegidos, el poder es eterno, como insaciables deben ser las ansias de enriquecimiento personal y familiar. Juan Carlos ha sido rey 38 años. Teodoro ya hace 38 que es presidente y no parece cansarse: es el dirigente más pertinaz de África. Ambos han acumulado sendas fortunas, no exentas de prácticas corruptas, impunidad y connivencia con los de su clase.

Un momento misterioso de las conexiones entre Obiang y el rey Juan Carlos fue el 31 de marzo de 2014, cuando los reyes de España presidieron el funeral de Adolfo Suárez. Entre los asistentes, se percibía una presencia incómoda: Teodoro Obiang. Tanto incómoda era que las fotos tomadas por la Moncloa y la Zarzuela no se han visto nunca más. Muchos lo consideraron invisible, aunque pueda parecer una paradoja. El presidente guineano y Suárez no habían tenido precisamente muy buenas relaciones. ¿Qué hacía allí? ¿Provocar? ¿Demostrar su poder? Rezar, no lo creo.

Para aprovechar el viaje de provocación, Obiang decidió dar una vuelta por Bruselas para demostrar su amor por la cultura y la lengua españolas impartiendo una conferencia en el Instituto Cervantes. Se programó otra en la UNED, suspendida por protestas de algunos profesores. Como ocurría con Suárez, dudo que Obiang haya tenido muy buenas relaciones con la cultura y la lengua. Nuevamente, surge la pregunta: ¿Qué hacía allí? ¿Provocar? ¿Demostrar su poder? Pedagogía, no lo creo.

Obiang: doctor honoris causa en Ciencias Sociales y Buena Gobernabilidad (2014)
Sea como sea, Obiang había recuperado semanas antes su posible conexión borbónica recibiendo a Malabo el flamante director general para el Magreb, África, Mediterráneo y Oriente Próximo, el ínclito Manuel Gómez-Acebo. Y eso no quiere decir nada, claro. Pero es sintomático que, en unas declaraciones hechas entonces, Obiang agradeciera al rey Juan Carlos que hubiera ‘intervenido e influido’ en su ronda filológico-funeraria. La casa real contradijo inmediatamente el agradecimiento afirmando que ellos no habían tenido nada que ver.

Tampoco tendrían que ver, seguramente, con el doctorado honoris causa que el dictador guineano obtuvo de la Sociedad de Estudios Internacionales, aunque fuera una entidad presidida por el rey Juan Carlos. La SEI nombró a Obiang ‘doctor honoris causa en Ciencias Sociales y Buena Gobernabilidad’ y ‘presidente honorífico de la Institución’. Envuelve que hace fuerte. He aquí, los dos reyezuelos, formados en la Academia Militar de Zaragoza, compartiendo la presidencia de una Sociedad de Estudios Internacionales, fundada en tiempos de la República.

Según fuentes bien informadas, tanto por Obiang, como por la Moncloa y la Zarzuela, la clave de aquel viaje a Bruselas tuvo lugar el día antes en el Círculo Comercial Español de la capital belga. El presidente guineano se reunió con el empresariado español, invitándoles a hacerse ricos, muy ricos, en Guinea. Lo que probablemente no dijo en aquel encuentro es que una vez en su país, los sometería a un régimen implacable de extorsión, sobornos y comisiones que, en algunos casos, han degenerado en chantaje y amenazas físicas.

Gómez-Acebo, embajador español en Malabo, con José Bono y otros

Nombrar Obiang ‘doctor honoris causa en Ciencias Sociales y Buena Gobernabilidad’ es de un cinismo obsceno que sólo podría explicarse por la generosidad -que intuimos inmensamente del sátrapa a la hora de administrar donaciones, sobres y prebendas, sea por la vía de los emisarios, más humana, sea por la de los ingresos en cuentas de paraísos fiscales, más discreta. De todos es bien sabida la afección que tiene el dictador a limpiarse la imagen por medio de instituciones culturales. O deportivas.

Todos los rumores apuntan, también, que la polémica visita de la selección española de fútbol, ​​la roja, en Malabo, en noviembre de 2013, podría haber contado con el impulso decisivo de su compañero de academia militar y sus colegas. Recordemos que el Borbón era amigo del presidente de la Federación de Fútbol, ​​Ángel María Villar, y que por medio había una negociación económica sobre el fichaje de Andoni Goicoetxea. La mecánica de los negocios futbolísticos es del estilo de la que practican los lobbistas españoles pro pro-Obiang: influencias, sobres y grandes comisiones de ida y vuelta.

Y, hablando de sobres, en los meses previos al viaje de la roja, cuando las negociaciones eran activas, concretamente en abril de 2013, el ministro de Asuntos Exteriores guineano, Agapito Mba, visitó al rey en la Zarzuela y saliendo declaró que le había entregado un ‘mensaje’ en un sobre cerrado de parte de Obiang, que ignoraba el contenido, pero que la reunión había sido muy cordial. Cosas de reyes y de pajes.

Es evidente que lo que para unos es sufrimiento y miseria, para otros es negocio. Para los de su corte y las cortes de sus amigos -y aquí, como nunca, valen las dos acepciones de la palabra. No me cansaré de repetirlo: ‘Bajo las alfombras de la Moncloa, hay algo escondido, que no sabemos’, suele decir uno de los opositores guineanos más dignos y bien informados, el escritor exiliado Donato Ndongo. ‘De la Moncloa, sí, y quizás, también, de la Zarzuela’, añado yo.

Las misiones del embajador Gómez-Acebo
Los lobbies españoles de los negocios turbios internacionales se mueven a altos niveles del estado, entre el cuerpo diplomático, Asuntos Exteriores, Cooperación, ex-políticos y la Casa Real. Un alfil visible de la corona-connection podría ser el diplomático Manuel Gómez-Acebo, miembro de una gran familia de diplomáticos y aristócratas, algunos de ellos vinculados a la Casa Real. Entre varios destinos, tuvo un cargo en la Agencia Española de Cooperación Internacional (AECI) y fue embajador del Reino de España en Guinea del 2009 al 2013. Era considerado un hombre del PSOE, pero ¡sorpresa!, con el PP ha subido considerablemente de categoría. Patada hacia arriba: director general para el Magreb, África, Mediterráneo y Oriente Próximo. Parece que no quiera alejarse de la ex-colonia. A finales del mes pasado lo nombraron embajador en Israel. Hasta ahora, sin embargo, cuando visitaba Guinea, estaba por encima del embajador.

Repasemos algunos de los acontecimientos hispano-guineanos en que Gómez Acebo ha sido cercano, por activa o por pasiva. En 2010, Human Rights Watch denunciaba, una vez más, la represión y la pobreza causadas por la dictadura guineana. Y añadía: ‘El estado español podría tener un papel importante en calidad de antigua potencia colonial, pero se negó generalmente a hacer presión respecto de las cuestiones de derechos humanos’. Sintomáticamente, el día de la Hispanidad, en un discurso ante el dictador, Gómez-Acebo le daba pleno apoyo, diciendo: ‘Vemos con gran satisfacción que hoy Guinea Ecuatorial es un país que ha avanzado a grandes pasos por el camino del crecimiento económico y ha ganado peso en el entorno regional africano…´. Sobre derechos humanos, transparencia, y servicios sociales, el embajador afirmaba: ´Han sido identificados como prioritarios por el presidente. […] Confiamos ver pronto como se materializan estos objetivos´. Tan sólo hacía dos meses que Obiang había ejecutado a cuatro opositores.

Los años que Manuel Gómez-Acebo era embajador en Guinea, pasaron cosas bastante significativas. En febrero de 2011, José Bono y Duran, como Presidente del Congreso de los Diputados y presidente de la Comisión de Asuntos Exteriores del Congreso, respectivamente, rindieron una lamentable visita a Obiang. El escritor Juan Tomás Ávila Laurel se declaró en huelga de hambre para denunciarlo. Su acción puso en primera plana el problema del pueblo guineano, la infamia de la dictadura y el apoyo español. Como era de esperar, ni Bono, ni Duran ni el embajador Gómez -Acebo no se dignaron a dirigir la palabra al escritor, ni siquiera para interesarse por su salud y seguridad. Bono, satisfecho, comentaba que la visita sería un punto de inflexión en la presencia de empresarios españoles en Guinea. ‘Es muchísimo más lo que nos une que lo que nos separa’, dijo ante el dictador.

El gesto de Ávila Laurel movilizó la oposición guineana, los medios y la opinión pública. Obiang estaba indignado. Para él lo mejor es la invisibilidad y el silencio. Es el príncipe de las tinieblas. Había que calmarlo, si no los intereses de los lobbies españoles, gobernados por seis o siete personas, se podían resentirse. Gómez-Acebo contribuyó tanto como pudo dar aire al régimen y borrar el rastro de las relaciones inconfesables de los lobbies.

Pruebas hay pocas, pero rumores hay muchos. Y jugosas anécdotas. Un buen día, el partido del d0ictador, PDGE, hizo pública una nota con foto y todo, donde se hacía pública una considerable donación en efectivo al director del Centro Cultural Español de Malabo. Lucas Nguema, secretario del partido, mientras le pasaba la morterada, recordaba al director, Carlos Contreras, que ‘todos deberíamos trabajar para cultivar en los jóvenes valores positivos afines con la filosofía política del partido, que emana de su presidente fundador Obiang Nguema Mbasogo , de hacer el bien y evitar el mal´.. Al ver la noticia publicada, el embajador Gómez-Acebo se indignó y regañó a Contreras: ‘Estas cosas no se hacen ante una cámara.’

Pronto se fue aprieta. Pronto se fue estrechando el círculo judicial internacional por corrupción contra Teodorín, el hijo predilecto, cleptócratas, amante del saqueo de dinero público y del lujo, como exhibe en su cuenta de Instagram. La justicia francesa cursará una orden arresto internacional. Había que protegerlo. Fuentes bien informadas aseguran que, muy pronto, en España, la orden quedó suspendida.

Su padre fue más allá, y en un intento de esquivar la justicia francesa probó de asegurarle la inmunidad: lo nombró segundo vicepresidente de la República, encargado, ni más ni menos, que de Defensa y Seguridad del Estado. Antes había sido ministro de Agricultura y Bosques, y en 2016 fue nombrado primer vicepresidente. Un paso más para desafiar a la justicia internacional.

A pesar del escándalo que la maniobra significaba para Francia y la oposición democrática de Guinea, el embajador Gómez-Acebo, siempre a punto, corrió a dar la enhorabuena a Teodorín.

Conviene recordar que Teodorín es acusado de haberse apropiado más de 110 millones de euros del Tesoro público de su país y un botín de lujo en bienes mal adquiridos.

Y, por si fuera poco, meses más tarde, en la línea diplomática trazada por el embajador, la crema del empresariado español en Guinea, el lobby interior, firmaba una carta de apoyo a la dictadura.

Desde hace años, en EEUU, Francia, España, los Países Bajos y Suiza, hay importantes procesos contra los Obiang por corrupción millonaria, blanqueamiento de dinero y apropiación indebida de dinero público.

Bono, Zapatero y Moratinos, el pasado día 2 en el restaurante Imagine de Malabo. (El Confidencial)

El Banco de Santander tenía una cuenta de Obiang donde llegaban transferencias de su cuenta del Riggs Bank, que era una cuenta de circulación: las petroleras ponían dinero y las cuentas del Riggs pasaban a otros bancos. El senado de EE.UU. pidió información en el transcurso de una investigación sobre el caso Riggs. El gobierno español se negó a informar de ello amparándose en el secreto bancario. ¿Por qué? ¿A cambio de qué? El presidente del gobierno era Zapatero.

Se trataba de más de setenta cuentas corrientes del gobierno, ministros o familiares. Según la CIA, los depósitos equivalían al 58% del PIB de Guinea, cantidad suficiente para pagar casi tres veces la deuda externa del país, que en 2000 era de 250 millones de dólares, explica Laura Ramos en Los crímenes de la deuda. Deuda ilegítima (Editorial Icaria, 2006).

Por cierto, la justicia de EE.UU. condenó los Obiang y los confiscó todos los millones de dólares y propiedades que tenían. Los fondos serán devueltos al pueblo guineano cuando la justicia norteamericana encuentre la entidad adecuada para administrarlos con honestidad, transparencia y garantías.

En España, los procedimientos judiciales contra Teodoro Obiang han sido dormidos mucho tiempo. Parecen haberse activado paralelamente con los grandes casos de corrupción que afectan a la casa real y los grandes partidos. Es decir, con la crisis. Cuando se acabó el dinero que fundamentaban la omertà. Hace poco, finalmente, una juez de Las Palmas reveló que los Obiang defraudaron posiblemente más de 17 millones de euros al fisco español y emblanquecido 27 millones de euros.

Fuente: diarioutamboni.com y El Confidencial de Guinea Ecuatorial.