Internacional
Pedro Godoy P. (14/1/2018)
Los mapuches ultra -aquellos genuinos y los disfrazados- exigen autonomía. Otros van más lejos aluden a la «nación mapuche» y promueven fundar una república con soberanía. Es el Walmapu que abarcaría de océano a océano segmentos de Chile y Argentina. Son protegidos por Europa y oficinas en Bristol. Los exalta la TV a través «rostros». Son los mismos que ayer aplauden el separatismo catalán. Los que estamos libres de amnesia recordamos Kosovo y la fragmentación de Yugoslavia.
La indumentaria -tralilonko y el poncho- sirven para presentar como «indio» lo que es mestizo. La docencia impartida por dos siglos se asocia a este proceso porque glorifica lo aborigen. De modo simultáneo menosprecia u oculta el aporte ibérico. La legislación impulsada por Michelle Bachelet, obedeciendo a la OIT, por decreto reconoce como pueblos aborígenes a otros tantos. Sin embargo, sabemos: han sido incorporados a la chilenidad vía mestizaje.
Es momento de atajar el abuso que implica usar esa «indolatría» y la falacia de la «autodeterminación de los pueblos» para continuar desintegrando nuestra América y de yapa a España. Se emplean millones en resucitar pueblos que están extinguidos como alacalufes y yaganes, se juzga tales a los atacameños y se acepta como diaguitas a un puñado de chilenos que residen en la III región. Ese abuso de la condición de «pueblo originario» supone la promesa de suelo y dinero.
N. de la R:
El profesor Pedro Godoy P. es miembro del Centro de Estudios Chilenos CEDECh.
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Autoderminación de los pueblos, catalanes, Chile, Kosovo, Mapuches, mestizaje, Nación mapuche, Pueblo originario