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Nazanin Armanian (3/2/2016)
La exigencia de la delegación iraní de eliminar el vino del almuerzo ofrecido por el presidente François Hollande, y la negativa del Elíseo, convirtió un asunto marginal en titulares de la prensa, y a una visita oficial (que incluye comida de gala) en un encuentro de trabajo. Por supuesto, que dicho gesto político no afectó a los negocios, ya que dejaron muchos millones de euros iraníes en las cuentas de Total, Orange o Peugeot. 

“Hollande prefirió la botella de vino a tener a Rohani en la mesa”, escribía la prensa del sector ultra de la República Islámica, capaz de acabar con su Presidencia al sacarle fotos sentado en frente de una copa de zumo de tomate. En una gran ofensiva, este sector encabezado por el jefe del Estado, Alí Jamenei, está eliminando a los moderados y reformistas de los órganos del poder, mientras busca pretextos para impedir la construcción de una ‘coexistencia pacífica’ con el mundo, y romper el acuerdo nuclear.

El presidente Rohani días después y tras la visita de Estado a Italia, se desmarcaba de los extremistas aclarando que él no había pedido cubrir las estatuas desnudas en los Museos Capitolinos.

Por su parte, el Elíseo también jugaba un papel público fingido: hablaba de los “valores” franceses al no aceptar tal intolerante demanda, sin sonrojarse por cómo los había arrastrado por las calles de Argelia (decapitando a los líderes de la resistencia al puro estilo del grupo Estado Islámico), Liberia, Ruanda, Camerún, Chad, Afganistán, Mali o Siria.

Por otra parte, Francia (al igual que Gran Bretaña) siempre ha respaldado a la cúpula del poder del Islam. Valéry Giscard d’Estaing fue quien acogió al Ayatolá Jomeini durante tres meses en París, le dio a conocer al mundo (y a los jóvenes iraníes que estaban haciendo la revolución), y le trasladó con un avión de Air France a Teherán, contribuyendo a la instalación de la primera teocracia del siglo XX en un estratégico Irán que compartía una larga frontera con la Unión Soviética. Lo que les unía a ambos hombres era una ideología profundamente anti socialista.

La ley semi seca del Islam
Pero, ¿por qué el mismo dios que autoriza el alcohol para los cristianos, lo prohíbe para sus criaturas musulmanas? Dice la Génesis que Abraham —el primer profeta de Alá, según el Islam—, recibió de la mano del rey Melquisedec pan y vino como premio por perseguir a Kedorlaómer, monarca de Elam. La respuesta de los mahometanos, de que su religión es la última y deroga los dictámenes anteriores transmitidos por Jesús o Moisés genera otra duda, ¿por qué ‘el creador’ querrá enviar al infierno a los seis mil millones de los actuales habitantes no musulmanes de la Tierra y a los miles de millones de seres humanos que anteriormente la ocuparon?

En la era de Mahoma, en la Arabia meridional se fabricaba vino de uvas, dátiles, arroz, trigo o cebada: “De las frutos de las palmeras y de las vides obtenéis una bebida embriagadora y un bello sustento…” (Corán, 16:67).

No fue fácil para Mahoma formar grupos de adeptos, organizarlos luego para fundar y consolidar un Estado unido y fuerte, donde el orden prevalecía sobre las libertades y los derechos de los individuos: “¡Satán sólo pretende fomentar la enemistad y la envidia entre vosotros por medio de las bebidas alcohólicas y el juego e impedir el recuerdo de Alá en vosotros y de la oración…!” (5:90-91).

El temor a que los conflictos surgidos entre los hombres de la recién creada y minúscula tribu musulmana sea la causa de su debilidad y las borracheras provoquen su desintegración, marca la posición del Corán respecto al alcohol; lo irá prohibiendo de forma gradual:

– Reconoce, al principio, algunas bondades del licor etílico: “Te preguntan sobre el vino y el juego de azar, di: en ambas cosas hay mucho daño para los hombres y algún beneficio, pero el daño es mayor que el beneficio…” (Corán, 2:219). Milenios antes, los sumerios habían señalado el mal existente en el exceso en su consumo, pero no en la misma bebida: creían que la embriaguez de los dioses Ninmakh y Enki era la causa del nacimiento de personas “incompletas” (discapacitadas o estériles), a la vez que sus vides eran protegidos por las divinidades Gestín, la ‘Madre Cepa’ y la Pa-Gestín-dug, la ‘Buena Cepa’.

– Regula, luego, su consumo en el momento de orar. “No os acerquéis a la oración en estado de embriaguez, (sino esperad) hasta que sepáis lo que decís” (4: 43).

– Lo promete como premio en el Paraíso a los fieles que cumplan con sus obligaciones, consciente de la inconveniencia de su eliminación total para los recién integrados en el Islam: “… Se les dará de beber un vino generoso y sellado, con un dejo de almizcle —¡que lo codicien los codiciosos!—” (83:23-36). El veto terrenal sobre el vino y las ilusiones de un futuro incomprobable provocan la rebelión de Omar Jayyam, científico y poeta iraní (s. XI):

“Cuando la llegada de nuevas flores se cante
pídeles, amor mío, que escancien vino bastante.
Libérate de huríes, paraísos e infiernos,
Todo eso se te entrega, mi vida, cada instante.”

– Y al ver que los concejos no surtían efecto en unos militantes indisciplinados, ya ordena: “¡Creyentes! El vino (…) es abominación y obra del demonio. ¡Evitadlo!, pues quizás así prosperéis”. (Corán, 5:90). Sin embargo, ni así lo consiguió. Millones de creyentes al igual que los sufís recurren al versículo 7:31: “¡Comed y bebed, pero no cometáis excesos, que él no ama a los inmoderados!” Y esto pasa incluso en Arabia Saudí, donde se trafica con el ‘saudílibre’, inspirado en el término ‘cubalibre’.

Irán, la tierra del buen vino
Alcohol (‘esencia’, en árabe) es el nombre que dio al etanol el químico y médico iraní Zarakiya Razi (865-925) después de destilar el almidón fermentado. Lo utilizaba en sus prácticas médicas en el prestigioso hospital-escuela de Gondishapur.

Nazanin Armanian
Nazanin Armanian

Fue también en Irán donde se elaboró el primer vino: seis cubas descubiertas en 1995, que llevaban 9000 años ocultas en una edificación hecha de adobe y ladrillo en la neolítica aldea Hay Firuz contenían restos de vino mezclado con resina.

La mitología persa llegó a llamarlo Shah-daru ‘El rey de las medicinas’, que como tal sirvió ingeniosamente para traer al mundo a Rostam, el Hércules iraní: las comadronas emborracharon a Rudabeh, su madre, anestesiándola así para practicarle la cesárea y extraer el grandote bebé.

En la literatura árabe, persa y turca había un género dedicado a los deleites del vino: Khamriyyat, poemas báquicos, con Abu Nuwas (Irán, 750-810) como uno de sus máximos representantes. Sus cánticos eran un cóctel de sátira política, humor, culto al vino y amor homosexual. Soportó años de prisión por su desinencia político-religiosa.

En Irán antes de la prohibición del jugo de la uva fermentada en 1979, la copa se tomaba fuera de casa para luego rezar en la intimidad. A partir de entonces sucede todo lo contrario.

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: el grán cientíifico iraní:
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Irán: 35 años después de 1357:
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N. de la R
Este artículo se publica con la autorización de su autora, que también pueden ver en Nazanin.