A la izquierda, el presidente de Ucrania, Petro Poroshenko, y a la derecha el secretario general de la OTAN, Jens Stoltenberg en Kiev (julio de 2017).

Internacional
Espacios Europeos (12/3/2018)
La Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN o NATO) tiene ultimado el anuncio de que Ucrania será el nuevo miembro de pleno derecho de la organización político-militar.

En un comunicado, la ORAN afirma que “Por el momento, los cuatro países socios han declarado su aspiraciones a ser miembros de la OTAN: Bosnia y Herzegovina, Georgia, la ex República Yugoslava de Macedonia y Ucrania”. Esa “declaración de aspiraciones” significa que ya han comenzado lo que en lenguaje atlantista es el Diálogo Intensificado y la aceptación de acometer ciertas reformas, sobre todo en lo que se refiere a la Defensa y sus compromisos con la organización.

No es ningún secreto que Estados Unidos y la OTAN (viene a ser lo mismo) llevan tiempo manteniendo más que contactos, sobre todo en lo que concierne a su común enemigo, Rusia. Ya en el mes de julio del pasado año, el secretario general de la OTAN, Jens Stoltenberg, visitó Kiev, capital Ucrania, para entrevistarse con el presidente Petro Poroshenko.

En esa ocasión, en el transcurso de una rueda de prensa, Stoltenberg afirmó que Ucrania no reunía “ahora” las condiciones necesarias para ingresar en la OTAN, pero que una vez implementado el plan diseñado, de tres años de duración –hasta 2020-  podrá ser miembro de pleno derecho. La exigencia era, ni más ni menos, que “cortar la agresión rusa”: “Nuestra urgente tarea es la protección y restauración del sistema de seguridad Euro Atlántico, cuyas bases fueron socavadas por la Federación rusa por la ilegal e ilegítima anexión de Crimea y la agresión e incursión militar de la Federación Rusa en el Donbass”, dijo Stoltenberg, que insistió en apoyar la total soberanía de Ucrania y la recuperación total de su territorio.

El cerco a Rusia continúa, mientras la UE obedece a ciegas a su gran aliado, sin ser capaz de crear su propio ejército, una política exterior única y velar por los intereses de sus ciudadanos. Así, no es de extrañar la creciente desafección existente como demuestran las encuestas y los resultados electorales habidos en algunos países de la UE.