Guinea Ecuatorial
Abaha (18/10/2010)guerrero-fang
Antes de nada, queremos aclarar el título de esta breve reseña, lo que significa «batiburrillo» o «baturrillo». Según la RAL (Real Academia de la Lengua), las dos acepciones son lo mismo, y se traducen por «Mezcla de cosas, especialmente de guisados, que no dicen bien unas con otras»  o «En la conversación y en los escritos, mezcla de cosas inconexas y que no vienen a propósito».

¿A cuento de qué viene esto? Pues, simplemente, a que creemos que en algunos sectores de la oposición guineana existe un cierto baturrillo en lo que concierne o se refiere a qué es lo que hay qué hacer. Más en concreto, cómo hay qué hacerlo. Todos quieren acabar con la dictadura. Matizamos: todos quieren acabar con el régimen dictatorial. Pero, debido al tiempo que dura la situación, al cansancio, a la situación de acosamiento de los opositores guineanos, el guiso no queda bien, al mezclarse unas cosas con otras.   

Unas veces hemos escuchado que bajo ningún concepto hay que negociar con el dictador, y al poco se le escribe una carta pidiéndole eso, negociar. Otras, se critica abiertamente al CPDS -un diputado en la Cámara de Representantes del Pueblo- porque con su presencia, la de Plácido Micó, da cierto barniz de demócrata al dictador. Las más de las veces, los opositores acusan a los medios de comunicación de no sacar a la luz la labor de la oposición gincana en España  y de dedicar más espacio al fútbol y a auténticas chorradas, que a las atrocidades que comete Obiang Nguema para denunciarlas ante la opinión pública.

No se puede acusar a un grupo político -en este caso el CPDS- de amparar o colaborar con el dictador y al poco maquillar su imagen con palmaditas en la espalda, aunque un miembro de su ejecutiva se encuentre preso por asuntos mercantiles más que políticos. En cualquier caso, nosotros lamentamos esa detención, faltaría más.

No es la primera vez que hemos aludido a que sin proyecto, sin táctica y sin estrategia es imposible cumplir hasta el más simple objetivo, a no ser que por suerte nos toque la «bolita». Y aún así, el resultado será poco duradero y escasamente fructífero. 

Nos ha llamado la atención el caso de los mineros chilenos que tras permanecer 70 días, a más de 700 metros enterrados en pleno desierto, han tenido la suficiente claridad de ideas para decidir sobre su futuro en colectividad. Se han  negado a ser las marionetas de determinados espectáculos mediáticos. Ellos son los que van a escribir su historia -les auguramos un gran éxito- y los jugos obtenidos serán para nutrir sus cuerpos, que bien que se lo merecen.

La mayoría de los medios de comunión españoles, europeos y estadounidenses, hacen poco caso de las tropelías que a diario acomete el dictador guineano. Eso sí -al menos en España- cada dos por tres o cada tres por dos, la prensa  se dedica al asunto futbolero, a los eventos pseudo-culturales y a las actividades de algunas almas caritativas a sueldo de variopintas ONGs. Pero de las torturas, de las muertes, de los fusilamientos, nada de nada. Hasta el gobierno español no se entera -eso dice- de que habían fusilado a cuatro guineanos después de quince días. ¡Venga hombre, menos rollito!

Y, encima, cada dos por tres o cada tres por dos, con eso de la oposición guineana, y citan siempre al CPDS. ¡La única oposición! Los demás no existen. Entre tanto, los opositores guineanos -al menos los que se encuentran en España- se debaten entre protegerse y buscarse la vida.

¿Qué espacio ha dedicado la prensa a los cuatro últimos fusilamientos habidos en  Guinea Ecuatorial?

Cuando todo está a punto, cuando el arroz se está cocinando, sacarlo de la lumbre antes de tiempo significa que la paella no tendrá el sabor qué debe tener. El arroz estará duro, las gambas sin cocer y, en definitiva, no tendrá el sabor que debería tener si se hubiera dejado cocinar y reposar.

Y eso es lo que les sucede a muchos. No son capaces de mantener el tipo, de cuidar la expresión, de sosegar su ánimo, de templar su cordura y no saltar como posesos ante un micrófono o un neófito entrevistador. La estrategia es la estrategia. Si no hay táctica, ni estrategia, ni proyecto, es como dar bastonazos con los ojos vendados.

Nuestro lema es y será siempre el mismo: «leña al mono hasta que rompa la cadena o aprenda inglés».  Para los que rebuscan en lo más recóndito o tratan de tergiversar cualquier manifestación o expresión coloquial, aclaramos que no nos referimos a los monos o simios, sino que hablamos, escribimos, haciendo un símil. Lo que equivale a que si el régimen está dando sus últimas bocanadas no hay que contribuir a darle agua y sopita caliente. Todo lo contrario. Leña y leña.

Cuando en un combate de boxeo uno ce los contendientes sangra por una ceja, hay que seguir fustigando esa ceja, no las rodillas, ni en el codo. ¡A la ceja!

Las ideas, pocas; pero claritas. La dispersión y la desorganización conducen, inevitablemente, al fracaso.