Bolivia
Eduardo Paz Rada (17/6/2012)

Antoni Brufau, presidente de REPSOL, y Evo Morales, Presidente de Bolivia
Antoni Brufau, presidente de REPSOL, y Evo Morales, Presidente de Bolivia

Los esfuerzos de conformar un bloque de oposición fuerte y con posibilidades de enfrentar seriamente al liderazgo de Evo Morales se presentan sumamente frágiles y divididos ante un proceso de cambio que alcanzó los ámbitos más profundos de la estructura social y cultural de Bolivia y a pesar de los retrocesos y contradicciones que se presentan en el gobierno en la aplicación de políticas económicas que permitan la consolidación de un proyecto nacional-popular que se oriente hacia la unidad y el fortalecimiento nacional y la integración latinoamericana.

Los intentos más fuertes han surgido desde los grupos indígenas del oriente, la amazonia y el chaco bolivianos, a través de la Central Indígena Del Oriente Boliviano (CIDOB), que fue uno de los pilares fundamentales de los movimientos sociales que respaldaron a Evo Morales en su escalada política y electoral al gobierno, que impulsa actualmente y por segunda vez en los dos últimos años la Marcha Indígena contra la construcción de una carretera por el eje del erritorio Indígena Parque Isiboro Securé, más conocido como TIPNIS. Este movimiento cuenta con un respaldo muy poderoso  de Organizaciones No Gubernamentales (ONGs), Fundaciones extranjeras que asumen la defensa de los «derechos indígenas» y sectores medios urbanos.

Otro sector enfrentado al gobierno ha sido el de los sindicatos afiliados a la Central Obrera Boliviana (COB), demandando mayores aumentos salariales y la atención a un pliego de peticiones, su movilización culminó con la decisión de los dirigentes de conformar una organización política propia de los trabajadores, de manera similar a la experiencia del Partido de los Trabajadores (PT) de Brasil.

Esta oposición social, sin embargo, ha mostrado fisuras especialmente por la división que existe entre los indígenas de tierras bajas y altas que tienen demandas distintas y por la diversidad de posiciones ideológicas que se presentan en el seno de la COB, donde los sectores de campesinos y colonizadores (ahora organizaciones interculturales) mantienen un respaldo amplio al gobierno de Morales. Su composición y peso demográfico es muy reducido en relación a la población de indígenas aymaras y quechuas del occidente boliviano.

Por otra parte, algunas transnacionales petroleras y mineras, aprovechando algunos artículos de la nueva Constitución Política del Estado, han realizado acuerdos directos con organizaciones indígenas para explotar recursos naturales reduciendo el poder de fiscalización del gobierno central: El caso mas llamativo es el acuerdo entre la petrolera REPSOL con el pueblo indígena guaraní Itika Guazú, al sur del país, con el auspicio de la ONG española Nizcor, que plantea un control territorial autónomo por donde pasa una carretera y debe construirse un gasoducto que permita contar con gas en la capital de Tarija.

Las pugnas entre empresas, comunidades indígenas campesinas, cooperativistas mineros y trabajadores mineros asalariados han traído serios problemas al gobierno que no puede enfrentar las demandas por el control de recursos naturales que reclaman los distintos sectores, bajo el argumento de que debería consultarse con las comunidades para dar concesiones a empresas transnacionales o a empresas cooperativas o a la propia empresa estatal Corporación Minera de Bolivia (COMIBOL). El caso de Mallku Kota y Colquiri son la muestra más peligrosa de la
situación.

Esta situación ha generado enfrentamientos entre departamentos, regiones, organizaciones sociales y comunidades y ayllus en distintos territorios del país.

Finalmente las organizaciones políticas ya constituidas tienen muy pocas posibilidades de generar una fuerza política electoral que ponga en riesgo el liderazgo de Evo Morales y no han presentado propuestas alternativas claras para posicionarse en el panorama nacional con miras a las elecciones de 2014.

Algunas de ellas, como MSM en La Paz, Verdes en Santa Cruz y CN en Cochabamba, tienen presencia regional sin poder avanzar en una estructura que abarque el conjunto del territorio nacional. A su vez, el oficialista Movimiento Al Socialismo (MAS) si bien no cuenta con una propuesta política y una organización partidaria sólida, mantiene su potencia casi exclusivamente sobre la base del liderazgo del Presidente del Estado.

En este contexto el gobierno ha mostrado una faceta dura frente a la marcha indígena del oriente, defendiendo la construcción de la carretera por el TIPNIS; de igual manera contra los partidos de oposición en base a la apertura de juicios a muchos dirigentes que antes cumplieron funciones públicas. Sin embargo frente a las transnacionales petroleras y mineras ha demostrado mano blanda, renegociando nuevos contratos que las favorecen para explorar y explotar los yacimientos de gas y petróleo en distintos departamentos del país.

En lo social ha mantenido su base social en los sectores cocaleros, campesinos, colonizadores, mujeres campesinas y otros sectores rurales y urbano-populares que han sido beneficiarios de importantes políticas de redistribución de recursos a través de los bonos a la ancianidad, a los escolares, a las madres gestantes, de obras de infraestructura y reducción de tarifas en servicios como agua, electricidad y gas, de planes de mejoramiento de la educación y la salud y de reconocimiento y acción protagónica del sujeto indígena-campesino-originario en la orientación adoptada por el presidente Morales y su gobierno. Ha conseguido un importante respaldo de las Fuerzas Armadas, con las que lleva adelante una serie de proyectos y le ha dado responsabilidades de acción en las distintas regiones del país realizando tareas de responsabilidad social y atención de emergencias ante desastres naturales.

El futuro político de Bolivia tiende a evolucionar hacia una mayor sectorización de las demandas sociales y económicas tensionando más los enfrentamientos, a marcar las contradicciones y críticas de la oposición partidaria, sindical e indígena al gobierno y a  afianzar la presencia de las transnacionales petroleras y mineras, en momentos en que Evo Morales anuncia la viabilidad de su postulación a la reelección en las elecciones de 2014.