Irak
Alejandra Durrell (22/7/2013)
Tras la terrible y mortífera invasión de Irak, el 20 de marzo de 2003, hace ahora más de 10 años, el Irak que el Imperio nos había prometido no aparece por ninguna parte, se ha esfumado. Ayer, por ejemplo, hubo más de 26 muertos (agentes de policía y militares) en un enfrentamiento con “rebeldes”, “insurgentes”, “patriotas” o vayan ustedes a saber. El ataque se produjo contra dos cárceles en las inmediaciones de Bagdad, según agencias de prensa internacionales y fuentes oficiales. El número de heridos en la refriega es muy numeroso.
De acuerdo con esas fuentes, dos grupos de terroristas atacaron simultáneamente la cárcel Tayi, a 20 kilómetros al norte de la capital iraquí, y la tristemente conocida de Abu Ghraib, a 25 kilómetros al oeste de Bagdad.
El duro enfrentamiento duró más de diez horas, tras replegarse los atacantes. Las fuentes oficiales informan que no menos de 21 presos resultaron muertos y varios más heridos de diversa consideración. El objetivo pudo ser la liberación de los presos confinados en la prisión de Abu Ghraib, pues alrededor de diez lograron escapar.
Por otro lado, al menos 60 personas resultaron muertas y otras 200 heridas en los diferentes atentados que con coche-bomba tuvieron lugar el pasado domingo día 21. La mayoría de las víctimas se produjeron en mercados públicos, donde los chiíes suelen hacer sus compras.
Pero la sangrienta jornada no terminó ahí, ya que en la ciudad de Mosul dos agentes de policía fueron asesinados en otro atentado.
En lo que va de mes ha habido más de 500 muertos. Julio ha sido el mes más sangriento desde 2008 y todo hace presagiar que los enfrentamientos entre distintas facciones religiosas puede continuar.
La población suní se siente marginada y está descontenta con el gobierno de mayoría chií, a lo que se une las distintas posturas ante el conflicto sirio.
L revista ´Foreign Policy´ ha clasificado a Irák como el cuarto ´Estado fallido´ o ´Estado fracasado´ en su erelación. Somalia, Congo, Sudán, Chad y Zimbwue le siguen.
En Irak como es sabido –lo han reconocido Bush y Blair, pero no Aznar– no había armas de destrucción masiva, nunca las hubo; pero eso sí, el petróleo de país ha pasado a manos estadounidenses y anglosajonas, en su mayor parte; y el país se ha visto inundado de productos del resto del mundo, especialmente de Estados Unidos, Gran Bretaña y el resto de las naciones que formaban la coalición internacional. Irak está ahora dividido, enfrentado y destruido. El número de víctimas a consecuencia de la invasión y los posteriores enfrentamientos es incalculable, aunque sobre esta cuestión todo es oscurantismo. Gran parte de su importantísimo patrimonio histórico y cultural ha sido destruido o está desaparecido en manos de especuladores.
La carencia de medicinas es ya algo normal en el país; la mayor parte de su red hospitalaria –que era muy importante- está destruida o deteriorada y falta personal sanitario; otro tanto sucede con las escuelas, centros de formación y universidades. La mayor parte de los niños tiene problemas de desnutrición o mala alimentación.
Una cuarta parte de la población se encuentra en la franja de “pobreza”; las vacunación infantil es casi impensable ahora; la tasa oficial de paro es del 19%, pero lo cierto es que sobrepasa el 35%.
La invasión, la guerra, los enfrentamientos no han traído un Irak mejor al de la dictadura de Sadam Hussein, entonces ¿para qué fue la invasión y destrucción del país? Quizás, la respuesta más fácil es: para dejarlo como está ahora.
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