CNI
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Mi Columna
Eugenio Pordomingo (8/3/2016)
La Cadena SER y el diario El País (GRUPO PRISA), medios de comunicación muy importantes en España, cuentan con un nutrido grupo de profesionales, aunque la empresa esté cargada de deudas -a pesar de los esfuerzos de la Vice Soraya Sáenz de Santamaría-, haya despedido a decenas de trabajadores y vendido propiedades inmobiliarias. Como tal grupo mediático, es “buzón” donde altas instituciones les hacen llegar informaciones –pasadas o no por el tamiz- que interesa que el público las conozca.

Otras noticias son silenciadas, aunque la presión social obliga, más tarde, a publicarlas. Algunos ejemplos: el ´caso Juan Guerra´ -hermano de socialista Alfonso Guerra, que hacía y deshacía a su antojo en la Junta de Andalucía-; la situación de la oposición guineana frente al dictador  Teodoro Obiang Nguema (más tarde se vieron obligados a ir variando el enfoque);  ocultaron –más bien hicieron caso omiso- de las denuncias de empresarios y profesionales que fueron expoliados en Guinea Ecuatorial;  otro tanto, ha sucedido con el Frente Polisario y el pueblo saharaui.

Gracias a ese grupo mediático –y a otros- nos enteramos, a través de filtraciones interesadas, de investigaciones sobre corrupción, terrorismo, narcotráfico, etc., aunque –vuelvo a decir- en ocasiones, se omiten o el tratamiento no es correcto. Claro, que eso tiene una contrapartida importante, como es la de que el periódico estrella del Grupo PRISA ha caído de forma alarmante en sus ventas. Pero allá, el Consejo de Administración.

Bueno, pues ahora la Cadena SER ha tenido acceso a cierta información, muy interesante, que afecta al CNI (Centro Nacional de Inteligencia). Ahí se ve la eficacia y eficiencia del entramado mediático-institucional. Interesa que se sepa la noticia, aunque nos limitan la información.

La noticia publicada es que el CNI expulsó a un agente por «riesgo para la seguridad nacional». El Centro asegura que detectó relaciones “con sujetos de alto riesgo” que no permiten descartar “manipulación a favor de servicios de inteligencia extranjeros o grupos terroristas”, publicó la cadena de radio de PRISA.

La información se refiere al agente 8882 (desconocemos si era español o de origen marroquí), que “tenía un expediente intachable. Traductor de árabe para el Centro Nacional de Inteligencia desde el año 2007 se incorporó al servicio como miembro definitivo en 2013”.

Un año después –afirma el mismo medio-, “un incidente en principio sin consecuencias directas en materia de seguridad nacional, abrió la caja de Pandora. El traductor, que mantenía un idilio con una compañera del Centro, grabó imágenes de contenido sexual de sus encuentros que luego mostró a otros miembros de su departamento. El asunto motivó la apertura de una investigación por parte de la División de Seguridad que revelaría en julio de 2014 toda una serie de irregularidades cometidas por el agente en su primer año como miembro “fijo” del CNI”.

La noticia hace referencia a un informe del Jefe de la División de Seguridad del CNI, y cita textualmente: “el sujeto mantenía una serie de relaciones con personas de alto riesgo para el CNI y para los intereses nacionales”, entre ellas a “varias personas vinculadas a los servicios de Inteligencia de Marruecos”, y menciona “un posible inicio de un proceso de captación sobre él”.

Algunas de las relaciones que mantenía el agente expulsado, eran con “islamistas radicales” y con narcotraficantes de la misma “ideología” radical. Otras acusaciones contra el agente 8882 se refieren a “hacer fotografías del centro”, extraer información de las bases de datos –yo creía que eso era técnicamente imposible-, así como un  “elevado nivel de gastos, muy por encima de sus ingresos”.

La información de PRISA menciona que el “traductor” no reunía las “condiciones necesarias para trabajar en el CNI “no descartando que la relación con alguno de los sujetos mencionados no se haya materializado ya en una manipulación en beneficio de servicios de inteligencia extranjeros, grupos terroristas u otras organizaciones subversivas o individuos cuyos intereses puedan constituir una amenaza para los intereses de España”

El “traductor” fue expulsado en febrero del pasado año. Él recurrió esa expulsión, pero la Sala de lo Contencioso Administrativo de la Audiencia Nacional dio la razón al CNI, ya que su expulsión se ajusta a derecho, de acuerdo con el nuevo

Estatuto de Personal de los servicios secretos. A este respecto, recomiendo leer el artículo de la letrada Inés Mula Garrido, publicado en espacioseuropeos, en mayo de 2012, titulado Reflexiones acerca de los derechos de los funcionarios del CNI”.

El agente 8882 ha sido expulsado definitivamente, según parece por asuntos muy graves que afectan a la “seguridad nacional”, pero que sepamos no ha sido acusado formalmente ni, en consecuencia, condenado. ¿Entonces? No entiendo nada. Hombre, puestos a expulsar, yo despediría también a la compañera con la que mantuvo relaciones, pues mujer, que una profesional como tu se deje grabar o filmar, mientras copula, es que ¡manda narices!.

Eugenio Pordomingo
Eugenio Pordomingo

Y puestos a preguntar, ¿cómo es que no se tomaron medidas, por ejemplo, contra Gustavo de Arístegui, cuando se publicó que tenía una novia –después se casó con ella- de nombre Nadia Jalfi, agente muy activa del servicio secreto de Marruecos en el exterior, en concreto miembro de la DGED (Dirección General de Estudios y Documentación)?

Y así nos salió el embajador Gustavo de Arístegui, aquel que nos daba lecciones sobre moral y política internacional en una tertulia mañanera de la Cadena SER. Ahora vemos que por no haberle expulsado se creció, viajaba a Guinea Ecuatorial para apoyar a Teodoro Obiang Nguema, y como el asunto iba viento en popa a toda vela, se lanzó –siendo embajador en la India- a otros negocios, con su amigo y socio en actividades comisionistas, el diputado Pedro Gómez de la Serna. Los dos son ahora investigados por formar una “organización criminal”. Pero los dos siguen cobrando su salario, uno como diputado (ubicado ahora en el Grupo Mixto, donde no da palo al agua) y el otro como embajador a la espera de destino.

¡Espías, hay que estar más alerta! Aunque, quizás la culpa no es vuestra, sino de los políticos.