Gabriel Rufián, diputado de Esquerra Republicana de Catalunya.
Gabriel Rufián, diputado de Esquerra Republicana de Catalunya.

España
Rafa Díaz (31/10/2016)
Las intervenciones de Rufián y Matute en el debate de Investidura, fueron un perfecto ejemplo de que cuando uno mea fuera del tiesto, lo mínimo que le pasa es que se mancha los zapatos. Y de ahí, para arriba.

Por un lado, los herederos de ETA, Bildu, reivindicaron lo imposible, que ni es otra cosa de que un asesinato sea más execrable que otro. Y Pablo Iglesias, al que me niego a llamarle señor, le felicitó. Y lo que no sabe, es que felicitó a una autoexclusión pedida a gritos y de malas maneras, a un postureo para el que no tiene memoria o no conoce historia, lo que lamentablemente es el común de la juventud.

Por otro lado, Rufián -otro que se apunta a no ser señor como Iglesias y Matute– hizo la mayor de las cagadas. No sólo consiguió hermanar al PSOE entre sus filas, recordándoles los 9 altos cargos electos que dejaron su vida ante ETA, sino que de rebote consiguió aunar un aplauso a la exposición del portavoz socialista demandando el derecho de réplica de nada más y nada menos que de PSOE, PP y Ciudadanos. Te has cubierto de gloria, so bobo a las tres.

Tú no comías con un telediario donde veíamos intentar incorporarse a la madre de Irene Villa imposibilitada por tener una pierna colgando hecha jirones. No veías a niños masacrados en casas cuarteles de la Guardia Civil cuyo único delito era vivir donde sus padres; no te recorría un escalofrío viendo salir de la entrada del infierno de Hipercor las camillas llevando gente asfixiada.

Probablemente estabas de postureo ensimismado en llegar a ser la vaca que más cagaba de tu organización. Enhorabuena, rufián. Lo has conseguido.

Y Pablo Iglesias te aplaude. Error. Craso Error.

N. de la R.
El autor es Analista de Política Internacional.


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