Guinea Ecuatorial
Abaha (28/6/2021)
La muerte de MAIKOL ha llenado de mensajes las redes sociales. La mayoría de esos escritos aluden al infierno, a las llamas eternas de su cuerpo y demás. Nosotros, como personas de bien, no le deseamos nada malo. Ese sujeto se ha ido, se lo han llevado; lo que se traduce en que muchas personas podrán respirar un poco más tranquilos, aunque la historia nos demuestra que para esos trabajos –los de torturar y un corrupto- siempre hay sustitutos. Además, con la crisis, contratarlos sale más barato.Hace dos días murió, al parecer a causa de la COVID-19, el conocido torturador, Federico Esono Mba, alias MAIKOL, que fuera comisario de la Policía del dictador Teodoro Obiang Nguema. Sus hazañas eran de sobra conocidas por los opositores, activistas y, en definitiva, cualquiera que cayera en sus manos, o que él, por las razones que fuere, se dedicaba a buscar allá donde se encontrase su objetivo. Por supuesto, las sedes diplomáticas de USA, Francia y España están al tanto de eso y más.
A favor de que la “nómina” de tales seres no crezca está el denunciar, por todos los medios, sus acciones, los encargos que les han hecho, sus nefastos trabajos. Y, sobre todo, hacer lo posible para que los medios de comunicación, instituciones, partidos políticos y líderes políticos occidentales, conozcan la lista de tales seres. Así, es posible que les de vergüenza y paralicen sus cuentas bancarias, acojan las denuncias que contra ellos se hacen y, llegado el caso, la JUSTICIA actúe, embargando sus propiedades, impidiéndoles la entrada en otros países y activando la “búsqueda y captura”.
En esa línea, sería deseable que la Audiencia Nacional de España, agilizase los procesos en los que están involucrados los excomisarios José Manuel Villarejo, Carlos Salamanca y otros, funcionarios y empresarios. Las sorpresas que nos vamos a llevar, si eso se lleva a cabo, que tarde o temprano se llevará.
Con la muerte por COCOD-19 del tal MAIKOL, son ya varios los torturadores que han encontrado su liberación de las penas de este mundo. ¡Menudo historial el que van a entregar ARRIBA! La pena, lo más lamentable es, a decir de los comentarios en las redes sociales, es que se han ido sin que se les haya podido juzgar aquí, en la Tierra.
Una anécdota, por llamarlo de alguna manera. ¿Recuerdan ustedes el macro juicio, en Ngolo, de 2017 por un supuesto golpe de Estado? Pues bien, en aquella pantomima de juicio –así lo han calificado asociaciones internacionales de todo tipo y color- en la que se juzgaba a más de un centenar de personas, tuvo lugar un curioso asunto. Resulta que uno de los acusados, Desiderio Ndong Ondo Micha, declaró, con pelos y señales, que había sido vilmente torturado y que, además, antes de su detención el tal MAIKOL le había robado una importante suma de dinero que el detenido había sacado de su cuenta corriente en un banco.
La declaración de Ndong Ondo Micha tuvo como consecuencia que el juicio se suspendiera y tras ese parón, se reanudó, pero a puerta cerrada y con un tribunal militar en el que la ausencia de juristas fue evidente. Lo más lamentable, es que la UE no dijo ni pio; España, menos. Y de la Unión Africana, mejor no hablar.
El 5 de febrero de 2019, en Espacios Europeos, publicamos la lista de las personas “desaparecidas” en la oleada de detenciones que hubo en Guinea Ecuatorial el pasado mes de diciembre de 2017, y que actualmente se encuentran en paradero desconocido. Esas personas aparecieron más tarde, en ese juicio, y fueron sentenciados a penas durísimas. Desiderio Ndong Ondo Micha fue condenado a más de medio siglo de cárcel, y fue de los más afortunados. Algunas condenas llegaron al siglo.
El desenlace de ese macro juicio, secuestros posteriores y más juicios –a puerta cerrada y sin abogados defensores- fue la continuación de siempre. España, la Unión Europea, la Unión Africana y la ONU, mantienen un silencio draconiano. Todas las personas que ocupan alguna responsabilidad en eso que llaman DERECHOS HUMANOS, deberían devolver los salarios y prebendas recibidos durante su permanencia en esos puestos.
No obstante, obligados por las presiones de las redes sociales y escritos –a los que casi nunca se dignan contestar- se han visto obligados a “sugerir” a la dictadura de Obiang Nguema que debería decretar una Amnistía política y que en las próximas elecciones procure que no se presenten familiares del dictador.
Sobre la Amnistía política, no hay que entrar en el juego de creérselo, pues no es la primera vez que el gobierno guineano la anuncia, para después suspenderla. Y lo de que no aparezcan en las listas electorales familiares de Teodoro Obiang Nguema, es algo así como pedirle al dictador que abandone, que deje el poder. Y eso, hasta el más tonto, sabe que no sucederá. ¿Qué hacer, pues?
Primero, desconfiar de los de aquí y de los de allí. Segundo, no entrar al trapo de supuestos proyectos que llevarán la democracia y la riqueza a todos los ciudadanos guineanos. Todo es mentira, y de las gordas. Hay que estar en vigilia permanente, constante, y no caer en la tentación de abrir la mano, pues no caerá nada, nada.
¿Seguro que sabéis cuanta gente ha participado en las elecciones francesas? En efecto, exacto, poco más del treinta por ciento (30%). Y es que la gente está hasta el moño. Desafección, la llaman.
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